Era febrero de 1983 cuando el primer número de la revista Aldaba llamó a las puertas de los gernikarras para llevarles el resumen de las noticias más importantes que acaecían en la localidad foral. En su génesis fue el altavoz que trasladaba las inquietudes y actividades que, por aquel entonces, organizaban las nuevas agrupaciones que nacían en Gernika-Lumo, y que florecían fértilmente tras la muerte del dictador.

Taller de Ecología, Zine Klub, Andra Mari, Asociación de Espeleología... éstos y muchos otros, y no nombres propios, eran los créditos que aparecían en el organigrama de una publicación sin excesivas pretensiones y por la que muchos no daban un duro. ¿Quién lo diría? En su presentación, en el mítico bar Félix -más conocido como El Txino- "hubo quien predijo que no sacaríamos el número dos", rememora Teo Gandarias, uno de los cuatro supervivientes de aquella aventura junto con Vicente del Palacio, Javier Yarza y Marcos Estébanez. Ellos forman aún el núcleo duro de la publicación, aunque el disco duro, convenientemente actualizado, sea ahora Marian Rosco.

Actualidad municipal y del pueblo, se unían a reportajes de rugby -con una foto del eterno Hanka-, además de las aportaciones especializadas de los grupos creadores de la revista: fotografía, cine, ecología... Con un recuerdo a la revista Brisas Guerniquesas, antecesor de Aldaba, a quien quisieron homenajear en su estreno. "Era una anarquía de temas; sin orden, sólo sabíamos que los deportes iban al final", ríe Gandarias. El número 177, que verá la luz la semana que viene, versa sobre el barrio chino gernikarra, la entrevista a la nueva directora de Política Científica del Gobierno vasco...

Entre uno y otro número, los dossieres elaborados por el grupo de historia local Gernikazarra -asociación hermana- son los únicos contenidos con un lugar fijo y preeminente en la revista. El centenario de la llegada de la primera empresa a Gernika-Lumo -Esperanza y Unceta- es el enésimo tema que recopila la historia de la localidad. "Es una manera de recuperar su memoria", sintetiza Gandarias.

Como nexo de unión, Vicente del Palacio es integrante de ambas agrupaciones. "Destaca la pluralidad del grupo que puso en marcha el proyecto. Nos juntábamos en la actual Casa de Cultura más de 40 personas; gente de muchos partidos, del mundo de la cultura...", recuerda. Como irónicamente señalan en su editorial, "otros sólo se preocuparon de buscar el apellido político del niño recién nacido; y así, durante treinta años, ha sido bautizado según llovía o hacía sol".

La primera redacción de la publicación fue el txoko Zigertatxu, del que es socio Javi Yarza, hasta que el Ayuntamiento les encontró acomodo en el ala sur de las escuelas del Pasealeku. Desde allí han sido trasladados, como los gatos a sus crías, a un local en Errenteria, a otro sobre el antiguo juzgado -de uno a otro en al menos dos ocasiones-, hasta su actual sede en el antiguo colegio Sagrado Corazón.

100 pesetas "Ha salido Aldaba, 100 pesetas, con noticias de Gernika-Lumo", anunciaron desde los puntos estratégicos de venta en aquella ya lejana década de los 80. Hoy los precios han cambiado -también la moneda- y los cinco euros de coste parecen un gran encarecimiento; pero también lo es el gasto de impresión. "Vendemos 700 ejemplares, luego recaudamos 3.500 euros por número. Teniendo en cuenta que publicar cada revista nos cuesta 6.500 euros, salimos con un déficit de 3.000 euros a la calle", calcula Gandarias.

Estos gastos no van en consonancia con las ayudas que reciben, nunca suficientes, tenga quien tenga el bastón de mando municipal. "A todos los políticos les gusta salir; pero salir para bien. Cuando no les ha gustado, nos lo han hecho saber", suavizan los redactores, con más canas que en la foto frente al bar El Txino y aún mayor cintura -en ambos sentidos de la frase-.

Las ventas y la entrada de publicidad tampoco viven sus mejores momentos. La crisis económica y la proliferación de publicaciones que ahora realizan la labor de divulgación que en su época sólo hacía Aldaba -y que atraían a muchos compradores-, hace que el proyecto viva permanentemente en el alambre. "Debemos dar gracias a nuestros anunciantes, que entran por dar una ayuda a la revista", reconocen.

Aparte de la labor periodística, Aldaba ha posibilitado la realización de otras actividades que aún ocupan parte de la memoria de la actual generación de gernikarras, con la organización de la vuelta ciclista Gernikako Bira, la Milla o las 24 Horas de futbito. "Organizamos este campeonato porque, a poco de comenzar fueron las inundaciones y quisimos aportar una ayuda económica con ello; recogimos 80.000 pesetas", recuerda Yarza.

Punto y seguido En tres décadas, han sido muchos los periodistas de la comarca que han escrito sus primeros artículos en Aldaba. Cada uno ha ido haciendo su camino y nuevas generaciones han hecho que el proyecto siga adelante. "Con estos treinta años no celebramos nada. Es un punto y seguido. Aunque para nosotros no hay un relevo generacional, tenemos muchos colaboradores", narran. Nada que ver con los inicios en los que las reuniones de redacción eran multitudinarias, sin embargo, "es el mejor momento en cuanto a colaboraciones. Tuvimos una época dorada con los estudiantes de periodismo, pero luego hubo un bajón, porque nos mandaban currículum pero como no se paga...", insinúan.

En la era de internet, donde la información de los lugares más insospechados llega hasta los hogares a través de la fibra óptica, sigue habiendo quien la sigue llevando con cercanía, a golpe de aldaba.