A estación de metro de Sarriko es una de las más singulares no solo del Metro de Bilbao, sino también de toda la red metropolitana europea. Inaugurada en 1995 como parte de la primera fase del metro, esta estación destaca por su diseño arquitectónico innovador, su luminosidad natural y su ruptura con el concepto tradicional de estación subterránea.
A diferencia de la mayoría de las estaciones del Metro de Bilbao, que se encuentran excavadas en túneles curvados con bóvedas de hormigón visto, Sarriko se desarrolla en un gran espacio diáfano cubierto por una estructura acristalada. En lugar de adentrarse en la oscuridad, el viajero que accede a esta estación se encuentra con un ambiente bañado por luz natural, gracias al enorme lucernario de vidrio y acero que cubre toda la nave.
Sin duda, un recurso arquitectónico que convierte a Sarriko en un espacio casi monumental, donde la experiencia de mover- se por el metro se transforma en algo más cercano a visitar una galería de arte contemporáneo o un edificio cívico de vanguardia.
El diseño de Sarriko fue tan innovador que en 1998 recibió el prestigioso Premio Brunel a la mejor arquitectura ferroviaria, reconocimiento internacional que consolidó su estatus como una de las estaciones más bellas del mundo
UN ESQUELETO DE DISEÑO QUE IMPACTA
El uso de materiales industriales como el hormigón pre- fabricado, el acero y el vidrio, es una característica distintiva del diseño de Foster, que aquí alcanza un equilibrio perfecto entre robustez y transparencia. La estación se compone de un gran volumen rectangular excavado en el terreno, con los andenes situados en la parte inferior y una pasarela que los sobrevuela.
Este planteamiento ofrece una visión panorámica completa del espacio desde cualquier punto, reforzando la sensación de amplitud. La pasarela metálica suspendida actúa no solo como elemento funcional, sino también como un recurso estético que potencia la sensación de ligereza.
Otro aspecto destacable es su integración con el entorno urbano. Situada en el barrio de Sarriko, próximo al campus de la Universidad del País Vasco, la estación se abre al exterior mediante un vestíbulo transparente que se funde visualmente con la calle. Así, se mimetiza con el paisaje urbano circundante siguiendo el enfoque que responde a la filosofía del Metro de Bilbao: crear espacios públicos de calidad que mejoren la experiencia cotidiana de los ciudadanos y se integren en la ciudad como parte de su identidad.
El diseño de Sarriko fue tan innovador que en 1998 recibió el prestigioso Premio Brunel a la mejor arquitectura ferroviaria, reconocimiento internacional que consolidó su estatus como una de las estaciones más bellas del mundo. Además, su arquitectura ha sido estudiada en nume- rosas escuelas de ingeniería y diseño como ejemplo de cómo la infraestructura pública puede convertirse en arte funcional.
Sarriko, el símbolo de la visión moderna del Metro de Bilbao: un transporte público que no solo conecta lugares, sino que también inspira y embellece la vida urbana.
Las paradas más singulares del Metro de Bilbao: un viaje por la ciudad subterránea y su entorno
ABANDO: PUNTO NEURÁLGICO DE CONEXIONES
La estación de Abando es una de las más importantes del metro, ya que conecta con la estación de trenes de largo recorrido y con diversas líneas de tranvía y autobús. Además, su ubicación es perfecta para explorar la zona comercial de Bilbao. Desde Aban- do se accede a la Gran Vía, al Museo de Bellas Artes y al Parque de Doña Casilda, un pulmón verde en el corazón urbano.
CASCO VIEJO: LA ESENCIA HISTÓRICA DE LA VILLA
Otra parada imprescindible es Casco Viejo, la más antigua en espíritu, ya que conecta directamente con el corazón histórico de la ciudad. Al salir de la estación, el visitante se encuentra con el laberinto de calles medievales conocido como las Siete Calles (Zazpikaleak), donde se concentran tabernas tradicionales, tiendas locales y una vibrante vida cultural.
Desde esta parada se puede llegar caminando al Mercado de la Ribera, uno de los más grandes de Europa, y al Teatro Arriaga, joya neobarroca que recuerda al Teatro de la Ópera de París. El Casco Viejo es ideal para perderse sin rumbo fijo, disfrutar de unos pintxos y empaparse del ambiente más auténtico de Bilbao.
SAN MAMÉS: FÚTBOL, ARQUITECTURA Y MODERNIDAD
La parada de San Mamés es una de las más Modernas y vibrantes del Metro de Bilbao. Su nombre está ligado al estadio del Athletic Club, el nuevo San Mamés, considerado uno de los recintos deportivos más espectaculares de Europa. La estación, renovada para integrarse con el estadio y la terminal de auto- buses interurbanos (Termibus), se ha convertido en un nodo clave de movilidad. En sus alrededores también se encuentra la Escuela de Ingeniería de la UPV/EHU y una amplia oferta de bares y restaurantes frecuentados por aficionados y estudiantes.
MOYÚA: EL CORAZÓN ELEGANTE
La estación de Moyúa se sitúa en pleno centro de Bilbao, bajo la emblemática Plaza Moyúa, rodeada de jardines, fuentes y edificios señoriales. Es una de las paradas más transitadas y fotogénicas, con sus ‘fosteritos’ integrados en la plaza como si fueran esculturas contemporáneas. Desde aquí se puede acceder fácilmente a algunos de los lugares más representativos de la ciudad, como la Gran Vía Don Diego López de Haro, repleta de tiendas, cafeterías y edificios de arquitectura ecléctica, o el Hotel Carlton, símbolo de la elegancia bilbaína.
Moyua también es un punto estratégico para acercarse al Museo Guggenheim Bilbao, que se encuentra a tan solo unos minutos a pie, cruzando el Puente de la Salve. Este famoso museo, con su estructura de titanio diseñada por Frank Gehry, se ha convertido en un icono mundial del arte contemporáneo y un motor del renacimiento urbano de Bilbao.
PORTUGALETE Y AREETA: JUNTO A LA RÍA
Fuera del centro bilbaíno, el metro ofrece paradas con encanto costero como Portugalete y Areeta, en la margen izquierda de la ría. En Portugalete destaca el Puente Colgante de Vizcaya, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, una obra maestra de la ingeniería del siglo XIX que conecta la villa con Getxo. En Areeta, por su parte, se puede pasear por el Puente Bizkaia y disfrutar de vistas privilegiadas del Abra, el estuario que se abre hacia el mar Cantábrico.