SANTURTZI Aún son perfectamente visibles pero las chimeneas de la central térmica que Iberdrola posee en Santurtzi tienen los días contados. Los operarios de la empresa alemana Europoles comenzaron el pasado lunes, según fuentes de la eléctrica Iberdrola, a desmantelar los iconos de la térmica, que ha formado parte de la historia de Santurtzi durante los últimos 45 años. El derribo tiene un presupuesto de 2.460.000 euros y se alargará durante, al menos, los próximos once meses.

La demolición de las chimeneas, sin embargo, no será visible hasta dentro de unos meses. Y es que los operarios que estos días se afanan en la tarea de demolición han comenzado el trabajo en el interior de la chimenea más pequeña, que mide 156,5 metros de altura. Poco a poco y de arriba hacia abajo, se destruirá el revestimiento interno de la estructura gracias a una máquina de demolición que colgará mediante el cable de un soporte horizontal de tres patas. La máquina se maniobrará por control remoto desde el interior de la chimenea, dando lugar a un sistema de desmontaje que nunca antes se había llevado a cabo.

Tras finalizar en el interior de la torre más baja, se comenzará a trabajar en el revestimiento externo. Para esta tarea, Iberdrola utilizará una nueva maquinaria que se apoyará sobre la propia chimenea por medio de patas. En este caso el control también se realizará de forma remota con un operario situado en una plataforma perimetral de seguridad.

La máquina irá descendiendo por la chimenea más pequeña, instalada en Santurtzi en el año 1967, según avanza la demolición. Según las fuentes consultadas por DEIA, el derribo de la primera chimenea se desarrollará al mismo tiempo que se comienza a trabajar en el interior de la campana alta, que asciende hasta los 186,5 metros de altura.

El desmantelamiento de la planta santurtziarra comenzó en mayo de 2010. En esos primeros trabajos se retiró el aislamiento térmico de los equipos I y II de la planta de fuel oil y se retiraron los tanques, las calderas y los transformadores. Más tarde se acometió la demolición de la obra civil. Ahora ya solo queda por delante el laborioso trabajo de echar abajo las chimeneas, cercanas al barrio San Juan de Santur-tzi y visibles a la perfección desde el monte Serantes. Lo último será, tal y como explica Iberdrola, los análisis de la calidad del suelo, que se efectuarán una vez desaparecidas las estructuras.

Recuperar espacios El paisaje cambiará entonces en Santurtzi, un municipio que ha recibido la noticia con mucha "satisfacción". "Por fin llegamos al final de un proceso, porque hay quienes solo hemos conocido en Santurtzi las chimeneas, y todo lo que sea avanzar en el sentido de eliminar hipotecas que hemos tenido es positivo", afirmaba Ricardo Ituarte, alcalde de la localidad marinera. "Este pueblo ha tenido que sufrir mucho en aras del progreso y afortunadamente ahora vivimos procesos opuestos", señalaba afrontando el proceso de cambio "con ilusión" por recuperar los espacios "perdido en pro de instalaciones incómodas".

El desmontaje de la central, después de más de 40 años en funcionamiento creará toneladas de residuos que, en la medida de lo posible, serán reutilizados. Es el caso de las 13.300 toneladas de hormigón que se rescatarán de las chimeneas y que la eléctrica aprovechará para cementeras o para el puerto bilbaino. Los residuos generados descenderán durante las obras de desmantelamiento por el interior del fuste y serán retirados por una máquina retroexcavadora.

Entre ellos se encontrarán 3.750 toneladas de ladrillo refractario no contaminado, 2.480 toneladas del mismo material pero contaminado y 510 toneladas de hierro y acero que serán depositados en vertederos autorizados, según destaca Iberdrola.