NO cabe duda de que las grandes obras de infraestructura cuentan con un tirón evidente. Todo Bilbao vio convertirse la playa de vías de Ametzola en un gran parque. No comprendió qué era el Museo Guggenheim hasta que se culminó el edificio. Recientemente, alucinó con la fórmula utilizada para desmontar los viaductos de Sabino Arana y se maravilló con la excavación de las galerías del metro bajo el Ensanche.

De hecho, la construcción del suburbano fue la primera gran obra pública en Euskadi que abrió sus puertas a las visitas de ciudadanos interesados. La conexión con la ría del canal de Deusto, o mejor dicho la finalización de su excavación cuarenta años después, va a ser otro de los hitos para los entusiastas que se pasan horas viendo trabajar a los demás, especialmente jubilados.

Al Ayuntamiento de Bilbao y la Comisión Gestora de Zorrotzaurre, como promotores de esta espectacular obra, que incluye también la construcción de un nuevo puente, no les va a hacer falta organizar visitas guiadas para la fiscalización popular de su desarrollo.

Su estratégica ubicación geográfica supone que a su alrededor se ubiquen varias atalayas desde las que contemplar cómo las máquinas profundizan en el terreno a la vez que se construye en seco el viaducto a la futura isla. Pero habrá que tomar altura para contar con una buena perspectiva. Al contrario de lo que ocurrió con otro de los hitos de la pasada década, la construcción de la torre Iberdrola, la reconversión de la península de Zorrotzaurre no se podrá seguir a ras de suelo.

Si el crecimiento del rascacielos más alto de Euskadi se pudo contemplar desde la calle, en el proyecto ribereño no va a ser posible. Excepto, el vallado y la maquinaria que haya que ubicar en las orillas, el resto del proceso se va a efectuar por debajo de la cota 0.

Cogiendo altura A la hora de pensar en tribunas públicas, dejando a un lado la azotea de la clínica del IMQ en una orilla o el tejado del edificio de ingeniarías de la Universidad en la otra, sin duda, el mejor lugar de seguimiento es la que se ubica debajo del nuevo estadio del Athletic mirando hacia Deusto.

Desde la calle Camino de Ventosa, recientemente urbanizada con la construcción de San Mamés Barria, la perspectiva es perfecta, tanto en altura sobre la superficie a observar, como en la línea visual. Según las excavadoras vayan extrayendo los 365.000 metros cúbicos de tierra y rocas, los que se habitúen a esta ubicación podrán contemplar cómo se va a habilitar un nuevo cauce casi recto que desembocará en la orilla de la ría frente a Olabeaga y a poco metros bajo sus pies.

Otra atalaya buena es la desembocadura de puente de Euskalduna, por encima del Museo Marítimo y detrás del solitario edificio de Tráfico. Aquí hay más distancia con respecto a la zona de trabajo que se habilitará en una semana, pero tampoco es un mal lugar para, por ejemplo, tomar con un buen zoom imágenes fotográficas cada semana de la evolución de los trabajos.

El tráfico de camiones diario, se prevé una media de 15 transportes a la hora, junto al trasiego marítimo de gánguiles, embarcaciones cargadas con tierra que la depositarán en el Abra Exterior, dará una vida inédita a esta zona urbana.

Desde la margen izquierda El margen de distancia que aporta el propio cauce natural de la ría supone que sea desde su margen izquierda desde donde mejor se pueden contemplar los tajos. Así, tomando un poco más de altura, pero también más distancia, cualquier punto de la carretera que sube a Kastrexana es bueno, lo mismo que desde el vial que recorre Kobetamendi hasta Monte Caramelo. Incluso desde la zona de Siete Campas por encima del barrio de Zorrotza se ubican varias tribunas desde donde contemplar la apertura, teniendo como referencia en primer termino la todavía península de Zorrotzaurre. Eso sí desde estos puntos, si no se quiere perder detalle, son necesarios unos buenos prismáticos o un potente zoom fotográfico.

Desde la orilla derecha de la ría, las opciones de espacios públicos de este particular 'google maps' son escasas. El más interesante es la gran plataforma ubicada por encima de la boca del túnel por el que los vehículos aparecen cuando bajan desde el Alto de Enekuri.

Desde esta chincheta del mapa, la línea visual de todo el solar que se va a excavar no es tan directa pero la cercanía a la ribera, donde termina ahora el canal, permitirá fiscalizar cada excavadora en acción. Además se convertirá en el lugar idóneo para el momento culmen del trabajo de ingeniería. Se trata de la retirada de las dos tablestacas, las pantallas artificiales que se habrán instalado previamente para poder excavar en seco el nuevo cauce, y cuya eliminación dará paso al agua del canal.

Esa jornada va a ser muy especial. La avenida controlada de los primeros miles de metros cúbicos de agua que ocuparán la piscina excavada tendrá lugar una vez finalizados tanto el puente como la urbanización de todo el espacio de las márgenes generadas. Será un especial descorche de agua en Bilbao, un espectáculo digno de no perderse en persona. Todos los presentes será testigos de una parte de la pequeña historia de la villa.