Las fórmulas para que los bilbainos participen activamente en las decisiones que influyen en su día a día aumentan progresivamente, de la misma forma que su interés en plantear actuaciones para mejorar la ciudad que habitan. Desde su puesta en marcha en 2016, los propuestas presentadas en el programa Presupuesto Participativo se han duplicado, pasando de los 302 en su primera edición hasta llegar a las 620 en la última. Sin embargo, la importancia de esta iniciativa, que cuenta con una partida anual de dos millones de euros, radica en que abre la participación a ciudadanos anónimos sin la obligatoriedad de tener que centrarse en proyectos relacionados con obras. Muestra de ello es que Open House Bilbao, un festival más que consolidado en la agenda cultural de la villa, nació como una de estas propuestas, con una partida que no superaba los 55.000 euros. 

“Ha habido propuestas que han llegado para quedarse. Vemos cómo va creciendo el interés”, corrobora Eider Inunciaga, concejala de Euskera, Atención y Participación Ciudadana, Agenda 2030 e Internacional. Según expone, en una ciudad de tamaño intermedio como Bilbao, el contacto directo con la ciudadanía comienza a complicarse. “Con diferentes metodologías de participación se consigue que la visión de las personas que habitan las calles y los barrios pueda ser incorporada en las políticas públicas”, afirma Inunciaga, quien indica que en los distritos existen dos herramientas diferentes. Y muestra de la importancia que tienen para el Ayuntamiento de Bilbao son los 64 millones de euros que invierten en cada mandato para garantizar su funcionamiento. 

Por una parte está Auzokide Plana, con el que se promueve la participación en los consejos de distrito a través de agentes sociales y políticos. Esta legislatura, además, cuenta con un presupuesto más amplio: 1,75 millones de euros al año por cada uno de los ocho distritos, es decir, 56 millones en total. “Se centra más en obras, infraestructuras... aspectos más físicos”, expone sobre la iniciativa puesta en marcha en 2004. Por ello, cuando en 2016 la fórmula para contribuir con propuestas se amplió a través del Presupuesto Participativo -al que se destinan dos millones al año- se incidió en que se tratara de planteamientos no tan centrados en obras. De ahí que se propongan desde talleres de salud mental hasta espectáculos de danza.

Desde entonces, de manera ininterrumpida, la participación se ha abierto a cualquier ciudadano, asociación o centro escolar con CIF en Bilbao. “Hay quienes hacen propuestas para todo Bilbao o para alguno de los barrios, pero tienen que estar dentro de la ley, ser de competencia municipal, además de ser viables y de interés general”, concreta Inunciaga sobre los condicionantes que se marcan para presentar propuestas. Aunque la esencia se mantiene, los requisitos han ido cambiando ligeramente a lo largo de los años. “El tope presupuestario que se marca ahora es de 300.000 euros. Al principio se permitía que fueran de hasta 500.000 euros, pero se vio que la ejecución de esos proyectos en un año podía llegar a ser compleja”, revela la concejala de Participación Ciudadana, quien incide en que, con ello, se consigue que puedan hacerse realidad más propuestas.

Cada vez mayor participación

Entre las modificaciones que ha experimentado el programa destaca, sobre todo, la llevada a cabo en 2021 para que sea la propia ciudadanía la que pueda votar las propuestas que más interesantes considera. Y ahí también es reseñable el aumento de la participación, que va creciendo gradualmente: en 2021 se emitieron 3.270 votos, en 2022 fueron 3.330 y en 2023 fueron 6.055. “Nos parece un salto cualitativo y cuantitativo importante”, valora Inunciaga, quien además subraya el amplio rango de edad de las personas que votan. En la última edición la persona más joven en votar tenía 16 años -la edad mínima- y la mayor, 100 años. Esa amplitud también se percibe en aquellos que presentan propuestas: en 2023 el más joven tenía 21 años y el mayor, 78 años.

La iniciativa de Presupuesto Participativo tendrá continuidad este año a través de planteamientos que se ejecutarán el año que viene. “Podrán presentarse del 2 al 16 de mayo”, concreta la concejala. La fórmula para presentar los proyectos será a través de la página web. A partir de ahí, se derivan a las áreas correspondientes para que puedan analizar en detalle cada una de ellas. Los motivos para descartar las iniciativas son varios: a menudo por no ser competencia municipal, por exceder el presupuesto planteado o por no contar con viabilidad técnica y/o jurídica. Una vez que las propuestas pasan ese primer filtro, es en septiembre cuando se someten a votación pública -se puede emitir el voto en la web y en las máquinas de Bilbao Click-. Y, paralelamente, si no han sido admitidas, se da a conocer el motivo. “Se busca la transparencia y la accesibilidad en todo momento”, incide Inunciaga. A partir de ahí, el ciudadano tiene el poder de votar por las iniciativas que más le convenzan pudiendo elegir propuestas que sumen un máximo de dos millones de euros. Aquellas con más votos son las que se incluyen en los presupuestos que se aprueban en diciembre y se ejecutan al año siguiente.