Las consecuencias que implican el aumento de visitantes en la ciudad ha sido objeto de debate hasta en tres ocasiones en el pleno municipal del Ayuntamiento de Bilbao. “No tenemos un problema con esta cuestión pero tenemos que adelantarnos a los posibles problemas”, ha reiterado Asier Abaunza, concejal de Planificación Urbana, quien, por ello, ha defendido que van a seguir tomando medidas para acotar la actividad. En ese sentido, el gobierno municipal ha aprobado una enmienda, acordada con EH Bildu, para modificar el PGOU de Bilbao en relación a los usos turísticos en base a criterios que fomenten el equilibrio entre los barrios. Durante el hemiciclo municipal también se ha hablado sobre la implementación de la tasa turística así como de la prohibición de megafonía en las visitas turísticas.
Actualmente el Casco Viejo es uno de los barrios de la ciudad que más presión turística percibe. Concretamente, el 15,66% de su ocupación está destinado a plazas turísticas, la mitad que en el centro de Donostia. Así lo ha asegurado Abaunza en relación al notable incrementado del número de licencias de pisos turísticos así como de la presencia de otros alojamientos más tradicionales como hoteles. “Tenemos contratada una asistencia técnica para hacer la modificación del PGOU que lo presentaremos este otoño en el Consejo Asesor de Planeamiento”, ha avanzado Abaunza, quien ha reconocido que, por el momento, “lo prudente es dar pocas pistas”. En ese sentido, ha señalado que anunciar limitaciones antes de poder aplicarlas podría provocar que quienes en un futuro no estuvieran en disposición de cumplir con la normativa se adelanten a pedir una licencia.
En cualquier caso, el Abaunza ha considerado que “tener en cuenta la densidad de determinadas actividades a la hora de establecer otro tipo de medidas urbanísticas es una técnica correcta desde el punto de vista del ajuste del planeamiento urbanístico, pero el prohibir la concesión de licencias en base a la declaración de zonas saturadas jurídicamente es bastante inestable”, ya que la ley “no permite en base a esa argumentación la limitación o la prohibición de nuevas actividades”. De hecho, el concejal ha recordado lo ocurrido con la limitación impuesta hace unos años a la concesión de licencias de hostelería y casas de apuestas, ya que los tribunales tumbaron dicha normativa porque no se justificaba que la actividad afectara al espacio público.
LA OPOSICIÓN
Durante su intervención, Garazi Perea, edil de EH Bildu, grupo que ha llevado este tema al pleno, ha señalado que según algunos datos del ETIS (Sistema Europeo de Indicadores Turísticos), “en las Siete Calles, la presión turística es más que evidente, más de 20 plazas turísticas por cada 100 vecinos del barrio más o menos”. El objetivo de su proposición, ha remarcado Perea, es “corregir la situación y evitar que otras zonas de la ciudad lleguen a niveles de saturación como los que vive el Casco Viejo”. Según ha afirmado, es “una propuesta razonable, que ya está en marcha en otras ciudades europeas”.
En esa misma línea, el concejal de Elkarrekin Bilbao Xabier Jiménez ha asegurado que, en algunos sitios como el Casco Viejo, la acumulación de plazas turísticas es “realmente llamativa”. “Un barrio con apenas 7.114 habitantes acumula más de 2.000 plazas turísticas, 7 nuevos hoteles en cinco años y ha cuadruplicado el número de plazas para turistas desde 2019, lo cual es un crecimiento que está suponiendo ya una serie de perjuicios en el barrio”, ha advertido, para apuntar que “el 28% de las personas que pernocta en el Casco Viejo, casi uno de cada tres, es turista”.
Por su parte, la portavoz del PP, Esther Martínez, ha expuesto que la propuesta de EH Bildu “está bordeando eso que se ha dado en llamar turismofobia”, por lo que ha pedido ser “sensatos” porque “estamos hablando de una actividad económica que, evidentemente, como todas las actividades necesitan su regulación, pero que es importante y que nos ha costado mucho tiempo también a Bilbao, igual que al conjunto de Euskadi, poder empezar a sacar la cabeza en materia de turismo”. Tras afirmar que hay que regular el turismo y reconocer que “hay un problema con las habitaciones de uso turístico”, ha instado a “poner las cosas en su sitio".