El apagón de este lunes afectó a la hostelería y los comercios de Bilbao al mismo tiempo que agudizó el ingenio. Jorge Burgo, del restaurante Antomar –ubicado en la calle Ledesma–, reconoce que compraron velas y que "con el apagón he aprendido a encender un candil de aceite. Imagínate en el siglo XIV a Cervantes escribiendo con un candil, pues aquí igual". En esta dirección, apunta que "se tiró de ingenio".

En su caso "fue entrar al bar después de subir y bajar del monte e irse la luz", confiesa. Uno de los protagonistas de la oferta de Antomar es el embutido. "Como tenemos ibéricos podíamos cortar el jamón, el chorizo y el lomo a cuchillo sin necesidad de electricidad", expone el hostelero del negocio ubicado en la calle Ledesma. "No hay mayonesa ni cosas de esas, lo que no hicimos fueron tortillas", añade Jorge Burgo.

Según narra a este periódico, no cerraron como tal por lo que "vivimos la situación con total normalidad dentro de que fue una situación distinta para todo el mundo", recordando el uso de las velas compradas. "¿Qué hacemos ahora?", se preguntaban.

Incertidumbre

La de ayer fue "una situación que fue nueva para todos". Al no cerrar, el servicio del establecimiento fue como el de un día más, pese a no tener luz. Burgo expuso el apagón como un toque de atención a la ciudadanía. "Cuidado que somos vulnerables", advierte.

Jorge Burgo cuenta que lo de este lunes fue como un regreso a años atrás. "Papel y boli", relata, al mismo tiempo que reconoce que "cuando se pudo encender la máquina facturé todo lo que tenía apuntado".

"No puedo llamar a casa ni puedo hablar con mi hijo", comentaban varios clientes del local con cierta incertidumbre. "Estoy en el bar con más gente, hablo con ellos y me relajo". Así es como Jorge Burgo vivió la situación durante el tiempo en el que no se pudo dar la luz.