Bilbao. Su aspecto es inconfundible: gafas de sol, pantalones cortos, camisetas de sus grupos favoritos y, sobre todo, la eterna pulsera blanca de plástico. Aunque durante la tarde-noche Kobeta es su territorio, a lo largo de todo el día los miles de asistentes al BBK Live aprovechan para recorrer la ciudad, visitar sus principales lugares turísticos, disfrutar de su gastronomía y hacer acopio de provisiones antes de la nueva cita del día con los escenarios. Más allá de la zona de acampada, muchos de los hoteles bilbainos han colgado el cartel de completo estos días, los hosteleros están más que contentos con la presencia de los livers y los taxistas hacen el agosto en pleno mes de julio. "¡Ya podría haber un festival así al mes!", confiaba un camarero que atendía las terrazas repletas de la Plaza Nueva.
Desde una sorprendente primera hora de la mañana, los asistentes al festival empiezan a llegar a Bilbao a bordo de los autobuses lanzadera que unen el recinto musical con el edificio Bami. Mapa en mano, aprovechan su visita a la capital vizcaina para conocer sus atractivos turísticos. "Queremos visitar el museo Guggenheim y, luego, tomar unos pinchos por el Casco Viejo", explicaban Sara y Marisa, dos amigas de Valencia, junto a Termibus. Es el plan estrella de estos días. Muchos de los festivaleros se hacían las fotos de rigor junto a Puppy y, aunque la mayoría siguen su ruta tras admirar el espectacular edificio de titanio de Frank Gehry, también en las taquillas del museo han notado la celebración del BBK Live. "Es un perfil de gente joven, muchos ingleses, pero también estatales", señalaban desde el museo.
Aunque la imagen más tradicional de un festival de música está ligada a la zona de acampada, nada como una buena cama para descansar. "Al llegar a cierta edad la espalda no perdona. Y una siesta después de comer sienta estupendamente", bromeaban Tito, Javi, Luis y Camilo, cuatro amigos de Gasteiz que se hospedaban en un hotel y ayer al mediodía poteaban por Licenciado Poza. Muchos de los establecimientos hoteleros de la ciudad ha colgado el cartel de completo durante estos días, con reservas que les han llegado con meses de antelación. En el Trypp Confort Arenal, en pleno Casco Viejo, no quedó una cama libre el jueves; ayer, a mediodía, únicamente les quedaba una habitación doble por ocupar. "Hay gente que viene y reserva directamente, pero hay otras reservas hechas hace meses", explicaban desde recepción. Una imagen similar a la que se registraba en el Barceló Nervión. "El jueves estuvimos al 100%, hoy -por ayer- en torno a un 95% y el sábado todavía tenemos una ocupación del 75%", cifraban desde la recepción del recién renovado hotel, encantados con el alto número de personas que atrae cada año el festival de música. Y es que, en cuatro días, superan los niveles de ocupación de Aste Nagusia, otra de las fechas marcadas en rojo para los hoteles de la ciudad. "En fiestas, al ser más días, se reparte más la ocupación, que se concentra sobre todo el jueves y el viernes", explicaban. "Todos los años se llena. Los precios suben bastante y, aún así, se llena", admitía. Para evitar la competencia desleal con otros establecimientos de la ciudad, los hoteles establecen para estos días los precios oficiales, sin promociones ni descuentos, las denominadas tarifas rack. Solo el alojamiento en una habitación doble en este hotel a orillas de la ría cuesta estos días 165 euros; en el Domine, no es posible reservar por menos de 470 euros. El precio de la suite asciende hasta los 1.150. Es uno de los cuatro cinco estrellas de Bilbao y en la mitad de sus habitaciones se alojan estos días personal de la organización del BBK Live y las propias bandas que participan en el festival, alrededor de una quincena. "Quien más quien menos tienen sus peticiones: batidoras, estaciones para colocar los móviles... Y en un cinco estrellas se aseguran de que ese servicio lo tienen cubierto", afirmaban en su recepción.
Es prácticamente imposible dar dos pasos por Bilbao y no tropezarse con alguno de los asistentes al festival. Muchos de ellos cargan bolsas del supermercado, repletas de bebidas y alguna vianda para sobrellevar estos tres días de festival. "Hemos estado viendo el Guggenheim y dando un paseo. Compraremos bebidas y algunas conservas y de vuelta al recinto", aseguraban ayer frente a una tienda Fran, Daniel y Álvaro, tres amigos murcianos que llegaron en viaje low cost. Conduciendo su propia furgoneta, aprovecharán esta escapada al norte para practicar skate y surf en Euskadi. "Todavía no tenemos un plan establecido. Donde el viento nos lleve...".
"Escapada perfecta" El Casco Viejo es una de las zonas donde con más se nota estos días el efecto BBK Live. La Plaza Nueva lucía unas terrazas abarrotadas de visitantes a mediodía, la hora ideal para degustar unos pintxos y probar el txakoli. "No lo habíamos probado nunca y nos está encantando", sonreían Juanjo y Marta, una pareja llegada de Albacete y que se estrenan este año en el festival. "Hemos venido sobre todo para ver a Kings of Leon pero también estamos aprovechando para conocer Bilbao, que hacía muchos años que no veníamos y teníamos muchas ganas. Está siendo una escapada perfecta. ¡Incluso el tiempo está acompañando! ¿No decían que en el norte llovía mucho", bromeaban horas antes de la tormenta.
En el Bar Erreka el principal reclamo son, cómo no, los pintxos; para primera hora de la tarde apenas quedaban un par de bandejas en la barra. "El mediodía es la hora fuerte y se ha notado mucho, aunque yo creo que el año pasado hubo más gente, sobre todo extranjeros. A nosotros, los bares, nos viene muy bien", admitían sus camareros.
La hostelería es uno de los sectores que más se beneficia de este tipo de eventos, aunque los asistentes al festival han utilizado estos días hasta las lavanderías. "Es un festival que va para arriba y cada año se nota más su presencia en la ciudad. Eso, para nosotros, es bueno, porque no se quedan solo en el recinto de Kobeta. Todos los eventos que atraigan gente a Bilbao son bienvenidos. El turismo se ha convertido en un componente cada vez más importante de muchos establecimientos", destacaba Jorge Aio, gerente de la asociación BilbaoCentro.
Tampoco los taxistas dan abasto estos días, sobre todo por las noches. "La gente viene por mareas: antes de que empiecen los conciertos, para que les subas a Kobeta, y cuando terminan. La verdad es que está un poco mal para llegar, te cuesta 20 minutos, y otros tantos para volver. Pero está bien que haya más gente. ¡Encima están más limpios que otros años que ha llovido!", bromeaban Txema y Pedro en la parada de Termibus.