LA de ayer fue una tarde de corazones en llamas, un tiempo en que reinó la solidaridad por encima de todas las cosas. Y digo bien cuando hablo de solidaridad y no de caridad; la primera es horizontal y se ejerce de igual a igual, mientras que la caridad se practica de arriba abajo, humilla, en ocasiones, a quien la recibe y jamás altera las relaciones de poder. Fue una tarde de corazones calientes, digo, porque en ella se cruzaron dos historias: el rastrillo solidario organizado por Unicef en el hotel Carlton y la entrega de los premios del cuarto concurso de piezas audiovisuales de Unesco Etxea, invocado bajo el lema Dame un minuto de pan al objeto de concienciar sobre la alimentación.
A las puertas del rastrillo apareció el presidente de Unicef del País Vasco, Carlos Epalza, para golpear la conciencia con saña: mueren en la tierra 18.000 niños al día. A quienes soportaron el uppercut los remató Isidro Elezgarai al recordar que cinco kits de supervivencia infantil cuestan lo que un cubata. Al corte de la cinta, un buen puñado de los presentes se avalanzaron sobre la compra. Entre los testigos se encontraban Mariano Gómez, Yolanda del Hoyo, Alberto Gutiérrez, Aitor Larrazabal, Esther Eguren, Enrique Casado, Marian Arranz, Esther Guerrero, Elsa Puente, Patxi Zabala, Xabier Jon Davalillo, Mikel Bilbao o José Ángel Pereda entre otros.
'panacción' Al tiempo, Unesco Etxea, con su presidente Ruper Ormaza a la cabeza, acudió a la Multibox de EiTB para entregar sus premios audiovisuales y alimenticios. Lucía Onzain y su Panacción ganó en la primera categoría, mientras que Teresa Segui y Camila Ibargüen, en nombre del colegio Sagrado Corazón de Valencia, recogieron la distinción Ekin eta Egin. Hambruna 2014, de Edu González, fue la más próxima a los ideales de Unesco en una cita por la que desfilaron Mikel Mancisidor, Pilar Dosal, Xabier Legarreta, José Ángel Iribar, Ana Urrutia, el cineasta Juan Carlos Vázquez, Unai García Gallastegi, Kepa Miñambres o el bertsolari Igor Elorza, gentes de alma sensible.