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El 'txoko flotante' de Bittor se despide

Laraudogoitia no organizará este año la merendola en el puerto después de la procesión de El Carmen

El 'txoko flotante' de Bittor se despideMarta Hernández

Bittor Laraudogoitia se retira. No es que no vaya a trabajar más, pues está jubilado desde hace un tiempo; tampoco es que deje de ser alcalde de Plentzia, eso pasó hace muchos años, en 1991. Lo que ocurre es que Bittor ya no será el alma de las fiestas de El Carmen en el puerto de la villa. Durante 20 años, el exedil organizaba después de la procesión marítima de la virgen una merendola en su barco a la que se apuntaba todo el pueblo. "Se había convertido en una tradición. Todo el mundo pasaba por allí, le dábamos un pintxito de tortilla con un pimiento encima, y un trago del porrón y a disfrutar del ambiente festivo", cuenta con cariño Bittor.

Pero pese a que es "un chaval de 70 años", el esfuerzo que supone ser el anfitrión de este festejo le ha llevado a dejarlo. Este año no habrá celebración en el Georgina de Laraudogoitia. "Me da pena. Pero antes lo hacía con mucha vitalidad y muy bien; ahora ya me cuesta más, me supone mucho trabajo. Además, no hay derecho a que yo acapare ese sitio de por vida", sonríe. Por eso espera que "alguien lo copie para que no se pierda esa fiesta en la rampa".

El txoko flotante de Bittor, como él mismo lo define entre risas porque "pescar poco, pero pasear y tomar txakoli mucho", ha sido uno de los centros neurálgicos de las fiestas de Plentzia. "En realidad, quien se encargaba de todo era mi mujer. Ella era el fenómeno, yo era el ayudante. Mi mujer preparaba 14 tortillas y 30 docenas de pimientos. Luego traíamos txakoli y vino, unas ensaladas, un poco de picoteo…", desvela el exalcalde. Y además de con comida, el buen ambiente se generaba con música. Por allí han pasado en estos años "componentes del Biotz Alai, del coro de Plentzia, también del coro de abogados de Bilbao. Se montaba un festejo…", recuerda Laraudogoitia.

Los orígenes de esta tradición se remontan a hace más de 50 años. "Cuando tenía 17 años se hacían excursiones a Ondarroa el Día del Arrantzale. Montábamos en el autobús, en aquellos antiguos de dos pisos, y allí me agradaba mucho ver el ambiente del puerto. Todo estaba lleno de lonjas, cada una de un barco pesquero y las tripulaciones se reunían con sus familias y comían marmitako y de todo. El dueño del puerto, que era de Plentzia, Antón González, nos metía en una de las lonjas y comíamos y bebíamos. Lo pasábamos pipa. A mí me generaba una envidia tremenda y siempre estuve pensando en cómo hacer algo así en Plentzia. Algo igual era imposible, pero cuando terminé mi periodo de alcalde, en el año 91, ya había madurado la idea: después de la procesión, yo arrimaba mi gasolino a la rampa y sacábamos unas tortillas y algo de beber para todo el mundo". Y así fue hasta 2011.

Un legado Pero la iniciativa de Bittor dejará huella, como lo ha hecho su mandato como alcalde de Plentzia. Solo fue una legislatura (1987-1991), pero en ella se construyó el actual puente de la villa y el puerto deportivo. Laraudogoitia evoca cómo fue a Madrid a buscar a Javier Manterola para decirle que quería un puente del futuro. "Cuando regresé con el proyecto toda la Corporación se quedó asustada. Luego les convencí, pero cuando después el pueblo vio lo que íbamos a construir yo creo que ni el 1% estaba de acuerdo", comenta.