José Luis tiene ahora ganas de vivir; una ilusión por seguir adelante y por recuperar el tiempo perdido a consecuencia de los malos hábitos a los que, siendo un adolescente, le arrastró sin compasión el consumo de drogas. A sus 40 años, este hombre de Bilbao al que la vida no le ha tratado bien pide a gritos otra oportunidad para reconstruir lo roto. "Lo pasas mal, sobre todo cuando te das cuenta que no tienes nada más que un túnel oscuro de donde no puedes salir. Te ves solo, perdido", confiesa. José Luis dio un paso adelante para iniciar su lenta recuperación y dotarse de herramientas para, con nuevos hábitos, comenzar un viaje en solitario con confianza en sí mismo y apartado de los excesos. "Solo es imposible, necesitamos ayuda para salir de este agujero, de la incertidumbre", reconoce. José Luis no está solo; tampoco Andreu, ni Jonathan, Óscar, Julián... ni tantas otras personas a las que se les cerró las puertas de una vida normal. Todos acuden a diario al centro de día Andrés Aya Goñi de Bilbao, donde aprenden a "activarse como personas", y a sentir que, pese a los obstáculos, "la vida merece la pena vivirla", confiesan.
Bizkaia cuenta desde este año con un nuevo servicio; un centro de día para las personas en inclusión social, fruto de la colaboración de la Diputación Foral de Bizkaia con la Fundación Etorkintza. El convenio supondrá una inversión de 270.100 euros por parte de la institución foral.
El centro de día Andrés Aya Goñi atiende a personas mayores de 18 años, empadronadas en el territorio vizcaino, -en situación de exclusión social-, que presentan "una actitud positiva de cara a seguir un proceso de inserción, responsabilizándose de su proceso socio-educativo".
Son personas que cuentan con unas habilidades sociales y relacionales mínimas para la convivencia, y personas que no presentan problemas de salud, física o mental, que requieran cuidados sanitarios especializados. "Ahora me importa que me miren mal; antes, cuando no me encontraba bien, me daba igual. La gente se aparta porque te ven diferente, raro... Te miran de otra manera", relata José Luis, que comparte clase con otras siete personas en el centro bilbaino.
El perfil de las personas que acuden a este centro son generalmente hombres, con una media de edad de entre 35 y 40 años y con una vida muy tocada por el consumo de drogas. "Cada persona es un mundo; no todos tienen la misma situación, ni problemática", cuenta Amaia, profesora del taller de entrenamiento en habilidades sociales. "Estoy muy a gusto. Vaya que si aprendemos. A comportarnos, a no pensar mal de la gente, a no reaccionar de malas formas", cuenta.
La diputada de Acción Social, Pilar Ardanza, junto a la presidenta de la Fundación Etorkintza, Teresa Querejazu, visitó ayer las instalaciones Andrés Aya Goñi, ubicadas en la Ribera de Deusto. Ardanza destacó que este centro es "un paso más en la apuesta de la Diputación Foral de Bizkaia por trabajar y construir, juntamente con el tercer sector, el sistema vasco de servicios sociales".
El centro ofrece 45 plazas, 20 de alta intensidad y 25 de baja de intensidad, y, en la actualidad, acuden diariamente treinta personas, por lo que hay plazas libres. "Desde este año, cuando hablemos de los servicios que tiene la Diputación para ayudar a las personas que vienen del mundo de la exclusión y quieren incorporarse a una vida normalizada, tienen 45 plazas", señaló la diputada, para insistir en que este centro es "un apuesta más en ese objetivo de la cohesión social en Bizkaia".
Los proyectos que fundamentalmente se trabajan son, según indicó la diputada foral de Acción Social, "acompañamiento y seguimiento social de estas personas, porque lo que pretendemos es que estas personas recuperen sus habilidades, su seguridad y confianza en sí mismos y para eso necesitan referentes, para que se puedan incorporar de la mejor forma a lo que denominamos una vida normalizada".
Treinta años ayudando
La Fundación Etorkintza y la Diputación Foral de Bizkaia consideran que la incorporación social de personas con consumos de drogas problemáticos exige una práctica diferenciadora. "Estas personas necesitan aprender a organizar la jornada diaria para aprender a organizar su vida. Cuando no tienes nada que hacer las horas se hacen muy largas y eso es duro de llevarlo", comentó Gorka González de Etorkintza.
Pilar Ardanza explicó que la Diputación lleva trabajando con la Fundación Etorkintza más de 25 años, aunque la fundación "lleva más de treinta años en programas de mejora de la calidad de vida de las personas que vienen del mundo de la drogadicción y, a partir de 2014, materializamos un convenio con Etorkintza y fruto de este convenio" es el centro de día de Andrés Aya Goñi, que formará parte de la red foral de servicios y prestaciones para las personas que quieren entrar en la inclusión y, en este caso, "de personas que vienen de haber tenido problemas con la drogadicción y quieren iniciar unos nuevos procesos de vida".
Los profesionales que trabajan en el centro, -un total de siete-, entienden que "el consumo problemático ha generado estilos de vida que han dañado diferentes áreas de la persona, como deterioro físico, alejamiento de la formación, ruptura familiar, dificultad para asumir responsabilidades o alejamiento de los procesos de socialización".
En ese sentido, aseguraron que la recuperación de estilos de vida que permitan el desarrollo de la persona y la recuperación de las áreas dañadas es el objetivo de los profesionales y usuarios del centro de día.
Andrés lleva diez meses sin probar ni una gota de alcohol. "Hoy es mi último día en el centro, ahora tengo que buscar un trabajo", apunta. Lo importante es tener paciencia, ilusión y apoyo para salir del oscuro agujero de las adicciones. Es difícil lograrlo, pero no imposible.