Es de esas historias que se hunden en la penumbra del tiempo y sorprenden por el resultado final. Una familia bilbaina ha recuperado un solar de sus ancestros ubicado en el alto de Santo Domingo y que fue incautado por el Ejercito en el siglo XIX, hace casi 160 años.

Una propiedad de casi 22.000 metros cuadrados de superficie donde se asentaba un baserri pertenenciente a la familia y que por su estratégica ubicación geográfica, en el punto más elevado del alto de la zona del cresterío de Artxanda, fue confiscado por el Ejercito español para construir un fuerte militar en el periodo de las guerras carlistas.

Desde entonces, y han transcurrido casi 160 años, los terrenos donde se asentaba el caserío ancestral han pasado por un sinfín de visicitudes hasta que finalmente ha vuelto a manos de la familia. Su posesión ha sido reconocida por el Ayuntamiento de Bilbao en el nuevo Plan de Ordenación Urbana de la villa aprobado hace poco más de tres años.

Fuentes municipales han indicado que todo el desarrollo de la reversión de los terrenos “coincidió con el proceso de revisión del PGOU, por lo que le quitamos la calificación de equipamiento militar existente en el anterior plan para devolverle el uso civil”.

Terreno a subasta

La pelea legal por recuperar la propiedad familiar duró varios años después de que la finca quedara libre de la servidumbre militar a finales de los años 70 del siglo pasado y el ministerio de Defensa decidiera sacar a subasta tanto el terreno como el edificio en forma de chalet que se levanta en centro del solar.

El ejercito quiso deshacerse de la propiedad a caballo entre finales de los años 80 y primeros de los 90 del siglo pasado pero al parecer no encontró comprador entonces.

Quien sí se interesaron por la finca fueron los herederos de la familia propietaria del caserío, que según ha podido conocer este periódico se llamaba Orueta o Ergileta, este último un topónimo histórico que incluso se recoge hoy como sinónimo en euskera para identificar el alto de Santo Domingo. Fuentes municipales indicaron a este periódico que finalmente el litigio que la familia bilbaina mantuvo activo varios años para reclamar la reversión se decantó a su lado cuando curiosamente “consiguieron acreditar su derecho mediante documentos recabados en los archivos históricos militares”.

A 275 metros de altura

Es su ubicación geográfica la que ha marcado la historia de este otero bilbaino sito a 275 metros de altura sobre el nivel del mar. Algunos estudiosos de este tipo de emplazamientos militares ya indican que la zona estaba fortificada durante la Primera Guerra Carlista en 1835 pero no es hasta 1870 en el que los mapas militares ubican ya una plaza totalmente fortificada en Santo Domingo ,con lo que la incautación tuvo que efectuarse años atrás.

Con la incautación de los terrenos, en ese espacio prominente se levantó una construcción militar de forma hexagonal irregular que contó en sus inicios con un frente principal quebrado para batir mejor el terreno exterior que albergaba un total de nueve cañones. En los laterales del fuerte se instalaron otras tres piezas respectivamente.

Un foso recorría todo el perímetro con un muro de mampostería limitándose el parapeto por otro muro análogo de dos metros y medio de altura. Todo el complejo tenía capacidad para 240 soldados, 50 artilleros y 8 piezas de artillería.

La parcela de Santo Domingo con el edificio tapiado y rodeado por el nudo viario que distribuye tráficos a Artxanda, Derio y Ganguren. Google Maps

Finalizadas las contiendas carlistas, una Real Orden de fecha 19 de julio de 1879, dispuso la conservación tanto del fuerte de Santo Domingo como los ubicados en los montes cercanos de Banderas, Artagan, Miravilla, San Roque y Campanzar que formaron parte de la línea de defensa de la capital vizcaina.

Estación radioeléctrica

Años después, con los cambios en la forma de hacer la guerra, donde los sitios a las ciudades y las modernas posibilidades armamentísticas dejaban obsoletas la fortificaciones en altura, Santo Domingo quedó sin uso defensivo pero continuó en propiedad militar.

Lejos de desaparecer, los barracones que quedaron en pie volvieron a tener vida en la segunda década del siglo XX gracias, otra vez, a la situación estratégica de la finca.

Bilbao, junto a Baleares, Valencia, La Coruña, fueron los últimos puntos donde el Cuerpo de Ingenieros del Ejercito creo otras tantas estaciones radiotelegráficas que permitieron tejer una red en la península para asegurar las comunicaciones militares.

Se optó por Santo Domingo por que su ubicación en el mapa era ideal al carecer de “pantallas” que impidieran las retransmisiones radiotelegráficas. Y es que, por el norte, esta completamente despejado, al este y al sur no existen montes altos y hacia el oeste el Pagasarri estaba a suficiente distancia para no interferir.

Además, el lugar todavía mantenía en pie varios barracones del viejo fuerte que podían ser aprovechados para el nuevo uso tecnológico. En noviembre de 1912 empezaron los trabajos para rehabilitar las vetustas dependencias y crear nuevos espacios que albergaran aparatos de comunicación y maquinaria que les dotara de energía, además de la estrella de la estación, una elevada torre de 60 metros de altura (como un rascacielos de 20 plantas) que portaba las antenas necesarias para el servicio.

La instalación se inauguró en julio de 1913 y a lo largo de más de una década, a la vez que ejercía su labor, la finca fue perdiendo los restos de la vetusta fortaleza del siglo XIX hasta que se planteó la necesidad de levantar un nuevo edificio más moderno y acorde a sus usos, para así demoler los barracones.

En 1925 se construye una nueva edificación, en formato “chalet”, la que hoy se puede ver despuntando en la finca, que iba a acoger los amplificadores de los dispositivos y cuartos para alojar al personal técnico.

Tras la toma de Bilbao durante la Guerra Civil y la ocupación de las instalaciones de Santo Domingo por el ejercito de Franco, su labor como estación de comunicaciones continuó durante toda la dictadura. La estación fue muy activa desde los años 50 en sabotaje tecnológico ya que sus potentes equipos generaban interferencias a las emisoras Radio España Independiente o Radio Euskadi que eran escuchadas en onda corta por la población y emitían desde Francia y Andorra.

La antena de la estación y los barracones que precedieron al edificio que hoy sigue en pie.

La antena de la estación y los barracones que precedieron al edificio que hoy sigue en pie.

Una actividad controladora que se prolongó hasta 1974 en los estertores del franquismo y poco antes de que las dependencias empezaran a quedarse obsoletas. Aún así, hasta finales de esa década, se mantuvo activa y muchos jóvenes locales pasaron allí su mili, incluso los pertenecientes a una sección del arma de Ingenieros encargada de mantener las comunicaciones telefónicas entre las tres baterías de costa que defendían la entrada al Abra de Bilbao, situadas en Zierbena Punta Galea y Cabo Villano.

Para futuros usos

Una disposición privilegiada

Posibilidades. Su posición privilegiada en altura con apenas edificaciones a su alrededor, un solar rodeado de un vallado natural de árboles envidiable y unas dimensiones que dan mucho juego suponen que este solar pueda tener diferentes usos. Puede convertirse en sede de una empresa o acoger un pequeño hotel en el coqueto chalet ahora tapiado. De hecho, el portal inmobiliario de Idealista tienen colgada los datos básicos de la propiedad que aparecen en la Dirección General del Catastro. El edificio cuenta con 440 metros cuadrados construidos en dos plantas y la finca que lo rodea supera los 21.500 m2. Un escaparate por si lo propietarios deciden vender o algún interesado querría plantearles una oferta económica jugosa.

Ocaso y abandono

Luego vino el ocaso y el abandono de las dependencias con la llegada de la democracia y la modernización de las tecnologías de comunicación. Tras el desmantelamiento de varias dependencias colindantes tan solo quedó el edificio principal que fue tapiado para evitar que fuera tomado por okupas. Es el último bastión que continua, a pesar de haber sido recuperado por la familia bilbaina que, según se puede ver en las fotos de Google Maps, mantiene en muy buen estado la finca a nivel de jardinería.

El perímetro de abetos que luce desde principios del presente siglo ha ido creciendo tanto en espesor como en altura con lo que ahora ya casi no se ve el viejo chalet desde los alrededores, sitos todos ellos a una altura más baja. El acceso a la finca también se encuentra bien resguardado. Primero con una cancela, dividida en dos para pasos de vehículos y peatones, ubicada en el camino Monte Avril número 19. Segundo, con otra puerta también metálica sita a unos 30 metros de distancia de la primera en el mismo camino a la finca. Y así sigue, como en los últimos años, cuidada pero sin ningún uso.