El presbítero anglicano John H. Newman, convertido a mitad de su vida al catolicismo y beatificado en tiempos recientes por el Papa Benedicto XVI, dio en el clavo cuando dijo aquello de que "las personas nos influyen, los libros nos convencen, los hechos nos entusiasman y las voces nos conmueven". Pocas hay que lo logren con más intensidad en nuestro entorno que las del coro Biotz Alai, que este año cumple noventa de vida. No en vano, fue fundado en 1923 como Coro Parroquial de San Nicolás de Bari, de Algorta, bajo la primera dirección de Manuel Gainza y la posterior de Ángel de Urigüen. Ayer, bajo la dirección de Josu Soldevilla y la presidencia de Joseba Landa, quien acaba de recoger el testigo de Txema Batarrita, presidente del coro durante 25 años, volvió a asombrar en una iglesia abarrotada, la Residencia de los Padres Jesuitas, allá en Alameda Urquijo. Para los despistados, en la iglesia aledaña a El Corte Inglés.

La formación de voces, que alcanza una temperatura apta para calentar los corazones cuando entra en acción, escogió ese escenario para ofrecer un concierto sacro, propio de estas fechas. Fue el primero de los dos anunciados este año: hoy cantan en casa, en la algorteña iglesia de San Nicolás de Bari, donde nació la formación de voces que ha recorrido medio mundo con un despliegue de tenores, barítonos y bajos capaces de hacer temblar el suelo.

Ayer, insisto, volvieron a demostrarlo. Aunque no puedan llamarse los chicos del coro (la edad, amigos, no os lo permite...) sus voces sonaron de película. ¿Las de quiénes? De gente como Fernando Álvarez, Santiago Burón, Andrés Izarra, Esteban Alboniga, Ignacio Churruca, Iñaki Unibaso, Javier Agirre, Guillermo Torrontegi, Arturo Goikoetxea, José Luis Erkoreka, Javier Urrutia, Andoni Crespo, Mon Fuentes, Ricardo Martín Ariño, Goio Aldama, Jesús Ormaza y un buen número de voces que interpretaron, de modo arcangelical, el O Salutaris y el Stabat Mater, de Juan Crisóstomo de Arriaga, el Tantum ergo de Vicente Goicoechea y la Messa Da Requiem de Lorenzo Perosi; piezas todas ellas, escritas para ensalzar la voz humana.

Testigos de una actuación que despertó admiraciones fueron Javier Olabarria, María Teresa Etxebarria, Rosa Hernández, María Cristina Etxeberria, venida ex profeso desde Donostia para pasar estos días en Bilbao y escucharles; Jaime Muguruza, Andoni García, José María Ortuondo, María Luisa Bilbao, Izaskun Bengoetxea y un buen número de gente que escoge estas fechas para escuchar buena música.

Otro tanto hicieron quienes ayer se acercaron al Teatro Campos para escuchar Carmina Burana una potente invocación coral a la diosa Fortuna, un canto al amor y a los placeres terrenales que retrata la piedad cristiana y el hedonismo pagano con un espíritu despreocupado, de regocijo y burla. Es, ya está dicho, la semana donde la música procesiona.