El encantador de perros y dueños
El centro canino Txiki-Eder de Gatika enseña a sus clientes cómo comprender y tratar a sus mascotas
Gatika
Un sol matutino de noviembre llena de luz las frías campas de Gatika. Sobre el césped un buen grupo de perros y sus dueños interactúan concentrados. Saltos, normas, disciplina y juego se funden en la clase que dirige con mano firme Julen Bilbao. Se trata de afianzar y redirigir ese vínculo que une a los canes con sus propietarios; un vínculo que en demasiadas ocasiones los humanos no saben gestionar ocasionando problemas de conducta en las mascotas. Precisamente para corregir esas trabas en la relación entre ambas partes nació hace ya años el centro canino Txiki-Eder.
Este centro, que fundamenta su labor en la escuela de perros y dueños, tiene su germen a principios de los 90. La familia de Julen Bilbao viajaba mucho por Europa y observaron que en países como Holanda o Bélgica había mucha cultura en torno al mundo de los perros y su educación. Fue así como surgió la idea de crear el centro canino Txiki-Eder que en un principio estuvo ubicado en Getxo hasta que en 2011 se trasladó a Gatika. Fue así como nació este proyecto familiar que se asienta en el amor y el respeto hacia los canes. "Este centro se fundó ante los problemas que hay con los perros en el medio urbano; surgió para que la convivencia entre perros y personas fuera correcta", explica Julen. Así nació la escuela de perros y dueños de Txiki-Eder, el principal pilar sobre el que se asienta el centro.
"Lo importante es que el dueño aprenda a entender a sus perros y a trabajar con ellos", comenta Oiane, la hija de Julen, que también está metida a fondo en esta labor. Así, en las clases que imparten en la escuela de perros y dueños intentan reorientar a los propietarios en su trato y su relación con los perros para evitar que una gestión errónea por parte de los humanos con respecto a los canes derive en malos comportamientos de las mascotas. "Lo que no se puede hacer es malgestionar, consentir, permitir y maleducar a un perro y luego condenarlo", enfatiza Julen. "Lo importante es saber educar a un perro, porque cuando algo está mal gestionado y mal educado, da problemas, primero en casa, luego en el entorno y después en la sociedad", añade este encantador de perros y dueños.
Pero el centro abarca muchos más ámbitos al margen de esta escuela. Desde hace seis años trabaja con perros de asistencia que ayudan en su terapia a personas con daño cerebral. Todo surgió a raíz de que el Centro de Día de Daño Cerebral Bekoetxe, situado en Bilbao, les propusiera poner en marcha un programa de zooterapia como algo puntual, como un experimento para ver cómo respondían las personas afectadas que acudían al centro de día. Tras comprobar los buenos resultados este programa se acabó consolidando y hoy día una vez a la semana, un grupo de usuarios de Bekoetxe acude a Txiki-Eder para trabajar e interactuar con los perros. "Son perros preparados para eso, que saben estimular a cada usuario", precisa Oiane. "Son dos boxer, un labrador, un jack rassel y un rotwailler. Son nuestros perros familiares, los guardianes de nuestra casa y que trabajan con nosotros", subraya Julen con una voz cargada de orgullo; una voz que deja entrever el respeto que siente hacia esos animales nobles, leales y trabajadores.
La experiencia ha demostrado que la zooterapia aporta importantes beneficios a personas con alguna discapacidad o con otro tipo de problemas, ya que esta interacción con animales preparados, en este caso perros, disminuye en los pacientes el sentimiento de soledad, incrementa la autoestima, fomenta la interacción social y proporciona estímulo mental y de memoria a corto plazo. En Txiki-Eder han sido testigos de primera mano de esos beneficios, y han comprobado que personas con problemas de movilidad o con dificultad para articular palabras se esforzaban tratando de acariciar a los perros e intentaban llamarles. "Hubo un caso de un chico que manejaba mal la silla de ruedas y poco a poco, con los perros empezó a controlarla", narra Oiane.
superación Sergio Argul adora a los perros. Entre ellos se encuentra en su salsa. Sergio es un ejemplo muy potente de los beneficios que los canes aportan a través de la zooterapia. La suya es una historia de superación. Sergio acabó en una silla de ruedas como consecuencia de un accidente de tráfico. Aún se le amarga el gesto cuando lo recuerda. A raíz de aquel hecho que supuso un punto de inflexión en su vida comenzó a acudir al Centro de Día Bekoetxe. Fue entonces cuando empezó a asistir a las sesiones de zooterapia en Txiki-Eder. Hoy día Sergio, de 38 años, ya anda, se desplaza solo y se ha convertido en una pieza importante en el día a día de Txiki-Eder. Comenzó como usuario y acabó echando una mano, colaborando en las tareas diarias del centro. Cuida a los perros, limpia las jaulas, juega con los canes e incluso ayuda en la educación de los animales. Ahora tiene su propio perro al que va a educar para que sea su mascota. "Es un schauzen y se llama Rocko", matiza Sergio. El joven tiene muy claro que la terapia con perros le ha aportado numerosos beneficios. "Lo he notado en mogollón de cosas: en el hecho de valerme por mí mismo, en el andar, en sociabilizar...", explica.
Sergio es un claro ejemplo de todo el bien que estos animales preparados pueden hacer en personas que se encuentran recibiendo diversas terapias o rehabilitación. Desde Txiki-Eder son conscientes del potencial de estos animales de asistencia y están sentando las bases de diversos proyectos terapéuticos. "Estamos trabajando en un programa para chavales con problemas de integración. Para gente con autismo, hiperactividad, conducta rebelde... Es algo que queremos poner en marcha", apuntan Julen y Oiane. Asimismo, están centrados en dar forma a otro programa dirigido a personas víctimas de violencia de género. "Se trataría de formar a perros para que sean el animal de compañía de esas personas a la vez que se les prepara para protegerles de posibles agresiones", describe Julen, y añade que ya cuentan con una importante experiencia formando a perros de seguridad.
Asesoramiento Txiki-Eder también cuenta con un servicio de hotel canino y brinda asesoramiento para aquel que desee adquirir una mascota. "Una persona tiene que entender que a la hora de hacerse con un perro debe asesorarse. Tiene que ser feliz con ese perro y el perro con él", explica Oiane. Los profesionales del centro se lamentan de que en los núcleos urbanos, en las ciudades, hay pocos espacios para la sociabilización y el ocio de perros y apelan a las instituciones para que potencien la educación canina. De hecho, desde Txiki-Eder se han puesto en contacto con ayuntamientos para plantear la posibilidad de poner en marcha seminarios de educación.
La brisa fresca de otoño hace ondular el césped de este centro ya tranquilo después de que el barullo de dueños y perros se haya silenciado tras la clase. Desde algún lugar del centro resuena el ladrido revoltoso de un joven border collie que exige atención. Es uno de los alumnos de Txiki-Eder. Pronto, Otto aprenderá a controlar su ladrido. Su carácter. Y sus dueños a gestionarlo. De eso se encargan Julen y Oiane.