Canción de las vidas rotas
Pongamos, por darle baza a la imaginación, ahora que la tenemos tan arrinconada, que Kirmen Uribe es un cantautor. O mejor, un juglar que donde pone el ojo pone el adjetivo. No es desacabellado pensar así, si se tiene en cuenta la calidad de los textos del escritor. Kirmen ha escrito una canción protesta, la balada de las vidas rotas, para contar una historia que comienza así: "En mayo de 1937..." con lo que ya se ubica el escenario: los horrores de la guerra y sus secuelas.
La novela, digo, arranca en el año 1937, y se titula Lo que mueve al mundo. El punto de partida se ubica tras el bombardeo de Guernica, cuando miles de niños vascos partieron del puerto de Bilbao rumbo a otros tantos hogares de acogida espolvoreados por todo el mundo para huir de la Guerra Civil. Entre ellos se encontraba Karmentxu, una niña de 8 años que encontró cobijo en la localidad belga de Gante, en la casa del escritor Robert Mussche. Ahí comienzan a cruzarse vidas.
Asegura el literato que la historia es cierta, aunque tiene lagunas que él mismo ha rellenado. Uno se imagina su talento como el plomo fundido en las fundiciones, cubriendo las oquedades. El libro fue presentado ayer en la biblioteca de Bidebarrieta, con Almudena Cacho de moderadora (introdujo el debate hablando de la doble A, Amor y Amistad, como guía para entender el libro...) en un intercambio de pareceres entre el propio Kirmen y Julio Flor, con Teresa Bailach, embajadora de la editorial Seix Barral, como testigo de cargo. La sala estaba bien poblada, una noticia alegre para estos tres tristes tiempos de tanto trabalenguas. A finales del pasado año el libro fue editado en euskera bajo el título de Mussche (Editorial Susa) y ha sido el traductor Gerardo Markuleta, quien ha puesto las palabras en castellano.
La cita con esa historia en la que se descubre cómo el escritor protagonista se implicó en la Guerra Civil y en la II Guerra Mundial, atrajo a un buen puñado de oyentes. Entre ellos se encontraban Unai Sordo, secretario general de CC.OO. en el País Vasco; Javier Madrazo, la poeta Mercedes Estíbaliz, Amaia Goikoetxea, Blanca Mata, Jon Kortazar, Ricardo Sanz, quien vivió toda la tarde en un hilo, con los recuerdos a flor de piel, habida cuenta que él fue uno de aquellos niños de la guerra, y con quien el propio Kirmen tuvo unas cariñosas palabras; Esperanza Traviesa, la mujer que le acompañaba y que gasta un nombre premonitorio; Susana Viar, Libe Fuldain, Lorea Gerrikabeitia, Pilar de las Heras, Toñi Andreu, Concha Badiola, Begoña Bilbao Antepara, Carmen Ruiz, el creador Daniel Ojanguren, Estíbaliz Elorriaga, Jesús Aurrekoetxea, Adela Lacarta, el artista Alberto Palomera y Afrika Catalina, una niña que correteaba por el pasillo, quizás poseída por el espíritu de Karmentxu, aquella niña de 8 años que fue acogida en Gante.
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