La historia minera abrió posada en La Arboleda
La casa minera recuperada por la Diputación recibió su primera visita guiada
trapagaran
FUE como una vuelta atrás en el tiempo hasta la época en la que el barrio de La Arboleda, en Trapagaran, era el máximo exponente de la minería vasca. Ayer, una veintena de personas -llegadas fundamentalmente de Ezkerraldea- tuvieron la oportunidad de conocer de cerca la historia de Meatzaldea a través de la primera visita guiada organizada por el Museo de la Minería del País Vasco en torno a la casa minera recuperada por el departamento de Patrimonio de la Diputación foral de Bizkaia.
Las ricas tierras de esta zona de Las Encartaciones, otrora dedicada a la labranza o al pastoreo, ocultaban un gran tesoro en forma de mineral de hierro que ya explotaron los romanos, tal como detallara Plinio el Viejo, y que para los lugareños suponía una fuente extra de ingresos arañando los montes de Triano, lo que les permitía obtener mineral de hierro de gran calidad con el que fabricar objetos de labranza y de uso cotidiano en las cercanas ferrerías como la de El Pobal en Muskiz.
Sin embargo, esta relación extractiva amable de la riqueza minera, se trastocaría con la pérdida de los fueros y el nuevo ordenamiento jurídico que convirtió un terreno comunal en objeto de deseo de los grandes terratenientes de la época que adquirieron los derechos de explotación minera de la zona.
Es a partir de este momento, en el último cuarto del siglo XIX cuando surgen los poblados mineros como el de La Arboleda, "creado por y para la minería", tal como destacaba el guía de la visita, Gorka Abad, quien fechaba el origen del populoso barrio en 1877.
3.000 vecinos En 1884 la Arboleda contaba con 407 vecinos, 1.155 domiciliados y 2.856 habitantes, lo que significaba que más de la mitad eran transeúntes. Era el barrio trapagarandarra con mayor población, con 165 edificios, al que seguían en importancia los de Larreineta, Parkotxa y Matamoros, mientras que en la zona baja del municipio se contaban 1.009 habitantes. "Se pueden imaginar que con tantos vecinos y tan pocas casas, en este pueblo se daba un importante fenómeno de hacinamiento", recordaba Abad delante de una de las viviendas particulares que aún conservan la tipología de las casas mineras.
Antes, la visita acercó a conocer otro de los símbolos que la actividad minera ha creado en La Arboleda, el pozo Ostión o Ustión, uno de los tres lagos surgidos tras el abandono de la actividad minera y que hoy constituyen uno de los atractivos de la zona alta de Trapagaran. "El mineral rubio que se extraía aquí estaba impregnado de tierra arcillosa que había que retirar lavándolo, por lo que, tras décadas y décadas de actividad, se generaron unos lodos que han impermeabilizado el fondo generando estos lagos que se alimentan sobre todo del agua de lluvia aunque algún regato también lo alimenta", señalaba Abad quien destacaba como los mineros tenían que trabajar en la tarea, "llenando diariamente 15 toneladas de mineral en vagonetas para poder cobrar".
Vistos los alrededores, y tras situarse en el proceso de la minería, los asistentes llegaban a la joya de la corona, la casa de mineros que tras dos años de arduo trabajo ha recuperado la Diputación vizcaina. Apenas 49 metros cuadrados en los que las familias de los mineros debían habitar en condiciones que a más de un visitante le hizo recordar los tiempos de la esclavitud. "Aquí llegaban a convivir hasta tres o cuatro familias, según el número de miembros, por lo que se pueden imaginar las condiciones de vida que tenían los mineros", apuntaba Abad quien recordaba que antes de estas construcciones "individualizadas", los trabajadores vivían en barracones en los que podían juntarse entre 40 y 50 hombres.
Frente a esas construcciones, las casas mineras, ya con mujeres bajo ese techo, contaban con detalles como el mobiliario que humanizaban la existencia de estos obreros cuyo trabajo sentó las bases de la prosperidad industrial vasca.