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Muere Juanjo, el tendero que vendía huevos y miel en la calle Tívoli de Bilbao

Comerciantes y vecinos de la zona le recuerdan con un pequeño altar lleno de velas y mensajes

Muere Juanjo, el tendero que vendía huevos y miel en la calle Tívoli de BilbaoBorja Guerrero

Varias muestras de cariño a modo de altar improvisado llaman la atención a todo aquel que pasa por delante de una pequeña tienda de la calle Tívoli de Bilbao que ahora luce una persiana bajada. No es para menos. Que alguien fallezca y haya personas que se tomen un tiempo para dedicarle un mensaje, para recordarle y apoyar de esta manera a su familia, no es algo que pase por alto en esta vida en la que parece que todo corre demasiado, en la que hay demasiadas prisas. Pero Juanjo se ganó ese momento, ese recuerdo. Lo hizo en su día a día, siendo "agradable, cercano, estando dispuesto a ayudar…", recuerdan vecinos y comerciantes de la calle Tívoli, donde Juanjo regentaba la tienda en la que vendía huevos y miel. Era un negocio de toda la vida y del que cogió el relevo tras su aita, que fue quien comenzó con la pequeña tienda.

Velas frente a la tienda de huevos y miel en la calle Tívoli de Bilbao

“Era una persona de las que te alegran el día y te sacan una sonrisa”. Esa podría ser una de las frases que definían a Juanjo. Tal y como recuerdan comerciantes de la zona, Juanjo falleció esta semana de repente, y su fallecimiento ha causado una gran pena en el barrio. “Era muy conocido y querido, era una persona muy buena”, relatan desde el Kiosko que está al lado de la huevería. Un pequeño altar improvisado, con velas y lleno de mensajes en recuerdo de Juanjo acompaña ahora a la persiana -bajada- del negocio. “Juanjo nos compraba el periódico todos los días y la verdad es que teníamos muy buena relación, además la gente le quería mucho, era muy conocido, buena persona”, añaden.

Entre mensaje y mensaje se cuela también algún dibujo hecho por niños y niñas. Mensajes tan cercanos como este: “Gracias Juanjo por: tus buenos días, tu comprensión, tus ánimos y por supuesto por atender a mi ama como lo hacías. Un musutxu enorme a los tuyos”. Otros de estos mensajes que han dejado pegados a la persiana dejan claro que Juanjo era alguien especial. “Quedó una conversación pendiente, hablamos profundo sobre la vida y la muerte y realmente no sabemos tan siquiera si existe o es otra dimensión de la vida. Aún tengo los últimos huevos. Te seguiré recordando cuando haya terminado el último. Gracias, gracias, gracias”. “...nos gustaba hablar sobre el mundo, los viajes, la historia y dejarnos llevar por nuestra imaginación infinita desde aquí, nuestro pequeño Cinema Paradiso...”.

Dibujos y mensajes en recuerdo y como homenaje a Juanjo.

Ana, otra comerciante de la zona, recuerda que “mi ama le llamaba Eliseo, como a su padre, y él le contestaba que le podía llamar como quisiera. Era un tío muy majo, le gente le quería mucho, siempre tenía buenas palabras e incluso consejos”. Ana también cuenta sobre Juanjo que “era un gran lector, y cuando tenía algún rato libre recuerdo que le encantaba estar leyendo, además de la música", de la que Juanjo también era un gran apasionado. La tienda, que ahora luce su persiana bajada, ha acompañado a la vida diaria de muchos y muchas vecinas de la zona. “Yo me acuerdo que siendo muy pequeña su aita ya tenía la tienda. Es de toda la vida”, comenta Ana.

Dos vecinos de la zona, parados delante de la tienda, recuerdan que "da mucha pena porque de estar bien un día, de repente ves que ya no está en la tienda, y llevaba aquí muchos años, había vendido huevos a medio barrio, siempre con buena cara, se le echará en falta". Goian bego.