Bilbao. Con casi un siglo de historia a sus espaldas -se creó en 1918-, Viviendas Municipales mira al futuro con arrojo para afrontar nuevos retos. Con un plan estratégico recién aprobado y un nuevo reglamento que regula el acceso a los pisos, son dos los ámbitos en los que quiere hacer especial hincapié. Por una parte, incrementar la inspección de las viviendas y, por otra, aumentar la rotación.

Viviendas Municipales se ha marcado un ambicioso objetivo de cara a los próximos cuatro años: inspeccionar todos y cada uno de los casi 4.000 pisos de alquiler social que gestiona en Bilbao. El objetivo es tanto acabar con la posible picaresca, comprobando que las familias que residen en esas viviendas son realmente los beneficiarios, como abordar otros posibles problemas de convivencia. "Nos hemos comprometido a inspeccionar y visitar todas las viviendas en estos cuatro años, de 2012 a 2015, en todos los ámbitos: queremos comprobar la titularidad, queremos saber si los ingresos que entran en ese hogar son los declarados, queremos ver el estado en el que se encuentra la vivienda... Hasta ahora no ha habido posibilidad ni recursos para hacerlo; pero, después de tantos años, merece la pena y es bueno que hagamos ese esfuerzo", destacó el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento, Ricardo Barkala.

Otro de los retos que se plantea Viviendas Municipales a futuro es incrementar la rotación del parque de viviendas. Actualmente, en Bilbao, unas 130 familias abandonan un piso de alquiler social al año, un índice de rotación "muy bajo". "Lo ideal es que hubiera una rotación más elevada, porque eso supondría que las familias mejoran su situación y pueden salir al mercado libre", defendió Barkala. También quieren abordar los problemas de convivencia, a pesar de que solo afectan al 3% de los inquilinos. "Son 130 familias, pero son bastante, porque causan problemas a los que tienen alrededor. Es uno de los problemas en los que vamos a tener que trabajar", finalizó.