Bilbao. Las prostitutas han regresado a las Cortes. La ordenanza de espacio público aprobada hace seis meses en Bilbao ha cumplido uno de sus objetivos. Los clientes no quieren verse sorprendidos por la policía y mucho menos tener que justificar en sus domicilios una multa por este motivo con lo que han abandonado la práctica del sexo en los coches con prostitutas que se apostaban en las calles de Miribilla. La falta de hombres ha provocado que las mujeres vuelvan a la zona de las Cortes, barrio donde históricamente se ha ejercido la prostitución en la capital vizcaina.
Los datos de la asociación Askabide cifran en unas 700 las mujeres que ejercen la prostitución en las calles de la villa. Según confesó el propio concejal de Seguridad Ciudadana, Eduardo Maiz, "la prostitución está en todo en Bilbao y, fundamentalmente, en la zona de Abando, pero vía teléfono y en pisos", destacó el concejal.
Miribilla, el último foco de prostitución que existía en Bilbao, ha dejado de ser un problema para los vecinos. A cambio, las prostitutas han vuelto a las Cortes, un barrio que históricamente ha albergado la práctica sexual a cambio de dinero. Pese a ello, esta zona del botxo lucha por ofrecer una imagen renovada. Antes de Miribilla hubo otros focos en las calles Fernández del Campo, General Concha e incluso en la plaza Indautxu, siempre prolongaciones de Bilbao La Vieja. Sin embargo, la presión policial intensificada por las quejas vecinales ha hecho que siempre acaben volviendo a las Cortes, a pesar de que los vecinos del barrio también las rechazan. La prostitución en la villa se mantiene como un tema caliente. En 1998, Bilbao se convirtió en el primer municipio del Estado en regular la prostitución que se ejercía en los clubes de alterne.
Se hizo a través del Área de Urbanismo. El Consistorio bilbaino marcó una distancia mínima entre los locales -500 metros- así como las condiciones higiénico-sanitarias que han de reunir las habitaciones donde se preste el servicio. Con la regulación de los clubes desaparecieron una buena parte de los prostíbulos que había en la calle General Concha y los vecinos vieron solucionada una situación que se les hacía insostenible. Tanto que incluso habían llegado a establecer turnos para vigilar los portales. Sin embargo, aquella ordenanza municipal no hacía referencia al ejercicio de la prostitución en la calle. Así que las quejas de los vecinos de los barrios colindantes a las Cortes no tenían un amparo legal.
Protestas Las últimas protestas surgieron en Miribilla donde una quincena de mujeres se colocaban por la noche en torno a la rotonda próxima a las Cortes, cerca del nuevo colegio público. Los clientes acudían en coche en busca de sexo y se generaban molestias y situaciones desagradables para los vecinos. Se realizaron numerosos llamamientos al Ayuntamiento para que controlara las transacciones en la calle, y se pidió una ordenanza que regulara el oficio más antiguo del mundo.
Las asociaciones de vecinos solicitaron que la Policía Municipal instalara cámaras de seguridad al igual que en San Francisco, pero no se accedió a sus peticiones. La situación llegó hasta el punto que una de las noches, desde un balcón del barrio de Miribilla, se tiraron perdigones con una escopeta que hirieron a una de las mujeres.
El debate sobre la prostitución en esta zona tomó relevancia. Coincidió además con la polémica suscitada en torno al ejercicio de la prostitución en otras ciudades como Barcelona o Sevilla, donde también se redactaron ordenanzas para controlar su ejercicio en la vía pública. Por ello, hace seis meses el pleno del Ayuntamiento de Bilbao aprobó la ordenanza de Espacio Público, una de las ordenanzas más polémicas aprobadas en la ciudad con la que se pretendía sentar las bases para regular todos los usos de la calle. En uno de sus artículos se aprovechaba para abordar el ejercicio de la prostitución. El nuevo texto establece sanciones de entre 300 y 3.000 euros a prostitutas y clientes si se les sorprendiera practicando el sexo en la calle.
La medida, según ha señalado a DEIA el concejal de Seguridad Ciudadana ha surtido efecto. En lo que lleva en vigor esta ordenanza la Policía Municipal ha puesto ya una decena de sanciones entre clientes y mujeres. A los hombres les resulta muy duro explicar en sus casas el motivo de la sanción. "Una multa de 300 euros no pasa desapercibida", aclara. Este es el motivo, según el concejal de Seguridad Ciudadana, por el que los clientes se han visto disuadidos de ir a Miribilla en busca de sexo de pago. Por contra, las mujeres han regresado a las Cortes donde hay una mayor permisividad porque no se producen quejas de los vecinos.