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"Me estresa poner multas a los usuarios"

DEIA acompaña a dos interventores del tranvía después de que el colectivo denunciara el aumento de agresiones que padecen los trabajadoresAmbos defienden que "la educación evita sanciones"

"Me estresa poner multas a los usuarios"FOTOS: JOSÉ MARI MARTÍNEZ

BILBAO. "Arratsalde on. Su billete o barik, por favor". Ibon Egozkozabal se dirige a una mujer de mediana edad que está sentada junto a la ventana. Se pone las gafas y verifica la validación de la tarjeta que le entrega. Es el día a día de los interventores del tren ligero de la villa. Deben asegurarse de que los usuarios hayan validado correctamente sus billetes o tarjetas antes de subir al tranvía. DEIA acompañó ayer a dos trabajadores de este colectivo para conocer más de cerca y al detalle su realidad.

Aunque la mayoría de incidentes estén relacionados con los impagos de los billetes, no son los únicos problemas a los que tienen que hacer frente los interventores: actitudes incívicas como fumar o beber alcohol dentro de los convoyes son algunas de las situaciones a las que deben hacer frente en los trayectos que realiza diariamente este tren urbano. Es la cara más amarga. Pero también hay otra, la que consiste en asesorar y ayudar a los viajeros con problemas. Estas les gustan, sin duda, mucho más.

Los interventores cuentan con un chivato que les acompaña en todo momento: "En caso de que la máquina ECI detecte un error, accedemos a ver el histórico del usuario de manera electrónica y primero escuchamos al cliente, antes de proceder a poner una multa", cuenta Óscar Montalvo, pareja de faenas de Ibon Egozkozabal durante el trayecto vespertino de ayer.

Tal y como adelantó este periódico, los interventores del tranvía han denunciado un aumento de las agresiones, verbales y físicas, sufridas en su puesto de trabajo. "Me encanta no poner sanciones. Me produce estrés multar a la gente. Quiero que viajen con una sonrisa en la boca", relata uno de los interventores. Tanto Óscar como Ibon califican como "desagradable", "un problema", sancionar a los usuarios que no hayan pagado el viaje, pero consideran "fundamental" su presencia: "Todo el mundo tiene que pagar, lo que pasa es que en el tranvía las puertas se abren sí o sí, y en el metro o tren, por ejemplo, si no validas la tarjeta no pasas".

INCOMODIDAD

La persona más joven multada por Ibon Egozkozabal tenía 12 años, y la de mayor edad, alrededor de 90 años. "Hay quien me ha enseñado hasta tres tarjetas barik, y las tres sin saldo ni validación alguna".

Su primera premisa es la amabilidad hacia los ciudadanos. Por el contrario, hay casos en los que la multa se convierte en la única solución. "Precisamente venimos de multar a una joven en la estación del Guggenheim que al principio ha dicho no tener dinero en metálico, pero ante la posibilidad de avisar a la Ertzaintza ha pagado los 21,5 euros al instante". Denuncian que no es una situación cómoda para ellos; su labor, sin embargo, se convierte en fundamental para asegurar el pago del servicio público.

La gente entra y sale continuamente del convoy. Es por ello que las personas encargadas de realizar el control de intervención deben estar "en continua alerta". Así evitan pedir el billete al mismo usuario en dos ocasiones o que las personas "se escaqueen" sin que les hayan realizado el control previo. "Fijarnos en la fisonomía de la gente es vital para nosotros. Es muy raro que se nos escape nadie y en un 90% de los casos acertamos al señalar quién te la va a liar. Tenemos un sexto sentido", relata Óscar. Cuando viajan en pareja, además, la complicidad entre ellos también ayuda a realizar un trabajo más completo: "Ibon y yo nos entendemos con una mirada, porque llevamos años trabajando juntos".

DENTRO Y FUERA

La reacción que los usuarios tienen mientras esperan a que el tranvía se acerque a la estación también es importante a la hora de detectar problemas. Los interventores son agentes de la autoridad dentro del convoy y están capacitados para pedir los billetes y un documento que identifique a las personas que viajan. "Nuestra labor es importante dentro, pero también fuera, en las estaciones, pues tenemos que explicar el funcionamiento de las máquinas a muchos viajeros". Hay siete ranuras en las máquinas de cada estación -excepto en Abando- donde los usuarios validan y cargan las tarjetas barik, o adquieren billetes sencillos o bonos mensuales: "Si estuviera todo mejor señalizado, nos evitaríamos muchos problemas porque hay muchas personas que no saben dónde validar, dónde cargar o dónde introducir las monedas", apuntan los interventores. Existen "días especiales" en los que únicamente se dedican a controlar a la gente que sale del tranvía, en estaciones con mayor afluencia como San Mamés, Arriaga y Guggenheim.

FLEXIBILIDAD Y SANCIÓN

Color verde. Es el que indica que la validación se ha realizado correctamente: "Señora, le ha salido el color rojo así que no ha hecho bien el proceso. Tiene que volver a pasar la tarjeta". Los interventores educan a los ciudadanos y la flexibilidad es el paso número uno. El previo a la sanción. "Si vemos que el usuario es habitual, intentamos tener más mano izquierda. También hay muchos turistas que ya compran la barik y es necesario que les expliquemos el funcionamiento, ya que es diferente al que seguramente tienen en su país. No hay que multar a la primera de cambio", opinan.

Escuchar, dialogar, explicar y, en caso de no solucionar el problema, multar. Es el recorrido que utilizan los interventores para lograr mayor concienciación en la sociedad y disminuir las agresiones que en los últimos tiempos está sufriendo.