HA pasado en no pocas ocasiones: cuando un hombre pide justicia es que quiere que le den la razón. Eso es al menos lo que entienden, lo que entendemos, el común de los mortales, al menos de los mortales ajenos a la judicatura. Otro cantar es el de la gente perita en estos temas. Por ejemplo, quienes ayer se acercaron al Palacio de Justicia de Bilbao, donde el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) reconoció a magistrados, jueces, fiscales y secretarios judiciales que durante los últimos 25 años han trabajado siguiendo las huellas del sabio Salomón. O al menos, procurándolo.
Muchos de ellos acudieron para celebrar las bodas de plata del TSJPV en una ceremonia que presidieron el presidente del TSJPV, Juan Luis Ibarra; el fiscal superior, Juan Calparsoro; la secretaria de gobierno, Begoña Basarrate, así como los expresidentes del TSJPV Juan Bautista Pardo y Manuel Zorrilla, y la exfiscal superior del País Vasco, Mari Ángeles Montes. De cerca les seguía el presidente del Consejo General de la Abogacía Española (CGAE), Carlos Carnicer, Garbiñe Biurrun, Luis Garrido y un buen número de gente vinculada a la ley que, tras la actuación del coro de la catedral de Santiago, que abrieron el mediodía con un Agur Jaunak muy sentido, vieron cómo un total de 54 elegidos fueron galardonados con una pieza de plata en la que aparece representada una balanza y el libro de la ley.
Entre los presentes, que escucharon ponderarlos caminos sobre las fronteras, se encontraban José María Eguía, Dolores Muñoz, Pablo Sesma, Ana Barrilero, Leonor Cuenca, Magdalena García, Carmen Keller, Concha Marcos, María Jesús Cuartero, Idoia Zubiarrain, María del Coro Gorostidi, Ignacio Olaso, María Jesús Astigarraga, Enrique Gibert, Carmen Marín, Javier Martínez, María Jesús Stampa, Elena Puig, Fernando Valdés-Solís, Reyes Goenaga, Juan Antonio Aldama, Manuel Díaz de Rabago, Gloria Lana, Iñigo Madaria, Augusto Maeso o Luis Blánquez, entre otra mucha gente de ley.