Los médicos forenses que valoraron la imputabilidad del Nelson David M. B., acusado por un intento de estrangulamiento a un vecino de Bilbao en diciembre de 2021, han sostenido que actuó de forma “deliberada y planificada”. Con esta observación han desmontado la versión del procesado, que durante la vista oral que se está celebrando estos días ha defendido que obró “en un impulso”. El juicio, que ha quedado visto para sentencia, ha finalizado con las palabras del joven colombiano de 25 años, que ha mantenido su inocencia. “No soy un asesino en serie”, ha declarado el acusado, al que la Ertzaintza ha investigado, además, por siete homicidios y otro intento de homicidio.
El procesado, que de momento solo está respondiendo ante la justicia por un crimen frustrado tras la denuncia de un superviviente, ha empleado su última palabra para defenderse. “Me entregué para limpiar mi nombre, tengo la conciencia tranquila”, ha aseverado en la sala 3 de la Audiencia vizcaina, abarrotada de estudiantes de Derecho y Medicina, tratando de desmentir que se viera acorralado. “Era un niñato, me gustaba la fiesta y las drogas. Y he sacado dinero de tarjetas que no eran mías”, ha admitido Nelson David M. B., quien no obstante ha negado que tuviera intención de matar a la víctima, a quien ha pedido perdón, no sin antes esgrimir que le denunció para justificar su conducta ante su pareja. Además, ha sostenido que es parte del colectivo LGTBI –en la primera sesión se declaró bisexual–: “No quiero que me discriminen”.
Los peritos que valoraron la salud mental del acusado lo han tildado este miércoles de “seductor nato”, un “hombre muy afable” que durante las entrevistas no tuvo reparos en decir: “Yo caigo bien a todo el mundo”. Asimismo, estos psiquiatras han apuntado que el acusado presenta un “trastorno antisocial con rasgos psicopáticos”, lo que le lleva a ser “egocéntrico, frío e insensible” y a utilizar a las personas “en su propio beneficio”. No obstante, han insistido en que dichas características, así como el consumo de sustancias estupefacientes en un contexto lúdico, no afectan “a su capacidad volitiva y cognitiva”, por lo que es “perfectamente consciente de lo que hace”.
En esta última sesión de la vista oral, los forenses que valoraron los informes médicos y las fotografías aportadas por la víctima han expuesto que presentaba “lesiones compatibles con un intento de estrangulamiento”. En ese sentido, tras un intenso debate con el abogado de la defensa, que ha puesto en duda que el acusado mencionara explícitamente la técnica mataleón, han detallado que una “estrangulación antebraquial” puede “impedir el flujo sanguíneo a nivel cerebral, al presionar las carótidas”, provocando la muerte. Además, han aseverado que “una persona que conozca esta técnica puede dejar a otra inconsciente y cesar en la presión sin llegar a matar”.
En el trámite de conclusiones definitivas e informes finales, en los que las partes han agotado los 30 minutos de exposición para sus respectivos alegatos, la Fiscalía ha mantenido la acusación de un delito de homicidio en grado de tentativa, por el que pide nueve años de prisión, al estimar que el acusado aplicó la citada técnica de estrangulamiento con la víctima, sabiendo que “podría causar su muerte”. Asimismo, ha apuntado que el acusado “no manifiesta sentimientos de culpa”. Mientras tanto, la acusación popular, representada por la asociación LGTBI Gehitu, eleva la pena a los 17 años y 11 meses por considerarlo asesinato en grado de tentativa con el agravante de homofobia, ya que el acusado “discriminó en base a la orientación sexual para elegir a la víctima”. Además, ha incidido en la “situación de indefensión de la víctima”, a la que todos los informes periciales otorgan “verosimilitud”, en contraposición con el “relato contradictorio” presentado por el acusado.
La defensa, por su parte, ha solicitado la absolución de Nelson David M. B. al considerar que el ataque “duró solo unos segundos” y “cesó, evitando así la consumación del delito”. Según este letrado, la “estigmatización de los medios” ha influido en la instrucción. “Se ha construido un castillo de naipes para presentar al acusado como un asesino en serie”, ha evidenciado. En todo caso, ha planteado que podrían imputársele “delitos contra el patrimonio”, en alusión a la confesión del acusado, que en su primera declaración afirmó que pertenecía a una banda de “tarjeteros” con los que actuaba habitualmente con el objeto de realizar transferencias bancarias de tarjetas robadas.
El vicelehendakari y consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, también se ha manifestado sobre estos procesos abiertos que se siguen investigando. “Hay que reconstruir todos esos indicios y traducirlos en pruebas fehacientes que puedan servir de base para un cargo judicial sostenible, sólido y solvente. Tiene su dificultad y en ello se está”, ha afirmado en declaraciones a Onda Vasca, tras ratificar que la hipótesis “más plausible” que maneja la Ertzaintza es que “seguramente” se trata de “un caso de asesinatos en serie”. No obstante, se trata de un caso “delicado”. De hecho, los ertzainas que declararon en el juicio afirmaron que no encontraron huellas del acusado en los domicilios de los siete fallecidos, si bien localizaron documentación bancaria en relación a extracciones de dinero en cajeros o Bizums.