Una gran mariquita roja recibe a los clientes de la guardería Marigorringo. De que el peluche gigante esté ahí y de todo lo demás se han encargado Irure y Miriam, dos jóvenes de Bilbao y Algorta con familiares en Basauri y la ilusión de dedicarse a los más txikis. Ambas se conocían de sus estudios en Psicología aunque, tras las clases, sus caminos se habían separado laboralmente. Pero la crisis hizo que las dos se quedaran sin trabajo y empezaran a madurar lo que a día de hoy es un exitoso negocio.

Actualmente, Marigorringo cuida de 16 bebés y espera otros tres a la vuelta de la esquina. Ahora no tienen más plazas para los niños mayores pero sí quedan vacantes para los más peques.

Este tirón del servicio entre los padres no es por culpa de la falta de guarderías públicas. De hecho, Basauri cuenta con dos que, según atestiguan las emprendedoras, tienen plazas libres. "Lo que pasa es que las haurreskolas no tienen flexibilidad de horarios. Y en Basauri los vecinos trabajan en fábricas, al quinto turno, por las noches, etc. No pueden amoldarse a las horas que marcan estos centros", explican.

"Tenemos desde los bebés más pequeñitos hasta niños de tres años. En vacaciones, los cogemos hasta de cinco años. Nuestra ventaja respecto a las públicas es que no hacemos puentes. Solo cerramos los días festivos del calendario laboral", explican.

Los comienzos de Marigorringo tuvieron forma de estudios, también a través de Behargintza. "Teníamos que saber si habría padres y madres interesados. Además queríamos amoldar los precios a la renta per capita de Basauri", aseguran.

Por el momento, el negocio va viento en popa, aunque aún no ven un duro, como ellas mismas reconocen. La inversión inicial y los sueldos del personal contratado hacen que vayan pagando las facturas pero sin mucho más margen de ganancia. Todo llegará. "Lo más difícil ya está hecho", se animan. Y es que los inicios no fueron fáciles. La primera semana contaron con solo dos niños.

A pesar de los quebraderos de cabeza que suponen las facturas, la contabilidad, el IVA y otro tipo de términos que desde el año pasado conviven con ellas, las jóvenes no acuden a la guardería con la idea de ir a trabajar, sino que lo hacen con el pensamiento de que están dedicándose a algo que les encanta. "No nos levantamos pensando que vamos al currelo. Es como una actividad más del día", afirman.