Cuando el espectador lo ve, llama la atención. Cuando lo ubica en la geografía de Bilbao, le sorprende. Cuando le cuentan la historia del cuadro, el asombro es mayúsculo.
Es una pintura al óleo sobre cartón que el Ayuntamiento de Bilbao exhibe en una de las salas colindantes al salón de plenos, el cual carece de título y es de autor desconocido.
Como si de una infografía vetusta se tratara, este cuadro recoge el proyecto que la Diputación de Bizkaia ideó hace un siglo para convertir el desmantelado entonces Cementerio de Mallona en un complejo educativo.
Como institución principal iba a albergar la educación secundaria de jovenes bilbainos y de municipios colindantes, para dar el relevo al original Instituto Vizcaino ubicado entonces en la actual plaza de Unamuno, además de acoger la Escuela de Comercio y estudios de Náutica.
“Era un proyecto espectacular y muy ambicioso tal y como se observa en este cuadro” describe mirando el cuadro Itziar Rodríguez, coordinadora de Arte en el Ayuntamiento de Bilbao. Relata con entusiasmo cómo el viejo instituto, donde curiosamente se educó Miguel de Unamuno, se había quedado pequeño para la creciente población de la villa y su entorno por lo que se buscó una ubicación lo más cercana posible.
Se miró a las alturas, a 45 metros por encima del nivel de la ría, y se vio con buenos ojos aprovechar lo que quedaba en pie del extinto cementerio de Mallona (estuvo activo hasta 1901) para ubicar un gran centro educativo tras una permuta de terrenos con el Consistorio de la villa.
La experta municipal explica que “el cuadro es de propiedad foral, data de 1925 y el autor del proyecto fue el arquitecto foral Diego de Basterra que utilizó una mezcla de diferentes estilos arquitectónicos en su diseño, fue muy ecléctico”. Soluciones neoclásicas, perfil vasco, estilo regionalista castellano... todo se puede ver en el proyecto y el cuadro que pretendía reformar y ampliar el campo santo.
Como puntos de referencia para el observador del óleo hay que mirar a la zona baja derecha del cuadro. Son las actuales calzadas de Mallona divididas en escaleras y calle inclinada que a su derecha tienen los terrenos del antiguo Convento de Hijas de la Cruz (cuyo actual barrio recoge su nombre).
La entrada al complejo iba ser por el mismo arco que daba acceso al viejo cementerio y hoy todavía en pie. A partir de ahí se desarrollaba toda una serie de construcciones y zonas verdes que iban a pivotar sobre el claustro del cementerio en cuyo centro se iba a colocar el mausoleo a los restos de los caídos liberales en el último sitio carlista a la villa.
Tras superar los tres jardines, cada uno con su fuente circular, se alcanzaba el frente del antiguo cementerio que iba a ser reconvertido en espacio para servicios administrativos, salas de estudio, claustro de profesores y un gran vestíbulo de bienvenida. Parte de este edificio aún se conserva y son hoy los vestuarios de los campos de fútbol de Mallona.
Una vez en el claustro en cada esquina del cuadrilátero se hubieran construido los edificios de enseñanza agrupados por temáticas que “se diseñaron para albergar laboratorios, cabinas de proyectores y aulas de no más de 100 alumnos, la cifra que entonces se consideraba idónea para la educación apostilla” la experta.
Alrededor del mencionado mausoleo, Bastida previó un jardín botánico en una de cuyas esquinas se diseñó un frontón, dos campos de tenis, varias galerías cubiertas y una pérgola que comunicaría en su día con la futura Escuela de Comercio, con un invernadero y un mirador sobre Bilbao, esa gran plataforma en paralelo al perímetro del complejo que se asoma a la izquierda.
Destaca el edificio redondo con gran cúpula ubicado entre el claustro y los grandes jardines traseros.
La coordinadora de arte explica que “iba a albergar un gran paraninfo con tres alturas. Abajo tendría ropero, restaurante, biblioteca y una gran escalera que subía la primera planta con capacidad para 500 personas que miraban al estrado. En la planta superior iba a albergar espacio para otros 200 invitados”.
Pero hay más. En el cuadro se ve a la izquierda del paraninfo una alta torre donde se iba a instalar antena para radiotelefonía junto a un observatorio meteorológico y por debajo sendos gimnasios con roperos y grupos de duchas separados por sexos.
También estaba prevista una cantina para dar de comer “a los numerosos alumnos que desde los pueblos inmediatos acudirán al Instituto” se explica en la descripción de su proyecto el arquitecto Bastida en el número 26 de la revista Propiedad y Construcción que publicaba la Cámara de la Propiedad de Bizkaia.
Calefacción y ventilación, colectores de pluviales y aguas fecales, gas para laboratorios y la cocina central, teléfonos y hasta montacargas en los restaurantes, eran otros servicios previstos en el proyecto.
24.000 m2 de parcela
Todo ello en un gran solar de algo más de 24.000 m2 de superficie perimetrada con un muro de altura que entonces estaba rodeado por un entorno de campas, bosques y terrenos agrícolas salpicados de varios caseríos que conformaban entonces Begoña. El proyecto presentado por Basterra estaba descrito al detalle incluso su presupuesto financiero que ascendía “a la suma de 3.905.461,92 pesetas”, recoge la mencionada revista.
Sin embargo el trabajo del arquitecto foral quedó guardado en un cajón. Su propuesta se desestimó en detrimento de construir el complejo educativo en el centro del Ensanche, el hoy conocido como instituto central de Bilbao o de Bertendona que también alberga la Escuela de Comercio y cuyas pretensiones fueron muchos más modestas.
Itziar Rodríguez confiesa desconocer las causas por las que decayó el proyecto aunque plantea algunas hipótesis. “Es posible que el difícil acceso desde el Casco Viejo no ayudara pero ya entonces se estaba dando el traslado del Casco Viejo al Ensanche en expansión, incluso se pensó en construir el nuevo Ayuntamiento al otro lado de la ría, pero finalmente se desestimó y se levantó el actual palacio consistorial”. También cree que pesó el hecho de que los barrios altos no tenían demasiada buena fama ya que el aluvión de la inmigración que llegaba construía sus viviendas en esas zonas libres y baratas.
¿Y cómo ha acabado el cuadro en el Ayuntamiento? Itziar Rodríguez desvela que la pieza “forma parte de los fondos del Museo Vasco y cuando se planearon las obras actualmente en ejecución se decidió guardarlo”. Sin embargo, en el Ayuntamiento quisieron que no quedara ocultó “y fue solicitado en préstamo para que pudiéramos exhibirlo aquí”, concluye la coordinadora.
Los restos que perviven
La entrada El bello, acceso al viejo cementerio

Fue la puerta principal del primer cementerio que se habilitó en Bilbao a finales del siglo XIX. Un precioso arco neoclásico, obra de Juan de Belaunzaran, con intercolumnas dóricas a ambos lados y una inscripción alusiva al lugar que hoy se puede contemplar. El campo santo de Mallona fue clausurado en 1927, tras trasladar tumbas y panteones a Derio.
Los únicos restos del mausoleo de los liberales

En un jardín un poco oculto y cerca del acceso al ascensor de Begoña todavía sin servicio, se encuentra una pieza del antiguo mausoleo que se dedicó a los soldados liberales e iba a presidir el claustro del proyecto de Bastida. Esta pieza es la única que quedó y se pudo rescatar después de que las fuerzas franquistas arrasaran el mausoleo cuando entraron en Bilbao y los despedazarán para olvidar a los que recordaba.
Edificio de bloque administrativo a vestuarios

Parte de lo que fue el bloque del viejo cementerio y que se iba a incorporar en el proyecto del Instituto de educación secundaria foral ha sobrevivido al paso del tiempo. Hoy forma parte del frente de acceso a los campos de fútbol donde entrenan centenares de chavales cada día. Si antes albergo servicios administrativos del campo santo hoy son los vestuarios de los deportistas.