Hace cinco años, Natalia García entró por primera vez en un aula para impartir un taller del programa ODS Eskolara, impulsado por Cebek junto a Agaleus. Lo que en un principio parecía una colaboración puntual y sin mayor pretensión se convirtió enseguida en una cita fija en su calendario y en una de las experiencias más significativas de su trayectoria. Desde entonces, más de 1.200 niños y niñas han pasado por sus sesiones sobre la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, talleres en los que Natalia ha descubierto una sensibilidad que le ha cambiado la mirada. “Siempre he tenido un carácter muy social, pero este voluntariado me ha demostrado que no solo das, también recibes. Cada año me llevo una lección nueva gracias a la conciencia social y medioambiental tan fuerte que tienen los niños”, explica.
Sus talleres, de 50 minutos y con grupos de alrededor de 25 a 30 alumnos, buscan que los ODS dejen de sonar a algo lejano. Natalia se esfuerza en mostrar cómo la sostenibilidad está también en los gestos cotidianos, muchos de ellos impulsados por los propios centros: las bridas en los grifos para gastar menos agua, la reducción del uso de papel o incluso en el café de comercio justo que toman los profesores. Para ella, la clave es que el alumnado vea que los pequeños cambios importan.
1.200 agentes de cambio
Cada año le sorprende la seriedad con la que los niños y niñas se enfrentan a los retos globales. “Están muy preocupados porque sienten que 2030 está a la vuelta de la esquina y no va a dar tiempo. Les duelen las desigualdades, las guerras, las injusticias... A esa edad tienen una sensibilidad que te deja sin palabras”, cuenta. El taller es dinámico y, según reconoce, ella sale de cada aula con la sensación de haber aprendido tanto como los propios alumnos.
Cebek impulsa este voluntariado corporativo junto a la empresa de servicios medioambientales Agaleus como una manera de acercar la empresa a la sociedad y de generar espacios donde se encuentran dos mundos que normalmente no dialogan. En ese contexto, Natalia es un ejemplo claro de cómo una persona puede transformar un simple taller en un punto de inflexión con las nuevas generaciones.