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"La casa es preciosa... pero no es mi hogar"

Los afectados por el incendio de Bermeo explican a DEIA cómo han vivido esta primera semana tras perderlo todo o casi todo. El colectivo de damnificados reclama que "no se olvide lo sucedido"

"La casa es preciosa... pero no es mi hogar"Pablo Viñas

Bermeo. Una semana después del incendio de la calle Nardiz tar Jon de Bermeo, que ha dejado el triste balance de 35 familias desalojadas de sus casas, el reloj que corona el Ayuntamiento sigue marcando las 04.55 horas. Su maquinaria dejó de funcionar en la madrugada del 11 de abril, tras unos caóticos minutos en un casco antiguo que corrió serio riesgo de convertirse en pasto de las llamas. Pasados siete días del trágico suceso, el municipio trabaja por salir adelante. Batalla, con la solidaridad y el esfuerzo como armas, por rehacerse de un golpe que ha dejado profundas heridas en una villa acostumbrada a levantarse tras las desgracias.

Las inundaciones de 1983 son ejemplo de heridas curadas en Bermeo. Pero, apenas una semana después del incendio, aún queda mucho trabajo para poder restablecerse de sus efectos. Los afectados desean que dentro de cuatro años "podamos decir que todo por lo que hemos pasado ha sido una pesadilla". Sin embargo, hasta ese escenario "aún queda un largo camino por recorrer". Quien así habla es Gorka Gómez, uno de los damnificados por el incendio urbano más importante de las tres últimas décadas en Bizkaia.

Las bases para la recuperación del casco antiguo han sido puestas por las instituciones públicas -a través de ayudas económicas, asistencia o viviendas, por ejemplo- y la solidaridad mostrada por múltiples colectivos locales, pero "la normalidad no volverá hasta dentro de tres o cuatro años", sentencia este joven bermeotarra, erigido en portavoz de la plataforma conformada por unos afectados que no desean que su situación "caiga en el olvido". En la calle Nardiz tar Jon, una arteria del casco antiguo "que se estaba revitalizando con la llegada de gente joven", los afectados todavía están "aterrizando" a la realidad abierta. "Ha sido un mazazo", concluye. Pero ahora encaran los trámites más complejos, como los seguros. "Aunque hasta que haya un estudio arquitectónico de los edificios que no han caído no se puede hacer gran cosa", destaca.

La vida de Gorka, por ejemplo, prosigue en un piso ofrecido por la Diputación. Lo califica de "ayuda indispensable" para tirar adelante. "La casa es preciosa, pero no es mi hogar", repite un joven que no ha perdido del todo su vivienda, que perteneció a sus abuelos -en el número 16 de Nardiz tar Jon-, pero que sabe que "costará mucho tiempo" volver a sus costumbres de antes del 11 de abril pasado. No tendrá muy lejos a muchos de sus vecinos, que ahora se ven abocados a compartir portal en la zona de San Martín.

"No queremos que nos den de más, queremos que sea igual que antes del incendio. O como dicen algunos de la plataforma, queremos perder lo mínimo posible", asegura un joven que consideraba que las instituciones "han estado cerca", aunque esgrimía que el suceso "nos ha pillado a todos, como se suele decir, con el culo al aire. ¿Errores? Sí los ha habido, y la gente quizás los ha sentido más por estar afectada y moralmente muy baja. Poco a poco vamos haciendo las cosas", resalta.

Así, el mejor antídoto para reactivar su estado de ánimo es, según Gorka, "hacer tu vida. Estar con un familiar o con un amigo y que te den un abrazo, sentirlos cercanos; venir al pintxo-pote de Bermeo y cosas como esas, valen más que cualquier otra cosa. Recuperar tu vida, tu familia, tus amigos y tu trabajo es lo que te sostiene", puntualiza.

"algo mejor" Peor escenario que a Gorka se les plantea a Oinatz y Amaia, una pareja que ha perdido su hogar. "Solo hemos salvado los pijamas que llevábamos encima", remarcaban. "¿Si hemos comprado algo esta semana? ¿Qué vamos a comprar? ¡Si no tenemos nada!", responde Oinatz, alojado en una vivienda foral tras abandonar su piso en Nardiz tar Jon 20, mientras cargaba con dos bolsas de alimentos ofrecidas por Kate Sarea -un colectivo bermeano de ayuda a personas en situación de emergencia- que ha atendido "excelentemente" a los damnificados. "Y afortunadamente también nos están ayudando amigos, familiares, los vecinos nos preguntan si necesitamos algo... Se han portado muy bien. Estamos algo mejor que hace una semana".

Sin embargo, la joven pareja echa en falta "cosas simples". Y ponen dos ejemplos: perchas y pinzas para la ropa. "Nos han dejado mucha ropa, pero cuando la vas a guardar en el armario te das cuenta de que te hacen falta cosas tan cotidianas como una percha; o lavas la ropa y no tienes unas simples pinzas para colgarlas a secar. O un cortaúñas. Le das valor cuando lo pierdes, en el día a día", evidencian.

Una semana después del incendio, "ahora nos toca hacer los temas burocráticos, que me dan miedo. A ver quién se hace cargo de los gastos de desescombro, los permisos. Dicen muchas cosas... pero después hay que cumplirlas", cita sobre el futuro inmediato que se les avecina y el apoyo de las instituciones públicas.

Los afectados, ante la situación que les está tocando vivir, han decidido unirse en una plataforma que "canalizará el tema de las ayudas" como colectivo, y que se reunirá de forma periódica. "Casa persona es un mundo y tiene sus propias circunstancias, pero la plataforma está para escuchar a los afectados. Escuchar e intentar buscar una solución a sus problemas", asevera Gorka. "Todos los afectados tenemos un mismo sentimiento: salir adelante. Es nuestra vida, nuestro hogar".