Biocombustible a partir del cultivo de microalgas, el libro del futuro, que alternará papel y la electrónica; los coches eléctricos y sus mil y un maneras de repostaje, un par de guantes inalámbricos, modelado e impresión en 3D, acceso a datos abiertos para las ciudades inteligentes, baldosas de Bilbao hechas a base de material procedente de la demolición, una medición óptica digital, proyectos de realidad aumentada, una fachada móvil basada en plásticos inteligentes, un reloj personalizable conectado a internet, una tarima flotante creada a partir de residuos de automóviles, Microsoft en el aula... Y así mil y un prodigios más, mil inventos que aventuran el porvenir más cercano, el futuro que ya está aquí.
¿Dónde es aquí...? En el claustro de la Universidad de Deusto, donde ayer se agradeció la bóveda de cristal que lo cubre tras años de vida al cielo raso. La electricidad y el agua de la lluvia no forman un buen matrimonio. La exposición tecnológica, en la que incluso tendrían cabida las chifladuras del profesor Bacterio, si existiese alguna que funcionase bien, ilustra la Semana Deusto de la Ingeniería y la Tecnología que se libra desde ayer en la universidad jesuita. Deusto ForoTech se llama y ayer abrió sus puertas de la mano de la decana de la Facultad de Ingeniería, Inés Jacob, en una sesión inaugural en la que Genís Roca, socio director de Rocasavatella, habló sobre los modelos de negocio que pueden funcionar en Internet y las pocas posibilidades que, a su juicio, tienen de sobrevivir Dropbox, Linkedin o el todopoderoso WhatsApp, guasap para los amigos. Guillermo Dorronsoro fue el encargado de moderar esa mesa, previa a la inauguración.
El claustro, ya digo, estaba atestado de ingenios. Y entre ellos se movían Andoni Egiluz, Fernando García, José Miguel Erdozain, José Luis Lekanda, los jóvenes Asel Villanueva, Tomás Madariaga, Andrea Elorza, Endika Gutiérrez, Jon Ander Peñalva, David Gómez, Álvaro Naveda y Asier Núñez, encantados con el show cooking (cocina innovadora en directo, organizada por el restaurante Sumo); Xabier Arraza, Roberto Ondarra, Luis Alonso, Juan Ramón Alegret, Luis Rodríguez, Javier Villanueva, Álvaro Ubierna, decano del Colegio de Telecomunicaciones; Jorge Sendagorta, Javier Ortega, Ángel María Gutiérrez, Antón Azlor, Txema Villate. José Manuel Hernández, José Antonio Montero, Sebastián Rico, Rebeca Cortazar, María Pascual, Lorena Fernández, Itziar Cenoz, Alex Bengoa, Xabier González, Laura Torres, Jesús Riaño, Ainhoa Alonso, Javier Santibáñez, Xabier Sabalza, Almudena Eizagirre, Nekane Sainz, Maialen Urkia, José Juan Sánchez, Rafael González, Iñaki del Río, Juan José Fernández, Elisa Martín, Ana Gallego y un buen número de invitados que disfrutaron de un paseo por ese bosque de hallazgos ingeniosos bien dispuesto. La visita de todos ellos fue amenizada por los revivals de jazz clásico del grupo Cocktail Rider, donde Mercedes Echevarri, Cé para el mundo de la escena, lleva la voz cantante.
La tarde-noche despertó la curiosidad de ingenieros, directivos, estudiantes y gentes de toda condición. A los invitados principales les entregaron un grabado de Covadonga Valdés titulado Magnolia. Fue un regalo conmovedor, casi de contrapunto: artesanía humana en el templo de la tecnología.