Hay que escucharle porque tiene mucho que decir. Les hablo de David Gilaberte Miguel, a quien le apodaban Lírico cuando era uno de los reyes del hip-hop en su archifamoso grupo, Los violadores del verso. Oigámosle: "No soy corriente, pero si me rozas puedo dar calambre", fraseaba Lírico a quien también se le ha escuchado decir alguna vez aquello de "Somos universales pero andamos como el resto de los mortales, por los portales". Pidiéndole prestados los versos a David pueden encontrarse adjetivos y metáforas para contarles lo ocurrido ayer en el Teatro Arriaga, donde se paseó el fantasma de la ópera por una gala lírica, un género que da calambre y es universal.

Les cuento. El Arriaga acogió, ya digo, la gala lírica trenzada con los ganadores el Concurso Internacional de Canto de Bilbao-Bizkaia Pedro Unanue. La ceremonia es heredera del Concurso Internacional de Canto de Bilbao celebrado desde 1984 y que tiene como objetivo apoyar a los intérpretes líricos emergentes.

Sobre el escenario se dispusieron cuatro voces de tréboles, picas, diamantes y corazones para dibujar un hermoso póquer. Las dos sopranos Sun Hyung Elisa Cho y Miren Urbieta; el bajo barítono Karoly Szemeredy y la pianista Itziar Barredo, cuyas cuerdas vocales nacen de las teclas de marfil. Eran los ganadores de la XIV edición del concurso internacional de canto de Bilbao que organiza la Diputación Foral de Bizkaia y en cuyo nombre acudieron la diputada foral de Cultura, Josune Ariztondo y el director de Cultura, Gonzalo Olabarria.

El recital, divido en dos partes, comenzó con la pieza Madamigella Valery? de La Traviata, de Giusseppe Verdi. Lo interpretaron a dos voces Miren Urbieta y Karoly Szemeredy y ya de salida dejaron boquiabiertos a los presentes, salvo quizás Emilio Sagi, director artístico del Teatro Arriaga de Bilbao; Jon Paul Laka, director artístico de la ABAO/OLBE de Bilbao, Marc Mazy, experto musical, y Olatz Saitua Iribar, cantante lírica y profesora de canto del Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga de Bilbao. No por nada, ellos los habían elegido en un jurado que compartieron con el internacional que examinó a los participantes y que estuvo presidido por María Bayo Jiménez, Premio Nacional de Música 2009, y compuesto por Luigi Alva, cantante y profesor de la Academia de Perfeccionamiento de Canto Lírico del Teatro de la Scala de Milán; Paulo Esper, director general de la Compañía Ópera San Paulo (Brasil), Isabelle Germain, profesora de canto del Conservatorio Superior de Música Lyon, y Fabrice Boulanger, profesor de acompañamiento de piano del Conservatorio Superior de Música de Lyon.

Fue una tarde en armonía, ya digo. De ella disfrutaron quien fuera diputado general, Josu Bergara, Mikeldi Atxalandabaso, Daniel Bianco, Isabel Urrutia, Janire Agirre, Tomás Uribe-Etxebarria, Andoni Olivares, Jesús García Ariño, Maider Maraña, Jessica Domínguez, Leire Vázquez, Milagros de Ocejo, Ana de Ocejo, Rafael Álvarez, Josefina Matín, Ángel Lorente, Estibaliz Merodio, Igor Argote, Unai Pascual, Ander Iturriaga, María José Extebarria, Miren Gallastegi, María Ángeles Pérez y así un buen puñado de gente amante de la música lírica, esa que viste con un traje de piel de gallina a quien la siente.