Disfraces para alegrar una triste realidad
Nada más triste, nada más punzante en el corazón que el sufrimiento de un niño. Un escalofrío de dolor recorre la espina dorsal de los sentimientos cada vez que sale a la luz la historia de un niño que sufre. Y no son pocos. Desde Aspanovas, una asociación que surge en 1989 para hacer frente común a la angustia (y a las necesidades...) de un grupo de padres cuyos hijos habían sido diagnosticados de cáncer, advierten de que cada año se suman a esta triste caravana cuarenta casos nuevos, sin contar el penoso goteo de las recaídas. La voz de su presidente, Juan Carlos Fernández, retumba como un trueno cuando pide más ayudas, más investigación, más donaciones de médula, una de las tablas de náufrago a las que recurre la comunidad científica. "No se habla tanto de ello como de las donaciones de sangre, pero para muchos niños el uso de las células madre extraíbles de esas donaciones es la única salida..."
Frente a esa realidad aparecen el escena los superhéroes solidarios que lo mismo recortan la silueta de un murciélago en el cielo, que sucumben al poder de la criptonita o traza, en zigzag, una zeta sobre la piel de los malvados. Lo que quiere decirse es que un ejército de jóvenes de buena voluntad ha empleado la imaginación como arma de destrucción masiva de la desesperanza. Así, organizaron una fiesta para recaudar fondos para Asapanovas con un requisito insólito: llegar vestidos de superhéroes. Eran disfraces para alegrar la triste realidad. En la sombra, los hombres y mujeres de Creativity Zentrum, que también pidieron la donación de prendas de ropa para Tebal Elkartea, una asociación local que colabora con el Sáhara.
Ayer activaron el ¡clic! del ingenio en la estación de Feve, donde Verónica Portell vigilaba con la perspicacia de un guardagujas, aunque ya quisiera cualquiera de éstos tener su sonrisa, la misma que despertó cuando aparecieron en el andén de la estación Jone Zubiaga, Elena Ruiz y Naia de Busturia vestidas con capa y calzas rojas, como si fuesen hijas de la estirpe de Superman. No fueron las únicas. A la fiesta, espolvoreada con la música de El Mentón de Fogarty y la música servida por el dj Edu Terreros, acudieron de esa guisa Silvia Manchón, Imanol Ortiz, Alejandro Merino, Gorka Etxebarrieta, Montxu Béjar, Josune Barrón, Joseba Olaizola, Virginia Cuadrado, Begoña Muguruza, Naira Sánchez, Maite Saitua, Nekane Garay, Idoia Atutxa, Ander Hernández, June Urrutia, Gabriela Ortuondo, Naia Alonso, Kirmen Kortabarria, Agurtzane Manzanos, Aitziber Petralanda, Gari Abaitua, Miren Apoita, quien no paraba de reírse a mandíbula batiente en medio de la singular celebración; Garazi Uribe, Matxalen Gartzia, Naiara Ortiz, Miguel Hernández, los hermanos Javier y Gorka Olaizola y un sinfín de participantes que dieron a la romántica estación -no hay vidrieras ni frontales comparables en todo Bilbao...- un aire especial, como si a los pies de los raíles se celebrase una convención de forzudos, de gente capaz de levantar, con una sonrisa, otra que parecía perdida: la de un niño enfermo.
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