El yoga es una práctica en pleno auge. El ritmo de vida cada vez más vertiginoso que lleva esta sociedad hace que mucha gente tenga que buscar unos momentos de pausa, desconexión y paz. En esa necesidad emerge la figura del yoga, una disciplina que ayer quiso acercarse al gran público con una exhibición de más de una hora en las inmediaciones del palacio Lezama-Leguizamón de Getxo. A esta actividad acudieron alrededor de un centenar de personas que dieron color y armonía a la matinal getxotarra. Con este evento, se cerró el programa de actos de celebración del Día Mundial del Yoga que se conmemoró el pasado sábado.

Desde primera hora de la mañana, la conocida como campa del Oro fue cogiendo color. Con el trabajo de los organizadores, el césped fue tomando el aspecto de un improvisado gimnasio. "Con esta actividad lo que buscamos es dar a conocer el yoga, acercarlo a la gente y que vean qué es y cómo se practica", señaló Antxon Elosua, organizador del evento. Este experto lleva 19 años dando clases de esta modalidad en Getxo Kirolak y aseguró que "no es un hobby, es una necesidad en la sociedad en la que vivimos". Así las cosas, hacia las 10.30 horas comenzó la sesión. El maestro de ceremonias fue Yogui Ajan, quien también se enfrentaba a un reto con esta sesión. "Es la primera vez que doy clase a tanta gente al mismo tiempo", señaló el maestro, quien, con sus instrucciones, buscaba que el centenar de personas que se dieron cita en este punto de Getxo.

El hecho de hacer yoga al aire libre cambia un poco los objetivos de la sesión y las condiciones de la misma. "Este lugar es una gozada para hacer ejercicios físicos. Por la parte de concentración van a tener más problemas por el ruido de los coches etc... Sobre todo, les costará más a los principiantes", explicó Elosua. Nada más comenzar la actividad, los paseantes que a esa hora disfrutaban de los primeros rayos del sol se vieron atraídos por la estampa que creaban las cien personas haciendo al unísono los ejercicios que mandaba Yogui Ajan a través de un micrófono. La música relajante creaba el clima perfecto para lograr la armonía entre cuerpo, la mente y el entorno. "Nos parece genial que se hagan iniciativas de este tipo. La verdad es que transmite paz", aseguraron Mari Carmen Laso y Aure Argos, dos paseantes que llegaron desde Portugalete. A su lado, había otros curiosos que, cámara de fotos o teléfono móvil en mano, capturaban las instantáneas que dejaba la actividad.

Motivación La motivación era el principal aspecto que movió a los participantes a tomar parte en el evento. Pero, por si fuera poco, Yogui Ajan se encargaba de motivar a los presentes con frases mientras hacían los ejercicios. "No tenemos que tener miedo, si lo quitamos, vamos a disfrutar más. La mente no está perdida en los pensamientos", decía el maestro. Poco a poco, los participantes iban fundiendo cuerpo y mente y, los más expertos dejaban movimientos impresionantes para el público que, en silencio, no perdía detalle de lo que ocurría. "Es la primera vez que hago yoga con público", indicó Celine Escourrou. Ella comenzó a hacer yoga hace ya quince años y, ayer no quiso faltar a este encuentro. "Está claro que en una sala es más fácil concentrarse, pero es muy bonito poder hacer yoga aquí", explicó esta mujer, que es profesora y acumula mucha experiencia. "Al principio, te lo tomas como una práctica deportiva, pero, a partir del tercer mes, ves que es algo más, como una necesidad para el cuerpo y la mente", concluyó.

Pasada una hora, Yogui Aján dio por concluida la sesión y todos los participantes, y algunos que se habían quedado a mirar, iniciaron una sonora ovación. El relax se podía palpar en el ambiente. La cara de Mikel Ogando era un reflejo de relajación. "Ha sido una experiencia muy gratificante. La repetiría sin dudarlo", explicó. Mikel empezó hace un lustro a hacer yoga a partir de un consejo de su madre y advierte que "es una experiencia personal, no se puede contar, sino que hay que vivirla". Dentro de esa experiencia, desde ayer,

Mikel y un centenar de personas más tienen un nuevo pasaje que transmitir: aquel día en el que pusieron cuerpo y mente en armonía en un entorno idílico.