Suena en el pabellón número 5 del BEC Don’t Look Back in Anger de Oasis y, sin quererlo, es una metáfora de lo que se puede ver en ese mismo espacio hasta esta tarde con motivo de la celebración de Retroclásica Bilbao. Y es que al igual que los hermanos Gallagher y sus temas, los vehículos que se reúnen en esta feria son clásicos que siempre vuelven o que, jamás se fueron, porque siempre han permanecido en el imaginario colectivo. Así, quienes quieran recordar vivencias y retazos de la historia a través de los vehículos clásicos tienen una oportunidad de hacerlo hasta esta tarde a las 20.00 horas en el recinto ferial de Ansio. De este modo, quienes se acerquen hasta el BEC podrán ver modelos emblemáticos como el Lancia Delta, el Seat 600, el Seat 127, el Volkswagen Golf, el Lada Niva, el Renault 5, el Renault 12, el Citroën BX y un autobús que despierta muchísimos recuerdos entre aquellos bilbainitos y bilbainitas que ya peinan canas como es el Azulito.
Entre los vehículos clásicos se puede disfrutar de ocho Citroën Traction Avant, los primeros tracción delantera que se fabricaron en serie
Caminando hacia una de las salas del pabellón número 4 del recinto ferial de Ansio se puede disfrutar de una colección de ocho coches recopilados por Euskadiko Citroenaren Lagunak, un club que a día de hoy cuenta con 60 miembros. En dicha colección se pueden contemplar modelos de la denominada serie Traction Avant, los primeros coches de tracción delantera creados en serie. Así, en dicha colección se pueden ver vehículos fabricados entre 1935 y 1956. “Para nosotros es muy importante estar aquí, en Retroclásica Bilbao. Es complicado hacerse con estos modelos y casi imposible a nivel estatal, puesto que muchos de los coches que había se destruyeron en la Guerra Civil o se requisaron. Esos primeros modelos los conseguimos, sobre todo, en Francia”, explica Josean Puente, presidente de Euskadiko Citroenaren Lagunak.
Estos vehículos de tracción delantera son unos de los homenajeados en esta edición de Retroclásica al cumplirse 90 años de la fabricación de los primeros modelos. De hecho, en este puesto se puede observar una fotografía del día de la puesta de largo de los primeros coches de este modelo, una jornada que fue, concretamente, el 18 de abril de 1934.
Cerca de estos Citroën, que son pura historia de la automoción, se pueden ver cuatro tipos de Opel Kadett E, el último modelo de este emblemático coche. La línea Kadett E se empezó a fabricar hace 40 años y en Retroclásica Bilbao se puede disfrutar de su versión GT, el GSI, su versión Cabrio y el Caravan LS.
Motos Kawasaki
Retroclásica Bilbao cuenta con más de un centenar de expositores que ofrecen distintas perspectivas del mundo de la automoción
Pero no solamente de coches vive esta feria. Como ya es tradición, Plentziaclassic ha preparado una interesantísima colección de motos Kawasaki. En total, han expuesto catorce modelos. “Para nosotros Retroclásica es una cita obligada en el calendario y esta vez hemos traído catorce modelos de Kawasaki. Desde una bicicleta hasta la más grande porque hemos querido mostrar la evolución. No nos ha costado conseguir estas motos porque nos las han prestado amigos y conocidos. En algún caso hasta nos han llamado los dueños para ofrecérnoslas”, apunta Iñigo Ezkerra, presidente de Plentziaclassic, un colectivo que ya está trabajando en lo que será su exposición en la próxima edición de Retroclásica Bilbao.
Pero más allá de ver modelos de coches y motos clásicas, esta feria es una auténtica delicia para todos aquellos a los que les encante el mundo de la automoción. En este sentido, entre el centenar de expositores que se han dado cita en la presente edición de Retroclásica se pueden encontrar revistas antiguas, coches en miniatura, recambios de piezas para vehículos y motos clásicas y un amplio etcétera de elementos y detalles para satisfacer los gustos y necesidades de públicos muy diversos. De esta manera, a lo largo y ancho de los pasillos de la feria Retroclásica Bilbao se puede constatar, hasta esta tarde, que los vehículos clásicos son como los viejos roqueros, que nunca mueren porque siempre quedan en la memoria colectiva.