Portugalete

Un naufragio es un naufragio ahora y hace 125 años. Sin embargo, si hace más de un siglo hubiesen contado con un buque como el María de Maeztu, se habrían evitado muchos hundimientos. Este navío no regresaba a Portugalete desde su botadura, hace ya cinco años. Ayer volvió a reencontrarse con el muelle del que partió a la mar por primera vez. Y en esta ocasión, el barco de Salvamento Marítimo de 39,70 metros de eslora desveló los secretos que guarda en su interior. Cientos de personas hicieron cola en Portugalete para subir a bordo, una oportunidad que atracó en la villa de la mano de Rialia, el Museo de la Industria, que expone ahora una muestra de imágenes con los Naufragios de la costa vasca.

Más de dos horas llevaba esperando un grupo de mujeres de la Asociación de Mujeres de Trapagaran. El objetivo: visitar el interior de un buque de Salvamento Marítimo. Más de 200 personas se habían apuntado a la iniciativa, a la que se sumaron decenas de jarrilleros que se toparon con la colorada embarcación hacia el mediodía.

El María de Maeztu tiene cinco años, una tripulación de diez personas y una larga lista de actuaciones a su espalda. Es el primero de cuatro remolcadores gemelos que construyó la Unión Naval de Valencia. Ellos son los verdaderos vigilantes de la costa, sobre todo de la vasca, aunque también actúan en Cantabria e, incluso, en Asturias. Su ámbito de actuación corresponde, por lo tanto, a 6.000 kilómetros cuadrados, desde Santoña hasta Hondarribia "aunque una vez ayudamos remolcamos a un barco en Avilés", recordaba ayer César Mora, capitán del buque. Al año, las embarcaciones como María de Maeztu realizan unas 380 actuaciones. Así lo apuntó José Luis Solís, director del Centro Coordinador de Salvamento Marítimo, quien destacó que el buque que ayer amarró en la villa jarrillera desarrolla en mayor medida "labores de prevención". "Tenerlo es una garantía", subrayó.

Más de mil visitantes Las 24 horas el día, los 365 días del año, el navío María de Maeztu cumple diversas funciones: remolca a los barcos que así lo necesiten, repone agua y gasoil, puede sofocar incendios, salvar barcos de un posible naufragio, rastrear las zonas en busca de algún náufrago... "Eso es lo bonito de este trabajo, que cada día es diferente", aseguró el capitán desde el cuadro de mandos. Los trabajos que desarrollan más habitualmente se centran en remolques, localizar navíos y los propios naufragios.

Precisamente, estos últimos han causado una gran atracción entre los jarrilleros y los municipios vecinos a través de la exposición Naufragios de la costa vasca del museo Rialia. "La exposición ha sido visitada ya por más de mil personas", desveló ayer Mikel Torres, alcalde de la villa. Entre los que han pasado por el Museo de la Industria, el 75% eran vascos pero un 15% procedían de países como Alemania o Francia, "lo que demuestra que es un factor que vende nuestro municipio y atrae a turistas hacia él", puntualizó el primer edil jarrillero. La muestra de hundimientos podrá ser visitada hasta junio.