Si no fuera por un ligero deje afrancesado que la delata, nadie podría sospechar que el título de la novela de María Larrea, Los de Bilbao nacen donde quieren, tiene razón de ser. Sin embargo, aunque se crio en París, lo cierto es que sí nació en Bilbao, durante un 1979 en el que los últimos vestigios del franquismo amparaban las adopciones ilegales. La autora no tuvo constancia de que fue víctima de este negocio hasta que acudió a la lectura de un tarot a los 27 años. A partir de ahí comenzó una investigación que se alargó más de una década para componer lo que ella llama su “historia biológica”. Esta narración autobiográfica es la que se recoge en su primera novela, donde expone la intrincada vida de sus padres, Victoria y Julián, para responder a aquella pregunta que propulsó su trabajo literario: “¿Cómo tres huérfanos de una misma nación pudieron formar una familia en la Francia de los años 80?”.

“He investigado tres hilos diferentes para entender por qué nuestra familia era tan marginal”

María Larrea - Escritora

María Larrea aprovecha un paseo por Bilbao, donde esta semana ha recalado para promocionar la edición en español de su novela, para admitir que conocía muy pocos datos biográficos de sus padres antes de empezar a escarbar en su pasado. Apenas un poco de “mitología” familiar. “Lo que me hubieran podido contar eran existencias muy duras. Son generaciones que se volvieron muy silenciosas. Además de por vivir la dictadura, por el hecho de haber sido inmigrantes. Quisieron integrarse en la población francesa sin mirar atrás”, afirma Larrea, quien respondió a muchas de sus preguntas analizando la sociología de la España de los años 40 y 50. “He investigado tres hilos diferentes para entender por qué nuestra familia era marginal”, explica la escritora, también directora y guionista.

Esas pesquisas la llevaron a conocer cómo Victoria, su madre, fue rechazada nada más nacer en el seno de una familia gallega. Creció en un convento donde ayudaba a las monjas hasta que, siendo una adolescente, hallaron una casa para ella. De una belleza extraordinaria, despertó el rechazo de su madre y el deseo de su padre mientras cuidaba de sus diez hermanos y servía en la casa de una familia adinerada. El destino de Julián, su padre, no fue mucho más indulgente. Creció en La Misericordia bilbaina después de que su madre, una prostituta bermeana que ejercía en La Palanca, lo abandonara. Ya de adolescente se escapó con otro interno y quisieron aprovechar el poco dinero que tenían para estrenarse en el sexo. En ese paseo Julián descubrió a su madre esperando clientes y esa revelación lo destrozó. Decidió alistarse en la Marina y, en uno de los viajes, en 1965, atracó en Ferrol, donde conoció a Victoria. 

El destino común de Victoria y Julián está ligado a uno de los episodios más negros de la historia del siglo XXI: la venta de bebés. María Larrea identifica el actual Hotel Estadio, en las inmediaciones de San Mamés, como la clínica en la que nació y, posteriormente, dada en adopción a quienes ella reconoce como sus padres, que entonces ya vivían en París, a donde se trasladaron en busca de un futuro más próspero. “Empezaron robando bebés a las republicanas en las cárceles. En los años 60, bajo la moral cristiana, se decía que iban a dar niños a familias que eran mejores. Y ya en los 70 fue puro negocio, nada más”, expone Larrea sobre esta práctica ilegal, muy común en todo el Estado gracias a que fue promovida y encubierta por gente muy poderosa. “Estaba implicado incluso el registro civil. Mi certificado de nacimiento es falso”, revela la escritora, quien también cita la connivencia de la Iglesia. Sus investigaciones la llevaron a dar con su madre biológica, miembro de la burguesía que se vio obligada a entregarla para evitar el escándalo. “Todavía no sé quién es mi padre biológico. He llegado hasta cierto punto”, expone la escritora, quien actualmente mantiene la relación con esa parte de su familia que ha conocido siendo una adulta.

Las tramas de Los de Bilbao nacen donde quieren van mucho más allá, retratando el clasismo de la capital francesa, en la que María Larrea se crio junto a sus padres adoptivos en un barrio burgués. “Se sacrificaron mucho para que pudiera ir a una escuela privada, pero mi madre era la que limpiaba las casas de mis compañeros”, desvela la escritora, quien asegura que su día a día “era difícil e, incluso, burlesco”. La novela recorre, además, episodios de violencia doméstica, incesto y alcoholismo. “Quise hacerlo con mucho humor, creo que es algo muy bilbaino. Pero también con luz, paz y amor. Propongo una mirada hacia la humanidad, hacia la poesía”, determina Larrea, para quien el proceso de escritura no ha sido tanto una forma de sanar como de “entender la realidad sin escapar”. 

Autobiografía

“Partí de Bilbao para volver a Bilbao y del cine, otra vez al cine. Es un círculo que se cierra”

María Larrea - Escritora

La primera novela de María Larrea ha cosechado un éxito notable en Francia, donde ha conseguido varios premios. Sin embargo, el lenguaje orgánico de esta directora y guionista es el audiovisual. Los derechos de la adaptación están en negociación. Será una coproducción francoespañola. “No sé si va a ser una película, veremos lo que sale”, avanza Larrea, quien reconoce que la historia da para mucho. “Partí de Bilbao para volver a Bilbao y del cine, otra vez al cine. Es un círculo que se cierra”, afirma feliz de volver “a casa” con un libro en las manos. “Me puse a escribir porque algo que me fastidiaba era la oralidad de la historia. Ah, tú eres la chica que se enteró en un tarot de que fue adoptada, me decían”, asegura la escritora, quien siente un “orgullo” casi fetichista por haber convertido la biografía de su familia en un objeto.

Aunque su padre falleció, su madre ha podido ser testigo de su éxito: “Mi madre me pregunta si el libro se vende mucho”. No obstante, cuando comenzó el manuscrito, María Larrea dejó de preguntar. Solo investigó para entender el contexto de la época que narra. “Tenía lo que me habían contado durante 40 años y era el momento de sacarlo. Quería estar en soledad y convocar a ese algo tan extraño al que recurrimos los artistas y escritores, ese mundo paralelo del imaginario”, explica esta bilbaina, nacida en Bilbao, quien cita a Annie Ernaux para hablar de la escritura de lo íntimo desde el punto de vista biográfico. “Aunque sea autobiográfico, yo siempre digo que hay mucha ficción. Cuando hablas de las emociones y sentimientos de los personajes, esa red que se teje, junto a los hechos reales, es ficción”, concluye.

UNA BILBAINA CON ACENTO FRANCÉS

Cambiar francos por pesetas. Para María Larrea regresar a Bilbao supone volver a probar los sándwiches del Eme o las palmeras de Arrese, ver un partido en San Mamés... En definitiva, sentirse como en casa con un orgullo que sus dos hijos han heredado de ella. Porque de la misma forma que sus compañeros de colegio iban a sus “pueblos” en verano, María Larrea regresaba a Bilbao. “Éramos inmigrantes en París, con una vida sencilla. Volver aquí era cambiar francos por pesetas, tener un poco más de dinero”, rememora la escritora, quien recuerda el piso que sus padres mantenían en la calle Medina de Pomar, en Irala. “Me encantaba bajar a Zabalburu, entrar por Hurtado Amézaga y bajar a las Siete Calles”, recuerda.