Constituyen una forma de ocio saludable, suponen un ahorro en la cesta de la compra, contribuyen a aumentar la biodiversidad... Diez años después de la puesta en marcha de las huertas urbanas municipales nadie pone en cuestión sus innumerables beneficios. De hecho, las 188 parcelas que dispone el Ayuntamiento para que los bilbainos puedan responsabilizarse de un pequeño terreno donde cultivar sus frutas y hortalizas no alcanzan a satisfacer la demanda.

Actualmente hay una lista de espera de 486 solicitantes, entre los que la gran mayoría, 370, aspiran a conseguir una parcela en Artxanda. Es a las tierras de la cadena montañosa a donde se pueden apuntar vecinos de toda la ciudad, mientras que al resto de huertas urbanas –ubicadas en Otxarkoaga, Rekalde y Zorrotza– solo pueden optar aquellos aspirantes a baserritarra urbanita que sean del propio barrio.

El Consistorio está buscando nuevos solares para poder ampliar la iniciativa y hacer frente a las nuevas solicitudes.

“La demanda es positiva. Significa que el proyecto genera interés. Comenzó hace diez años y poco a poco se han ido construyendo diferentes huertas urbanas”, considera Víctor Trimiño, director de Sostenibilidad, quien apunta que barajan diferentes ubicaciones en la ciudad “que pueden ser potencialmente aprovechables”. En ese sentido, apunta que para poder establecer un entorno de nuevas parcelas deben cumplir determinadas características: contar con una dimensión señalada, que no tenga demasiada pendiente o que pueda tener tomas de agua, por ejemplo. “En el núcleo urbano de Bilbao no es tan fácil encontrar espacios municipales que cumplan todas esas características”, reconoce el director, que aún no se atreve a mencionar espacios concretos para nuevos terrenos. “Estamos trabajando en ello y estudiando diferentes posibilidades”, apunta antes de añadir que a finales del año pasado se aumentaron tres parcelas más en Zorrotza. “No fue un gran salto pero cuando hay posibilidad de aumentar, aunque sea un poco, se va haciendo”, asevera.

“En el núcleo de Bilbao no es tan fácil encontrar espacios municipales para huertas urbanas”

VÍCTOR TRIMIÑO - Director de Sostenibilidad

Los requisitos para acceder a una de estas parcelas municipales, que se adjudican para dos años –prorrogables a otro año más– no son especialmente exigentes. Ni siquiera hace falta tener nociones básicas para cultivar la tierra. “Es obligatorio cursar una formación antes de acceder a la parcela una vez que se te adjudica”, puntualiza Trimiño, quien apunta que se reciben nociones básicas sobre agricultura ecológica o los calendarios de siembras. “También hay que pagar una fianza de 50 euros para que haya cierta responsabilidad a la hora de mantener la parcela y dejarla en el mismo estado”, asevera sobre las parcelas que suman entre 30 o 40 metros cuadrados. La única excepción es la huerta de Zorrotza, donde no se cultiva en la tierra, sino en unos maceteros grandes sobre el suelo. “La tierra no reunía las condiciones pero se quiso aprovechar el terreno”, asevera.

En cuanto al perfil de los solicitantes, asevera que no hay uno mayoritario, si bien reconoce que se trata de una actividad muy propensa para jubilados que tienen tiempo de cuidar de la tierra. “En cada uno de los terrenos, la mayoría de las huertas se sortean entre los vecinos del barrio, pero luego hay un porcentaje reservado a desempleados de larga duración, otro porcentaje para asociaciones de personas con discapacidad y otro más para asociaciones sin ánimo de lucro del barrio”, matiza el director de Sostenibilidad, quien, además, añade que el Ayuntamiento se reserva algunas huertas para poder desarrollar actividades de la agenda escolar con alumnos de Bilbao.

Huertas urbanas: 188

En total, el Ayuntamiento de Bilbao cuenta con 188 huertas urbanas en cuatro espacios de la ciudad. En el último sorteo, realizado en septiembre de 2024 para las huertas de Otxarkoaga, hubo 93 solicitudes.

Requisitos

  • Formación. El único requisito a cumplir es realizar un curso de formación tras las adjudicación y pagar un depósito de 50 euros como fianza que se devuelve al finalizar el contrato.


Formación continua

Marzo es época de sembrar apio, cardo o endivias en semilleros, también de plantar patata, pero en siembra directa en la tierra. Después, cada especie cuenta con su plazo de recolección. Además de ese aprendizaje inicial, los adjudicatarios tienen opción a recibir una formación continua durante el proceso. “Se trata de que sepan qué es recomendable sembrar según la época y cómo lo pueden hacer”, indica Trimiño, quien apunta que lo cosechado es para consumo propio. “Aunque es muy difícil controlar lo que hace la gente cuando recolecta los cultivos, está prohibida la venta del género que se produce en los huertos municipales”, apostilla el director de Sostenibilidad, quien recuerda, por obvio que parezca, que tampoco se pueden cultivar plantas que están prohibidas por la ley.

“Lo que el Ayuntamiento marca son una serie de técnicas que se pueden llevar a cabo o no. Por ejemplo, no se pueden echar pesticidas, o no se pueden plantar especies exóticas o invasoras; tampoco se pueden poner cebos para los animales y está prohibida la instalación de casetas o la colocación de bidones”, explica Víctor Trimiño, quien también menciona la prohibición expresa de plantar árboles o setos que puedan dar sombra a las parcelas contiguas y perjudicar que puedan recibir sol. “Dentro de esas normas básicas, alineadas con la agricultura ecológica, cada uno planta lo que considera en función del tamaño que tiene la parcela y de la época del año”, expone.

Todas las parcelas están cerradas con llave que tienen los propios usuarios y, además, hay una caseta, también con candado, y un vallado perimetral. Pero no estamos libres de que pueda haber algún tipo de vandalización y, de hecho, en alguna ocasión la ha habido. Son lugares que están bastante abiertos y aunque ponemos medidas de seguridad no son búnkeres ni fortalezas electrificadas”, reconoce el director de Sostenibilidad, quien admite que en alguna ocasión ha ocurrido algún hurto, aunque no es lo habitual. De lo que no cabe duda es de que la alta aceptación de estas huertas urbanas va en aumento. “El covid nos hizo a todos valorar más los espacios naturales y abiertos dentro de la ciudad, además de que se impuso la agricultura ecológica”, asegura Trimiño.