Barrika. Jon Larrazabal no cometió ningún delito contra la naturaleza con su proyecto de plantación de viñedos en la zona de Muriola de Barrika. La sentencia que ha dictaminado el Juzgado Número 2 de lo Penal de Bilbao es absolutoria, incluido también Alexander Albizu, responsable de la excavación. Al no existir delito, la Fiscalía retiró la denuncia y, por consiguiente, Txipio Bai también. Han sido seis años de lucha para demostrar su inocencia ante las acusaciones de que los rellenos usados en su plantación de txakoli contenían tierras contaminantes con altos niveles de arsénico y cadmio y de que ese paraje era habitado por especies protegidas, como la rana patilarga, el lagarto verdinegro y la orquídea salvaje.

¿Cómo se siente?

Siento que he vivido algo totalmente injusto. Siento impotencia. Tengo desazón. He sufrido una persecución y estoy muy desgastado. Cuando había cualquier tipo de elecciones, cierta prensa sacaba la noticia de alguna manera. Ha sido tremendo.

¿Cómo empezó todo?

Yo mantuve unas reuniones para poder hacer un proyecto de plantación de txakoli con los técnicos del Ayuntamiento, porque mi proyecto afectaba a una cantera que estaba abandonada y que ya en 1996 había sido rellenada por unas obras de la Diputación para una carretera. En mi familia tenemos un terreno pegado a esa cantera y ahí es donde inicié yo la plantación de txakoli. Y después, dos años más tarde, se hizo un proyecto mayor porque se implicaron los demás propietarios. Se pidieron los permisos y licencias oportunos y me los concedieron.

¿Cuándo empiezan los problemas?

Todo comenzó, a mi entender, por el error de un técnico municipal. Cuando se estaba realizando este proyecto, él apreció que la tierra era susceptible de ser contaminante. Lo escribió en un informe y paralizó las obras. Hizo el informe y lo archivó. No hizo nada más. No comprobó nada. No dio aviso a nadie. Y ese técnico sigue hoy en el Ayuntamiento. Es un error gravísimo. Y después, me he enterado de que se cometió otro muy grave y también por parte de otro técnico, ya que no notificó a Medio Ambiente las licencias que había otorgado para el proyecto del txakoli. Después, para subsanar estos errores encargó un estudio medioambiental y, mientras tanto, el grupo ecologista arremetió también contra el propio Ayuntamiento, además de contra mí. ¿Tengo que ser yo el pagano de toda esta historia?

¿Cómo han sido estos años?

Txipio Bai se ha cebado contra mí y no pudieron contra la institución y el alcalde. Desde 2002 a sido una persecución terrible. Además, alguna prensa ponía constantemente mi nombre y apellido y me calificaba interesadamente de alto cargo del PNV y yo lo que he sido es presidente de Barrika, porque llevo afiliado desde los 13 años y, como en una comunidad de vecinos, me tocó ser presidente durante una época. Yo no he tenido influencia de ningún tipo en el Ayuntamiento.

¿Cómo ha demostrado que los rellenos no estaban contaminados?

El arsénico y cadmio son generados por el propio suelo. Hay unas tablas marcadas por el Gobierno vasco, a través del manual de Ihobe, donde se establecen los índices máximos que puede haber. A través de las pruebas del Seprona, del estudio que encargó el Ayuntamiento, de otro estudio que hizo Exbasa, que es la empresa que se encargó de rellenar, más otro que hizo la propia plantación de los viñedos, quedó demostrado que los índices son inferiores a la contaminación. El cadmio es el normal y el arsénico es inferior del que está permitido en una zona de un parque de juegos infantiles; en ese caso es 30 y nosotros teníamos 27.

¿Y qué pasaba con la flora y la fauna protegida?

Los ecologistas decían que en esa zona había lagartos verdinegros y ranas patilargas. Pero en todos los estudios que se han hecho, también con los análisis de los biólogos, no han visto ni un lagarto ni ese tipo de rana. Y orquídea salvaje no hay ni una. Se demostró que no había nada. Lo que pasa es que el catálogo de la CAV de espacios naturales dice que toda la zona litoral de Bizkaia es hábitat favorable para que vivan estas especies, pero eso no quiere decir que vayan a vivir ahí. Pese a los informes del Ayuntamiento y los demás estudios, Txipio Bai ha mantenido la denuncia seis años. Ha habido una mala fe por su parte.

¿Cómo ha sido el juicio?

Tuvimos tres días de juicio, de 9.00 a 14.00 horas. Declararon técnicos municipales, de Seprona, un biólogo, un geólogo, un especialista en suelos contaminantes y otros técnicos que hicieron los informes, el anterior alcalde y los aparejadores. Al final, la sentencia es absolutoria. No hay posibilidad de recurrir. Por ello, la Fiscalía retira la denuncia, porque no hay delito, y de seguido lo hace Txipio Bai. Yo lo que quiero ahora es que se subsanen los errores y que se tenga en cuenta que los técnicos hicieron algo mal. Yo ya he demostrado mi inocencia y quiero dar las gracias a mi abogado Hugo Sánchez, que ha hecho un gran trabajo. A partir de ahora me gustaría que no ocurriera esto otra vez. Que ningún grupo ecologista o de lo que sea actúe así cuando hay informes y actuaciones que demuestran que no es cierto lo que dicen.

¿A día de hoy, cómo están los viñedos?

Una parte del proyecto sigue existiendo y otra parte, por problemas de desconfianza de los otros propietarios, está abandonado. Todo han sido problemas a raíz de la denuncia.