Suena el bodhrán, instrumento de percusión inspirado en los viejos tambores de guerra celtas y se produce el milagro: el pub Residence, de Barrainkua, (el local donde Manu Iturregi despliega sus artes entre whiskies y cervezas con tal gracia que este año ha sido coronado como Farolín de los carnavales bilbainos...) se traslada a Temple Bar, una de los barrios más populosos de Dublín que toma su nombre, según cuenta la leyenda urbana, del pub homónimo, aunque la historia asegure que el origen del topónimo se encuentra en la prohibición de acceso a los judíos. Así es Irlanda, una tierra sembrada de música alegre y leyendas.

Desde el reel, hasta la giga, el hornpipe, la polka, la slip jig, el slide o el air, que es un tema lírico que se interpreta con total libertad, la música folk irlandesa marca un ritmo alegre que alborota los numerosos pubs de aquella tierra. No por nada la música del folclore irlandés y sus letras pasaron oralmente de generación en generación, a menudo en las populares sessions celebradas en pubs. Ayer, insisto, se vivió una de esas jam sessions en Bilbao, donde Félix Kortazar, la irlandesa Louise Cromin, Mario Martín, John Breen, Arantza Barcelona; los hermanos Charley y Richard George, Manu Falagan, Andoni Veccio e Iñaki Carro, entre otros desentrañaron algunos de los misterios de estas músicas centenarias, con instrimentos tan singulares como la Uilleann pipes o gaita irlandesa (mantiene técnicas ancestrales como el cut, roll, slide, pop, triplet, trill, hard D, vibrato, ghost D y cran; casi misteriosas para los profanos...) o el ya mencionado bodhrán y el tin Whistle (también llamado el feadóg en irlandés), una pequeña flauta de metal o madera de seisagujeros y otros más clásicos como el violín, la flauta travesera o la concertina.

De pub en pub la música tradicional de aquellas tierras perdura, quien sabe si porque sus adoradores han invocado su supervivencia a Leprechaun, sabio y adinerado duende al que si atrapas, te regalará su oro para que lo dejes marchar. Así lo dicta la mitología del país. De todo este mágico universo entre pintas y tinieblas disfrutaron quienes ayer se acercaron al local. Es ya una tradición. No por nada, Manu (acaba de abrir el Evidence en esa misma calle: un local que evoca al Estados Unidos de los años cuarenta..) recordaba que ya se celebra la novena temporada de sessions de estas características. Tan afamada es la costumbre que el año pasado se acercaron los integrantes de The Dubliners, legendaria banda, a tocar en directo en el local. O que el programa de la BBC escocesa que dirigen Phill Cunningham y Aly Bain ha rodado ya en el interior del local. Es el mundo celta acercándose a nuestros lares.

A la cita con esas melodías legendarias acudieron, entre otros, Gontzal Sabin e Iñigo Escobal, quienes tuvieron el año pasado su cuarto de hora al acompañar al Athletic en las finales en isocarro; Enrique Thate, Goizeder Pellicer, Dessiree Carrasco, Janire Hernández, el abogado Adbelkhalik Bentouhami, Julio Torca, Urko Martín, la trikitikari Izaro Olaso, Juan Seisdedos, Arantza Muguruza, Izaro Olazabal, Jon Hernández, Mikel Agirre y un buen número de seguidores de esta tradición de invocar a los fantasmas del ayer a base de alegres canciones y espuma de negras cervezas.