Bilbao - Asis llegó hace quince años a Canarias procedente de Marruecos. Tras una odisea laboral por todo el territorio estatal donde realizó toda clase de trabajos, hace seis meses se bajó en la parada de autobuses de San Mamés. Sin ningún recurso económico y con una hija a su cargo, tuvo la suerte de contactar con Amiarte y comenzó a ver la vida con esperanza. Asis forma parte de ese gran proyecto que es Amiarte, que combate la exclusión social a través del arte, y en el que a partir del próximo 1 de agosto entrará la Diputación Foral de Bizkaia mediante la subvención de doce plazas.
Amiarte es un taller de creación artística, situado en la bilbaina calle Gordoniz, que comparte experiencias artísticas y profesionales con personas en situaciones difíciles. “El centro es mucho más que arte, es el primer peldaño hacia la integración social y estimulamos a los usuarios para que encuentren alguna salida”, explicó la directora del centro, Begoña Intxaustegi. El centro artístico no se preocupa solamente del arte, sino que lo utiliza como medio para que las personas con menos recursos consigan adaptarse a la capital vizcaina mediante un proyecto formativo individualizado. Amiarte -que cuenta con unos cincuenta usuarios- imparte clases de matemáticas, castellano, euskera, informática, carpintería y arte, con el objetivo de que ninguna persona se quede fuera por falta de ayuda.
visita La diputada foral de Acción Social, Pilar Ardanza, visitó ayer las instalaciones de Amiarte para comprobar la dinámica de trabajo de los profesionales. “La labor de los voluntarios es tremenda y constructiva para nuestra sociedad, ya que el objetivo es que los usuarios consigan una independencia en todos los ámbitos”, comentó Ardanza. Los usuarios, gracias a este centro, logran mejorar tanto profesional como laboralmente porque las creaciones que realizan son expuestas en galerías de arte, centros de cultura e incluso han sido premiados en algún concurso de pintura.
La dinámica de trabajo se basa en el respeto entre los usuarios; por ello, el trabajo dentro del centro se realiza en silencio, ya que son labores que necesitan de meditación.
Además, los voluntarios que colaboran con el taller utilizan criterios profesionales a la hora de examinar sus creaciones. Sin embargo, Amiarte tiene una unión especial con los usuarios. “Hacemos que estudien en la EPA, les ayudamos a tramitar sus papeles e incluso a mandar dinero a sus familias”, aseguró la voluntaria, Esti Gandariasbeitia.
El centro artístico, aunque haya reducido su presupuesto y las instalaciones a la mitad, sigue apostando por la integración social y la solidaridad de las personas en riesgo de exclusión. El horario del taller es flexible. “ Podemos estar todo el día, hasta las 12.00 de la noche. Aquí vamos por proyectos no por horas”, destacó la directora. En este momento, los usuarios del centro están trabajando duro para la campaña navideña, por lo que los usuarios se entregan con ilusión para conseguir su meta.