BERMEO

ningún telescopio óptico escudriñaba mejor las estrellas a principios del siglo XVIII que el ideado por Wilhelm Herschel, un astrónomo alemán de nacimiento, pero que llegó a alcanzar el título de sir británico y que en su curriculum tenía como principal éxito haber descubierto, en 1781, el planeta Urano. Encargo del rey Carlos IV y construido entre 1796 y 1802, un tubo de hierro batido y latón de poco más de siete metros de longitud unido a un complejo soporte de madera eran los principales componentes de este artilugio.

Sin embargo, tuvo una vida corta. Tras ser transportarlo desde Inglaterra a Madrid -con escala en el puerto de Bilbao-, fue instalado en el parque del Retiro. Desgraciadamente, durante la Guerra de la Independencia fue pasto de las llamas; apenas habían pasado seis años desde su colocación.

Pero unos planos confeccionados por un ayudante del reputado astrónomo, el capitán de fragata Juan de Mendoza, fueron guardados por un comerciante y hallados por casualidad más de un siglo después, en 1931. Así, abrieron la puerta a la posibilidad de devolver la reliquia astronómica a la vida, un empeño que mostraron algunos responsables del histórico observatorio madrileño -abierto en el siglo XVIII-. Y ahí entraron en juego los astilleros de ribera de Bermeo.

La génesis del complicado reto al que se enfrentaron los responsables de la firma bermeana se retrotrae "hasta hace nueve años", cuando el ministerio de Fomento les encargó el proyecto. Unos planos eran la única base disponible para acometer el proyecto y así tocaba reconstruir, siempre de forma artesanal y con los mismos materiales utilizados por Wilhelm Herschel dos siglos atrás, este telescopio de grandes dimensiones. "Tenía que ser una réplica exacta y errando varias veces conseguimos acertar" a construir debidamente el puzzle que conforman sus piezas, instaladas mediante grúas, aseguran desde el astillero. De esa manera detectaron varias anomalías en la serie de planos, el único vestigio del artilugio del siglo XVIII.

Para facilitar su labor realizaron, incluso, una maqueta a escala 1:10 para observar posibles errores en su fabricación. "Muchas pruebas después logramos superar las dificultades que se nos iban planteando" en su construcción, apuntan, a buen seguro recordando las "serias dificultades" que entrañó un encargo que cerraron con éxito.

Pero una vez terminados unos trabajos en los que participaron de forma artesanal hasta 16 operarios de los astilleros, quedaba pendiente colocar "cada pieza en su sitio" para comprobar que la réplica del telescopio funcionaba tal y como lo hacía el original. El test fue, a pesar de las dificultades, positivo. Alrededor de dos meses tardaron en montar el telescopio en sus instalaciones del puerto de Bermeo.

Aún así, todavía faltaba hacerlo llegar a su nueva casa: el Observatorio Astronómico de Madrid, ubicado en el parque del Retiro, "en la misma ubicación donde había estado el de Herschel", relatan. Cada pieza fue transportada por separado. "Y vuelta a empezar en Madrid" con el proceso de colocación de todas y cada una de las piezas, ya que además la réplica debía ser funcional. Supuso "otros veinte días de trabajo". Corría el año 2004.

Aun así, la inauguración de la rehabilitación del complejo astronómico madrileño no se ha realizado hasta esta misma semana. Y entre los principales reclamos de la denominada catedral astrológica estatal está ya la réplica del telescopio made in Bermeo, que permitirá que las estrellas estén, como en la época de Herschel, más cerca de todos aquellos que quieran admirarlas.