“Bilbao está bien conectado en Europa. Es una buena ciudad que, además, permite desplazarse a Londres, Madrid, París o Barcelona sin problemas. Ese es un atractivo para quienes vienen a formarse en alta costura”, explica Jorge Motta, jefe de estudios de la Escuela Javier Barroeta.

Por eso, entre las estudiantes que pasan por el centro, situado en la calle Huertas de la Villa, hay año tras año aspirantes que llegan de países lejanos. Esta vez son cinco. Un porcentaje importante en un grupo reducido. “Bilbao es una ciudad que acoge bien y que ofrece oportunidades”, añade Motta.

Él mismo nació en Bucaramanga, Colombia, hace 45 años. Se formó en la Escuela de Diseño y Mercadeo de Moda Arturo Tejada Cano de Bogotá y en el Instituto Europeo di Design de Barcelona. Creó su propia firma de ropa para mujer y en un viaje por Europa, en 2017, pasó por Bilbao. Le gustó la villa de Don Diego. Regresó para completar sus habilidades en alta costura en la Escuela de Javier Barroeta. Hasta hoy.

La clase del día versa sobre las distintas larguras de las faldas. Eider Capdepont, que imparte la asignatura de Patronaje, traza líneas de puntos sobre las faldas dibujadas en la pizarra.

Media docena de jóvenes siguen la disertación con mirada concentrada desde sus asientos distribuidos a los lados de una larga mesa blanca. Los maniquíes de costura, semidesnudos unos y semivestidos otros, rodean la escena. Diseñadora de moda de mujer, Eider cuenta en su trayectoria con varios premios de moda y es antigua alumna de la misma escuela. Al finalizar sus estudios realizó las prácticas en el atelier del televisivo Lorenzo Caprile.

En otro espacio tras las mamparas, Gabriel Azkoitia transmite energía al grupo que le escucha. Ha participado en proyectos de marcas como Massimo Dutti, Panasonic, Andrés Sarda o Tous. Además, ha colaborado con fotógrafos como Biel Capllonch y Outomuro. Sus trabajos han sido publicados en La Vanguardia o El País, por citar dos medios escritos. Además de en la escuela, imparte clases en un par de universidades. Es un torbellino vestido de negro.

La calma rodea a Noemí Loiti y Esther Rey en la zona próxima al patio interior. Noemí fue subjefa de sastrería en musicales de la Gran Vía madrileña que a todo el mundo suenan: Los Miserables, El Rey León, Mamma Mia o Anastasia. Esther ha cosido desde que se acuerda. “Enseñamos el oficio: hilvanar, deshilvanar, utilizar la aguja, la máquina,... todo”, resume Esther, a quien le encanta su faceta docente. El modisto Javier Barroeta, alma mater de la escuela, suele repetir que “se puede ser un gran diseñador de moda y tener muy poca idea de costura; yo creo que hay que saber el oficio, hay que saber coser”.

Otro de los profesores de la escuela es Ángel Amor, sombrerero de prestigio internacional y miembro del equipo de costura de superproducciones cinematográficas como Maléfica. Quienes atienden a sus enseñanzas entre máquinas de coser, retales, cenefas y ovillos de colores tienen todo el aspecto de estar a punto de graduarse en Bellas Artes. Por ejemplo, Eloisse, Luz, Mara, Valentina y Candela. Son de Francia, Costa Rica, Rumanía, Ecuador y Argentina.

Eloisse Duquenne

31 años, Biarritz

Apasionada por la costura

Eloisse Duquenne Oskar Gonzalez

Eloisse es de Biarritz, pero llegó a Bilbao desde París después de haber vivido también en Toulousse. Dejó su empleo en una biblioteca de la capital gala para enfocarse en la moda y la costura. Su bisabuela, coetánea de Coco Chanel, fue propietaria de la Mercería de Charlotte en Biarritz. “La costura siempre ha sido mi pasión. Durante mi adolescencia me fascinaban las colecciones de Vogue y los grandes diseñadores. Mi habitación estaba llena de fotos de costura y moda. Me encantaba ver las últimas colecciones en París. Frecuentaba Le Bon Marché, una tienda que alberga las creaciones de los grandes diseñadores”, relata. Eloisse vino a Bilbao de vacaciones con su novio. “Nos enamoramos de la ciudad y nos quedamos. Al descubrir que existía la Escuela Javier Barroeta decidí dar el paso”. Su sueño es reabrir la Mercería de Charlotte.

Luz Dozier

41 años, Costa Rica

La pandemia descubrió su otra vocación

Luz Dozier Oskar González

Luz trabajaba como nutricionista en Costa Rica. Pero durante la pandemia descubrió que lo que realmente le gustaba era la costura. “Me matriculé en la Universidad Creativa en Costa Rica, donde estuve un año estudiando costura y patrones”, recuerda Luz. “Sentía que necesitaba algo más, específicamente en alta costura. Tras buscar en Internet, encontré la escuela del maestro Javier. Me atrajo especialmente su enfoque en el trabajo artesanal y manual, así como la pasión con la que transmitía sus conocimientos”, explica. Así que lleva en Bilbao desde octubre. Su plan es el de completar dos años lectivos. Después, está “abierta a las oportunidades que surjan, ya sea en Bilbao o en Costa Rica”. Le encanta “caminar y hacer senderismo. Me he enamorado especialmente de los paseos junto a la ría. Vivo en Deusto y disfruto viniendo a pie hasta la escuela, lo que me ha permitido conocer toda la ciudad”.

Valentina Guzmán

18 años, Ecuador

Encantada con sus mentores

Valentina Guzmán Oskar González

Valentina Guzmán vino a Bilbao con sus padres y su hermanito hace nueve años. La idea de sus padres era completar sendos masters y regresar a Quito. La pandemia lo complicó todo. Y, cuando pasó, encontraron trabajo en Bilbao. Antes, la madre de Valentina había soñado con ser diseñadora de moda. “Aunque ella no lo pretendiera, eso supuso una pequeña influencia en mi decisión”, reconoce. “Me atrae especialmente el aspecto creativo. La alta costura va más allá del diseño, enseñándonos el trabajo puro y duro, lo cual encuentro muy interesante”, describe la joven ecuatoriana. Valentina no tiene aún muy claro su futuro. En lo que al presente se refiere, le gusta “lo unido que es el grupo de estudiantes y, además, contamos con profesores muy profesionales y preparados que nos aconsejan y ayudan constantemente. Es realmente increíble contar con mentores como Ángel, Gabriel, Javier o Eider”, afirma.

Mara Geambasu

19 años, Rumanía

Futura empresaria de la moda para caballero

Mara Geambasu Oskar González

Mara iba para estrella de la hípica. Una caída de su caballo le causó lesiones en una rodilla que le apartaron de la competición con 15 años. Tras volver a caminar, optó por dar rienda suelta a su atracción por la moda. El idioma y el conocimiento de la ciudad decidieron el resto. “Desde los 10 años pasaba parte los veranos en Bilbao con unos amigos de mis padres del Consulado de Rumanía, así que hablo castellano muy bien. Al investigar sobre escuelas de alta costura, descubrí la Escuela de Javier Barroeta”. Durante este curso se aloja en un colegio mayor. El próximo, espera trasladarse a un apartamento. “Planeo estudiar tres años aquí y luego regresar a Bucarest para establecer mi propio negocio. Me quiero especializar en moda masculina, específicamente en trajes clásicos y sastrería a medida”, asegura Mara.

Candela Kuscich

26 años, Argentina

Maestra de la lencería y aprendiz de corsetería

Candela Kuscich Oskar González

Candela no es una alumna cualquiera. Incluso es posible que sea profesora en la misma escuela a no mucho tardar. Ya fue empresaria en Buenos Aires. “Empecé siendo autodidacta en 2019, diseñando y confeccionando mi propia lencería. Vendía a amigas y conocidas. Y todo fue creciendo naturalmente”, describe. Estudiaba cine en la capital del Río de la Plata. “La pandemia resultó ser una oportunidad. Trabajaba desde casa, compraba las telas on line, confeccionaba los productos y coordinaba las entregas personalmente. Al no tener que desplazarme a la universidad, tenía más tiempo para desarrollar el negocio”, dice Candela. Su marca, La Bella Mentirosa, creció tanto que olvidó el cine. Desde hace más de una década mantenía una relación a distancia con un bonaerense que reside en Limpias, cerca de Laredo. Hace dos años y medio optó por saltar el charco y acompañarle. “Buscando opciones para continuar mi carrera en España, investigué sobre alta costura en la zona. Descubrí la escuela, la visité y me gustó el ambiente y el entusiasmo que se respira”, afirma. Quiere pasar de la lencería a la alta corsetería. Y crear otra marca.