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Bilbao sacrifica al año más de 1.500 palomas para vigilar su población

Estas aves son portadoras de microorganismos y parásitos que son transmisibles a personas

Bilbao sacrifica al año más de 1.500 palomas para vigilar su poblaciónBORJA GUERRERO

Para ilustrar el engorro que supone la sobrepoblación de palomas basta con visualizar la Plaza Catalunya barcelonesa, habitada por más de un millar de estas aves a las que los cebadores mantienen para después vender fotografías a los turistas. “Nosotros no estamos a ese nivel, que viene motivado por esa costumbre de darles de comer porque resulta un animal amable. Está prohibido”, asevera Ana Collía, directora de Salud y Consumo. Ello no impide que su demografía también tenga que ser controlada en Bilbao por el riesgo que representan para la salud pública. Así, el año 2023 se sacrificaron 1.575 palomas, frente a las 1.154 del año 2022. Cantidad que permite mantener estable la población en el municipio.

En palabras de Collía, actuar frente a la propagación de las palomas es indispensable ya que son portadoras de microorganismos y parásitos transmisibles a la personas. “Una enfermedad muy conocida que pueden provocar es la salmonelosis”, ejemplifica. Otro de los motivos para controlar su población es minimizar los daños que ocasionan al mobiliario urbano, así como las molestias al vecindario, que frecuentemente son motivo de quejas al Ayuntamiento.

Ana Collía detalla que tienen detectados algunos espacios donde es más frecuente su presencia, como en las zonas de abajo de los viaductos, donde es habitual que aniden. “También actuamos por requerimiento de los vecinos”, concreta. En ese sentido, advierte de que es importante tener en cuenta una serie de consejos como dificultar su acceso a alimentos, cerciorándose de que los contenedores de basura están cerrados, u obstaculizando su anidamiento, vigilando que las comunidades de propietarios no tengan recovecos que lo propicien.

En última instancia, para controlar su población, desde el Área de Salud y Consumo expone que se les alimenta en una zona en concreto en la que haya una gran presencia y, posteriormente, se les captura. “Alguna vez se ha puesto encima de la mesa otros sistemas para que no se reproduzcan, el problema es que ese pienso puede ser ingerido por otras aves que no suponen ningún riesgo para la salud pública”, detalla Collía sobre las diferentes fórmulas de control, que es “complejo porque inciden numerosos factores ambientales, legales y técnicos.

Población de ratas

A diferencia de lo que ocurre con las palomas, la presencia de las ratas genera animadversión. Sin embargo, que la población de estos roedores esté vigilada también tiene que ver con los peligros que entraña para la salud pública. Según datos municipales, en 2023 se realizaron tres campañas intensivas de desratización, utilizando 1.022,46 kilos de rodenticida, frente a los 1.377,8 kilos de rodenticida del 2022. “Este último año se ha contado con 13 trampas de captura sin producto químico, lo que ha permitido reducir el uso de rodenticida en más de un 30% respecto al 2022 en el que se disponía de 9 trampas de captura sin producto químico”, concreta Ana Collía.