Bilbao arde. Las previsiones de Euskalmet se han cumplido y la capital vizcaina ha llegado a registrar hasta 40 grados este miércoles. Ahora, mientras algunos combaten el calor a golpe de cañero, en las terrazas de la villa, otros tienen que trabajar a destajo bajo un sol abrasador. "Aunque me pongo protección solar, se me achicharra la piel", ha reconocido Sergio Barreto, abrazado a una mochila de grandes dimensiones en la que guarda los pedidos.

El de los repartidores es un gremio que no puede escapar del sol. Como Sergio, Jesús Barreto y Alejandro Sánchez también se ganan la vida como riders y en días como éste tratan de extremar las precauciones, sobre todo para evitar las quemaduras.

Los 'riders' trabajan exponiéndose a temperaturas muy altas Pablo Viñas

Todos han señalado que su modo de ganarse el pan es "muy estresante". Y cuando los mercurios alcanzan los 40 grados, la ansiedad se multiplica. "Para evitar males mayores, cuando puedo estaciono el vehículo a la sombra y estoy más tranquilo", ha dicho Jesús. Otra de las medidas que suelen tomar para tratar de poner coto al calor es llevar una botella de agua a todas partes, aunque Alejandro ha confesado que él prefiere el refresco de Cola. "Cunado me baja mucho la tensión, es lo ideal", ha concluido.

Los 'invisibles' también se abrasan

A las doce del mediodía de ayer, los mercurios ya rebasaban con soltura los 30 grados en la Gran Vía de Bilbao. Quienes paseaban por la principal arteria comercial de la villa parecían buscar a toda costa el abrigo de la sombra. Todas ellas parecían no reparar en Plamen, que se encontraba leyendo una novela a la sombra que proyectaban los enormes tilos que flanquean la vía. 

Este búlgaro está en situación de calle. Por eso, está acostumbrado a las inclemencias del tiempo. “Llevo mejor las temperaturas altas que las bajas –reconoce –. Lo verdaderamente difícil viene en invierno, cuando nos echan por la mañana del albergue y no podemos volver hasta la noche”, ha expuesto.  

Ha dicho, además, que sus días suelen transcurrir a la sombra de un árbol. “El calor no me afecta tanto. Los trabajadores que están currando en la obra lo pasan bastante peor que yo”, ha zanjado antes de retomar la lectura en la que estaba absorto. En la acera de en frente Jesús Sánchez trataba de conseguir algo de dinero para comprarse una bebida fría. "Nadie nos hace ni caso, menos en días como estos", ha lamentado. Al contrario que Plamen, a él sí le afecta el calor. "La verdad es que lo paso mal. No sé dónde meterme ni qué hacer", ha declarado.

Hidratación, descanso y sombra

En las inmediaciones del edificio de la Diputación, tres operarios del Ayuntamiento (que prefieren mantener sus nombres en el anonimato) cementaban un tramo de adoquines. Sus rostros, congestionados por el calor, estaban surcados por sendas gotas de sudor. “No podemos hacer otra cosa, tenemos que trabajar”, ha afirmado uno. 

A fin de reducir el impacto que generan las altas temperaturas en el cuerpo humano, tratan de “mantenerse hidratados” y de buscar, siempre, el alivio de la sombra. Por otro lado, han señalado que su trabajo requiere de grandes dosis de esfuerzo físico, razón por la que están más expuestos a sufrir un golpe de calor. “Ese es uno de los motivos por los que, en torno al mediodía, hacemos un descanso”, ha detallado otro. 

El puesto de trabajo de Elvis Cruceta también se encuentra a pie de calle. En su caso, porque es vendedor de cupones para la ONCE. "Para mí lo fundamental es mantenerme hidratado, siempre tengo una botella de agua a mano. Además, cuando se me acaba voy a una fuente o a un bar", ha explicado. Para este joven también es crucial situarse al resguardo de la sombra, cosa fácil cuando trabaja en la Gran Vía, que está flanqueada por sendos árboles.

Medidas para reducir riesgo de sufrir un golpe de calor

En otro orden de ideas, El Departamento de empleo y trabajo del Gobierno vasco remitió una misiva en junio a las empresas de Bizkaia que especifica qué medidas tienen que tomar para proteger a sus empleados del calor. La de Elvis es una de ellas. "Nuestro gestor nos envío por el TPV –el sistema que utiliza la plantilla para realizar los pagos– una serie de recomendaciones para que sepamos qué hacer", ha señalado.

La empresa de construcción para la que trabaja Antonio García (que se está encargando de remodelar buena parte del centro de Bilbao) también ha tomado medidas para que sus trabajadores pasen la jornada de la mejor manera posible. Luce una pulsera en su muñeca que le indica cuándo está en riesgo.

"Cuando nuestro cuerpo alcanza una temperatura determinada, se enciende un piloto. Ese es el momento de parar", ha expuesto. No obstante, toda la plantilla trata de evitar que se encienda la luz roja. Entre otras cosas, realizan descansos periódicos, se hidratan constantemente y, por supuesto, buscan la sombra.