Bilbao.
Gatos y perros son, desde tiempos inmemoriales, los animales de compañía por excelencia. Durante siglos han acompañado a los seres humanos colaborando en tareas tanto domésticas como profesionales, desde evitar la proliferación de roedores hasta ayudar en las labores del pastoreo o en la seguridad de los hogares. Han sido muchas las ocasiones en las que estas mascotas han dado lo mejor de sí para ayudar a sus amos, sin embargo, también son muchas las veces en las que a cambio de su incondicional cariño, compañía y devoción han recibido el desprecio y las agresiones de aquellos a los que protegían. Muestra de ello, son los numerosos casos de brutales maltratos, crueles abandonos y encierros perpetuos a los que se han visto sometidos algunos animales. Y, lamentablemente, en muchas ocasiones, los responsables de tales atrocidades son sus propios dueños, aquellas personas a las que han querido y acompañado incondicionalmente.
La Asociación Socorro Animal Amigos de Milord (Asaam) trabaja desde hace años rescatando animales maltratados, curándolos y dándoles un hogar donde recuperarse y vivir en paz. Al mismo tiempo, tratan de crear una conciencia social para evitar que los animales sean vistos como meros objetos de los que sus dueños se puede deshacer porque se han cansado de ellos, dejan de ser útiles, molestan y se convierten en una carga de la que hay que deshacerse.
Denuncia Assam presenta una larga lista de atrocidades que, según denuncian, se cometen "a diario".
Uno de los ejemplos más recientes y mediáticos se vivió en Portugalete. Tal vez por falta de medios para mantenerle, un hombre trató de deshacerse de su perro. Solicitó al veterinario su eutanasia, pero ante la negativa del profesional, el amo ató al animal en un descampado y le apaleó. Varios vecinos detuvieron la paliza y pusieron a Goliath -como le rebautizaron- en manos de una protectora de animales.
Asaam denuncia que muchos ayuntamientos "hacen caso omiso" a estas agresiones. "Muchos ayuntamientos adoptan una actitud de indolencia e incluso de directa inacción; comportamientos que atentan no solo contra la más elemental humanidad, sino contra la jurisprudencia establecida, ya que las entidades locales tienen, además de la potestad de actuar en el ámbito de la protección animal, la obligación de actuar de oficio", manifiestan desde Asaam. Si bien, el Ayuntamiento portugalujo sí se movilizó para localizar y sancionar al dueño de Goliath y presunto responsable de la agresión.
A pesar de las crueles historias que relatan desde la asociación, son muchas las ocasiones en las que consiguen salvar a estos animales y encontrarles un hogar de acogida donde lograr un final feliz. El último caso de maltrato denunciado por esta asociación fue el de Soco, una hembra de pastor vasco que fue encontrada en el monte entre el barrio bilbaino de La Peña y Arrigorriaga. Fue un senderista, o más bien el perro de este, quien la descubrió atada con una cadena corta a un tronco de maleza, sin posibilidad de moverse ni de alimentarse, por lo que, de haber permanecido más tiempo allí, habría muerto de inanición. "Hay muchos más casos de abandono de perros en el monte de los que conocemos porque los dejan en lugares donde es muy difícil encontrarlos", explica Mariano Macho, responsable de Asaam Bizkaia. Soco pudo recuperarse. "Da pequeños paseos y sabe utilizar los pasos de cebra, lo que demuestra que ha vivido en ciudad", afirma Mariano. Además, ya tiene dueño, uno de los miembros de la asociación que participó en el rescate se quedará con ella.
Pero no todas las historias tienen un final feliz y no todos los animales se recuperan. Historias como la de Carla, una preciosa gata atigrada, es uno de los casos con un triste final. Un día, mientras Carla paseaba, unos niños le propinaron varias patadas. "Carla estaba preñada y los golpes provocaron que se le rompiera la placenta. Perdió mucho líquido amniótico y, finalmente, rompió aguas", narra Mariano. Asaam recogió la gata y la llevó a una clínica veterinaria donde le practicaron una cesárea. Extrajeron a los cachorros, pero eran aún muy pequeños y ninguno de los cinco sobrevivió.
Tampoco Txispas, un mestizo de mastín y labrador de 6 años, y Kiro, una gatito callejero, acabaron bien. Ambos fallecieron como consecuencia de los golpes, disparos y agresiones que les infligieron. "Es increíble el grado de crueldad al que puede llegar el ser humano. Me parece inconcebible", lamenta Mariano.
Por su parte, Luci o Archie salieron adelante a pesar de la pesadilla que sufrieron. La primera es una perra que vivía en Córdoba junto a su dueño y, al parecer, supuso un exceso de equipaje mientras viajaban por el norte de la Península. En plena autopista, mientras circulaban por Getxo, su dueño la lanzó al vacío desde el conocido como puente de los pajaritos que pasa sobre el humedal de Bolue. Milagrosamente, Luci sobrevivió a una caída aproximada de 10 metros. Sin embargo, sus heridas fueron graves. Tras varias operaciones y nueve meses de rehabilitación, en septiembre de 2011, recibió el alta médica. Hoy, Luci ha superado sus lesiones, puede andar y vive feliz con su nueva familia de acogida.
También el humedal de Bolue se convirtió en una pesadilla para Archie. Unos desalmados vejaron a este perro y le abandonaron a su suerte. Tras la cirugía de reconstrucción, su recuperación fue complicada, fueron 22 días de dolorosas curas. "Aún hoy tiene miedo a los hombres, tal vez el que le hizo eso era un hombre", afirma Mariano.