BILBAO. Todo es grande en la Variante Sur Metropolitana (VSM). DEIA efectuó ayer el primer recorrido que un medio de comunicación realiza por la nueva autopista de pago que se inaugurará esta primavera con un objetivo claro: evitar el paso de camiones por Bilbao y redistribuir los tráficos de vehículos por la metrópoli, entre Trapagaran y Larraskitu.
La experiencia apabulla por las cifras. Casi mil millones de coste en total, por un itinerario de cerca de 18 kilómetros de largo que no se posa en tierra -todo son túneles o viaductos- y con una tecnología que ha tenido en cuenta hasta el último detalle para evitar futuros accidentes en las galerías, las zonas de tránsito con más riesgo.
Una infraestructura colosal que ya es una realidad después de más de cuatro años de obras para una alternativa viaria que tiene un futuro mínimo de 30 años. Donde cada puente que se ha tendido ha utilizado fórmulas de ingeniería diferentes, donde han trabajado -y trabajan- alrededor de 4.500 personas y se ha generado un excedente de nueve millones de metros cúbicos de tierra y roca.
La visita de ayer tuvo como cicerones de excepción a la diputada foral de Obras Públicas, Itziar Garamendi, y a su director, Carlos Estefanía. La marcha se inicia en los accesos construidos en el barrio bilbaino de Larraskitu camino de Trapagaran. El único túnel de dos carriles que se ha construido en esta obra permite al microbús emerger en el área de servicio ubicada sobre el barrio de El Peñascal.
Aquí se ubica el centro de gestión de la autopista también conocida popularmente como Supersur. Es el corazón de la infraestructura. Un edificio que albergará los garajes de las máquinas necesarias para la conservación de la autopista y las dependencias de control en cuya sala principal 46 monitores, doce de ellos de 72 pulgadas de tamaño, escrutarán todo el recorrido y sus dependencias. El nivel de vigilancia que se va a aplicar es tal que cualquier cambio en el status quo de la vía, por ejemplo, que alguien coja un extintor en un punto de auxilio, se reflejará en las instalaciones de Larraskitu; un bloque de cristal y hormigón donde trabajaran 30 personas las 24 horas del día.
El viaje de descubrimiento sigue por el túnel más largo, el de Arraiz, de casi 2.300 metros de longitud y tres carriles de ancho. Se procede a su limpieza para su asfaltado grueso los próximos días. Polvo y poca luz no dan buenas sensaciones hasta que se llega al final de la galería. Carlos Estefanía explica que "la necesidad de habilitar un carril de salida hacia el Corredor del Kadagua ha obligado a crear una gran caverna que acoja los tres carriles de tronco principal y el desvió hacia esa salida". Ello ha implicado construir una caverna de 107 metros de largo, 18 metros de altura y 28 de anchura, sitio de sobra para meter una estación del metro de Bilbao diseñada por Norman Foster. Este gran espacio bajo la montaña es el más grande que alberga viales construido en toda Europa. "Ha sido muy complejo y sin que se diera percance alguno", apostilla la diputada foral.
Al salir de ese inmenso espacio, el viaje se da de bruces con el scalextric creado a ochenta metros de altura para superar el río Kadagua, los tres tendidos ferroviarios, y las cuatro carreteras que transcurren por debajo.
Es donde se encuentran dos de los siete peajes que jalonan el recorrido tanto para pagar el coste del viaje como para tomar el ticket que lo atestigüe. El recorrido avanza por el túnel bajo el monte de Santa Ageda. Aquí todo está más limpio, ya hay asfalto y se colocan los miles de paneles laterales de color beige que darán más claridad a la galería. La autopista va tomando cuerpo.
Cada 300 metros, un acceso pintado de verde en su entrada permite que los peatones pasen de una galería a otra. Cada 900 metros, lo mismo, pero para el tráfico de coches o camiones de bomberos. "Son conexiones que se utilizarán en caso de emergencia de manera que se pueda acceder a un punto crítico por el túnel que discurre paralelo", detalla Estafanía.
Superado el puente que evita la zona de El Regato, Mesperuza engulle una autopista que ya luce terminada. La pintura en el asfalto delimita perfectamente los tres carriles, los carteles de SOS lucen rojo llamativo en la pared derecha, los luminosos en el techo curvado marcan con flecha verde el paso permitido a una velocidad máxima de 80 o 20 kilómetros a la hora. Extraña la diferencia. Otro panel variable un poco más adelante indica aclaratorio que se está en pruebas de señalización. "Ahora solo faltaría que la iluminación de arriba estuviera encendida para ver la autopista como la utilizarán los conductores", especifica Itziar Garamendi.
Al finalizar la ruta bajo los montes del sur de la metrópoli, la autopista se bifurca para poder dar salida a los conductores que quieran dirigirse a las localidades de Ezkerraldea y Zona Minera o los que deseen seguir hacia Cantabria tras conectar con la A-8 a la altura de las gasolineras de Ugaldebieta. En todo caso, ambos tráficos tendrá que pasar por el peaje de Trapagaran. Es el que más cabinas suma y cuenta con un pasadizo subterráneo por debajo para que los cobradores accedan a su puesto de trabajo directamente. Así evitan ser atropellados.
Cumplimentado el pago, la ruta desciende a través del serpenteante viaducto de Trapagaran, ese gran puente que se levanta cerca de cien metros sobre el suelo y que se fusiona por el centro con la autopista de Ugaldebieta.
Las vistas desde la mitad del paso elevado son inéditas. Se observa con nitidez la continuidad desde el monte Serantes, los barrios altos de Portugalete, Sestao, las grúas de la ría al fondo hasta llegar a Barakaldo y continuar la mirada por Ikea, una autopista saturada de coches, Max Center y, al fondo, el barrio de Retuerto. Una postal privilegiada.
El microbús no ha superado los 40 kilómetros a la hora en este itinerario de estreno. La seguridad en la obra manda. El director de Obras pública calcula que la velocidad media a la que se circulará será de 90 kilómetros por hora, por lo que los 17.850 metros de tronco central de la autopista se recorrerán en unos doce minutos aproximadamente.
"¿A que precio señora diputada?", se le pregunta. "Aún está por decidir, dependemos de Europa, que dé el visto bueno a nuestra propuesta de peajes", contesta sin concretar. "¿Y cuándo se inaugurará?", se le apunta. "Lo mismo dependemos de la decisión de Bruselas y de llevar a cabo los simulacros de seguridad en los túneles, algo que está en manos de SOS Deiak y el Gobierno vasco. Eso sí, esperemos que la apertura tenga lugar antes de concluir la primavera".