"¡Dulce ruido!"
Los vecinos más cercanos a los trabajos de derribo aguantan con una sonrisa las molestias ante la inminente desaparición total del scalextric
Bilbao
EL ruido en casa de Luis Aramendi es insoportable. Las máquinas de picar que están destrozando los pilares y tableros abatidos del casi desaparecido scalextric machacan el oído del recién llegado a la vivienda ubicada en uno de los segundos pisos de la calle Estrada de Mala. Sin embargo, Luis abre la ventana con una sonrisa de oreja a oreja y exclama : "¡Dulce ruido!". Una expresión que resume la postura de todos los propietarios de viviendas ubicadas alrededor de la última fase de eliminación de los viejos accesos por Sabino Arana.
Celes Gómez piensa igual. "Después de todo lo que hemos tenido que aguantar durante casi cuarenta años, este ruido es una bendición", asegura feliz, mientras abre la persiana del cuarto de su hijo que da a las obras.
Celes, con su mujer Alicia Berobi, también viven en un segundo piso pero al otro lado de Sabino Arana, en concreto, en la calle Tellagorri. Este curtido vecino se hizo famoso hace unos años cuando fue protagonista de una foto inédita en la que se le veía asomándose por la ventana de la cocina y tocar la autopista con el palo de su escoba. "Desde entonces somos la casa de los dos metros, la que nos separa de la autopista, los más cercanos y los que más hemos tenido que aguantar", recuerda.
El martes, Celes podía ver a través de la misma ventana cómo ese tramo del viaducto estaba cortado y un operario al que saludaba (se conoce a casi todos) colocaba una valla de protección antes de seguir con el derribo de la siguiente sección. Este matrimonio ha vivido el nacimiento del scalextric, llegaron a vivir a su piso cuando se estaba construyendo hace 39 años, ha sufrido su actividad a diario, y ahora lo están viendo desaparecer con pleno orgullo. "Por fin se tira después de muchas promesas inclumplidas por parte de los políticos", asevera. Celes fue uno de los vecinos que demandó a la Diputación pidiéndole una indemnización económica por la presencia del scalextric. Ahora, con una sentencia reciente que desestima su petición, no está contrariado. "A nadie le amarga un dulce -indica-, pero creo que la demanda conjunta que hicimos tuvo la fuerza de presionar a las instituciones para que, de una vez, tiraran el viaducto". De la misma opinión es Luis Aramendi. Considera que "fue el detonante final, una presión que ya no podían aguantar" y recuerda al anterior presidente de la asociación de vecinos de Basurto, Pedro de la Fuente, ya fallecido, como uno de los padres de esta "victoria vecinal".
A uno y otro lado del tajo ensordecedor, ambos vecinos reconocen que a partir del próximo mes, una vez que quede liberada la superficie que antes permanecía a la sombra de los viaductos, las viviendas de toda la zona habrán ganado en calidad de vida y en valoración económica. "Sin duda, ahora se podrá obtener más dinero en caso de una hipotética venta; pero nosotros, creo yo, seguiremos aquí porque ahora se va a vivir mucho mejor", asegura con una sonrisa Celes.
Isabel Fariñas, la vecina del octavo de este bloque de viviendas en forma de chaflán que da a la calle Tellagorri y Camino de la Estación, no piensa en la revalorización de su vivienda. Desde la atalaya que le permite ahora observar la retirada de los tableros más cercanos a la autopista, considera "una bendición la desaparición de los coches" que durante años le han quitado muchas noches el sueño. "Eso es lo importante", asegura.
La satisfacción es generalizada entre los vecinos de Basurto que miran a Sabino Arana, hasta el punto de que un grupo de ellos ya está moviendo los hilos para organizar una fiesta popular y así celebrar la desaparición completa del viaducto y todas sus hipotecas. Celes cree que "sería bonito organizar un encuentro de los vecinos, precisamente, en el espacio que va a quedar libre una vez acabe la demolición". Sería el colofón a un proceso de implicación ciudadana que ahora tiene su continuación en el urbanismo del espacio libre que va a quedar. "A ver qué nos ponen aquí ahora", concluye Isabel.