Cabello de ángel
Hay gente que pasa por la vida peinada como si los productos empleados en su peluquería le hubiesen lavado el cerebro. En respuesta a estas cabelleras enmarañadas, como cama a medio hacer, se levantaron, ya en el antiguo Egipto, las primeras peluquerías. La referencia más antigua que se conserva sobre la existencia de cuidados cosméticos en el pelo pasaporta al lector al país de los faraones, donde el hombre cobró conciencia de todo tipo de ungüentos y remedios. En aquel imperio, el pueblo -como ocurría en muchos otros- se rapaba la cabeza. No así lo hacían los sacerdotes y los miembros de la elite gobernante. Dedicaban tiempo al cuidado de su cabello jugando con diferentes peinados y tonalidades. Las pelucas también tuvieron su auge, y predominaban las tradicionales de pelo lacio, con flequillo, cortado muy parejo en un largo que llegaba a los hombros. Pero otro gran aporte de los egipcios despunten en la coloración, ya que descubrieron la utilidad de la henna, que les permitió obtener colores rojizos y caobas.
Un vistazo a la historia nos recuerda la larga y oportuna (o inoportuna, según quien mirase...) melena de Lady Godiva, las todopoderosas guedejas de tirabuzones de Sansón o las largas y resistente trenzas de princesa, capaces de soportar el peso de un príncipe en su escalada al torreón. Peinar estas cabelleras hubiese sido todo un reto para Nerea Zuazaga, la mujer que acaba de abrir, con su propio nombre como reclamo, una peluquería en la calle Múgica y Butrón, allá en la margen derecha de Bilbao. Hay quien asegura que cualquier pelo que pasa por las manos de Nerea se convierte en cabello de ángel. Son amigos poetas, claro está. Pero también hay quien buscará en el nuevo local alguna de las soluciones que se ofrecen en su interior. Nerea ofrece pamelas, tocados y sombreros, tratamientos de barro y tintes vegetales; pelucas hechas a medida que se peinan y arreglan allí mismo. Es, por decirlo de algún modo, un taller de chapa y pintura para la cabeza.
El asunto de las pelucas tiene su aquel. En tiempos en los que la quimioterapia hace estragos y arranca más cabelleras, por desgracia, que Toro Sentado, la peluca es un remedio estético para quien sufre mal de apariencias. En fin, el salón cosmético es un cajón de sastre por el que desfilaron, en la tarde de su inauguración, Sonia Yanowisky, Susana Amann, Sandra Morales, Begoña Martínez, Nora Martín, Nerea Idigoras, Rosa Cerezo, Ángel María Zuazaga, Ameli Rico, Maremi González, Idoia Martínez, María Jesús Hernández y Alicia Camacho, dos vecinas de la zona que se sumaron de manera improvisada a la fiesta; Juan Carlos Muñoz, Esther Balenciaga, Izaskun Otaola y así un buen número de curiosos del barrio, paseantes de ocasión -la peluquería está colocada en la desembocadura del funicular de Artxanda, en zona de tránsito...- y vecinos de portal que acudieron a dar la enhorabuena a Nerea, quien ahora emprende la aventura de un nuevo negocio. En tiempos terremortales como éstos, sólo cabe desearle suerte y buen viento.