URDULIZ. TIENE la voz cavernosa, potente. Y una carcajada franca, que le surge de lo más profundo de las entrañas; como debe ser en un tabernero de los de verdad, de esos que tienen el trato afable, el pasado curtido y la sonrisa canalla. Patxi Lazkano es una de esas personas polifacéticas, con mil y un inquietudes. Está al frente de la taberna Basartena, en Urduliz, una labor que combina con su faceta como actor, y desde hace unos meses, también con su trabajo en un centro de reinserción de menores. Y esos son solo algunos de los muchos palos que ha tocado este urduliztarra que ama el rock & roll y que ha formado parte de un grupo de agro punk...
Pero antes de echar anclas en el Basartena, este pirata en tierra, probó otros oficios, otras vidas. Nacido en Bilbao hace 51 años, frecuentaba ante todo Getxo, de donde era su ama. Aprendió la profesión de su aita, relojero, y como tal trabajó en varias relojerías del botxo. Pero los años 80 no fueron propicios económicamente. "La relojería entonces iba mal. Había crisis. Decayó la venta de joyería. La gente dejaba agujeros que no pagaba... Además, coincidió con el cambio de los relojes automáticos y de aguja a los digitales. De trabajar con mecánica, se pasó a la electrónica", explica.
Así que, se planteó el montar su propio negocio. Incluso pensó en poner una tienda de ropa, para lo cual estuvo buscando un local adecuado por Algorta. "Siempre me ha gustado la ropa, desde que trabajé de chaval como pinche, como recadista, en la sastrería Cardenal, en Bilbao", narra. Fue allí donde se familiarizó con los diferente tejidos: con el popeline de tergal, con la franela... Y donde comenzó su historia de amor con el algodón. "Estoy enamorado de las camisas de algodón. Me encanta plancharlas, su sobriedad... ¡Las dejo impecables! La gente flipa cuando les cuento esto", narra riendo.
Finalmente la balanza se inclinó por el mundo de la hostelería, y junto a su hermano Mikel, puso en marcha el Basartena en Urduliz en 1991. "El local cogió mucha fama en los pueblos de alrededor y venía mucha gente de Algorta, de Bilbao, muchos moteros... Llamaba mucho la atención que se acercara tanta gente a un bar de un pueblo pequeño como este", explica. En 2001 Mikel se fue al sur para emprender allí otro negocio de hostelería y Patxi se quedó al frente del Basartena. Esta taberna se ha convertido en todo un punto de encuentro en la zona, sobre todo para los jóvenes. Destaca su variedad de cervezas, o sus copas y gin tonic preparados con esmero. "Y la música. Aquí el rock & roll es referente", afirma. En este pequeño templo de la música, en los inicios sonaban vinilos, y después Patxi apostó por ofrecer conciertos de grupos de la zona, o incluso teatro. "Siempre hemos estado vinculados al mundo artístico y cultural. Se trata de que los chavales tengan un sitio para desarrollar sus inquietudes", subraya. "Incluso ha habido momentos que sobre las cuatro de la tarde, cuando no hay mucha gente, les he dejado a grupos ensayar aquí", asegura.
grupo de 'agro punk' Esta afición por la música le llevó a Patxi a formar parte de un grupo que trabajaba un curioso género musical que ellos denominaban agro punk. Esta formación llamada Stropajo, nació como un hobby, tocando en txokos de amigos, y acabó grabando dos CD, Centros comerciales y Guerra Santa. Diez años duró esta aventura musical. Pero llegó un momento en el que las obligaciones, el día a día, hicieron inviable seguir con el proyecto. "Como teníamos nuestro público, antes de que llegara el declive, decidimos dejarlo en 2009 con una fiesta de despedida", explica.
Y al currículum de Patxi hay que sumarle su faceta como actor que comenzó hace unos catorce años, cuando unos chicos de Algorta, clientes del bar, le propusieron hacer una prueba para trabajar como actor en un corto que iban a grabar. "Yo nunca había hecho nada de eso y me cogieron", explica. Así pues, grabó su primer corto, Carta a Lucio. Y a partir de ahí, una cosa llevo a otra y Patxi ha intervenido en muchos cortos y spots publicitarios. Hoy día incluso participa habitualmente en los proyectos del profesor de la EHU-UPV, Patxi Urkijo. "Ahora tengo que renunciar a algunos trabajos que me ofrecen como actor porque no me queda tiempo", se lamenta. Esta vinculación al mundo del cine le llevó a Patxi a organizar un concurso de cortometrajes en Urduliz que este año cumple su quinta edición y cuya convocatoria ya está abierta. Este certamen se ha consolidado de tal manera que en la pasada edición se presentaron más de 240 trabajos de todo el Estado. Ahora, Patxi ha abierto otra ventana más de su versatilidad y desde el pasado julio simultanea su labor al frente del Basartena con un trabajo en un centro de reinserción de menores. "Me gusta trabajar con los chavales, tengo buena comunicación con ellos", asegura. "Es un trabajo muy gratificante", añade.
Y sonríe constantemente. A pesar de las horas y horas de curro. A pesar de que hay que reinventarse y echarle imaginación para que el negocio siga así de vivo. Los clientes entran al Basartena y antes que nada buscan con la mirada a ese tabernero que les recibe con un saludo de trueno, de tormenta fresca de verano. Es Patxi el barman. O Patxi el músico. O Patxi el actor. O Patxi el relojero... Y vaya usted a saber con qué más nos sorprende en el futuro.