Medio centenar de personas, algunas vestidas de blanco, han recordado este domingo a Lucía Moreno, la mimo de la Gran Vía de Bilbao que falleció recientemente. Organizado por la Asociación Artística Vizcaína le han recitado diferentes poemas a una mujer, que según han contado era "dulce, sencilla y una apasionada de Bilbao". De hecho, tanto le gustaba la villa y los bilbainos que tras recorrer diferentes ciudades tomó la decisión de quedarse a vivir en la capital vizcaina.

Su marido Manuel, visiblemente emocionado ha estado presente en el homenaje. "Si Lucía está viendo esto estará muy contenta", ha explicado su pareja que no ha querido perderse el que ha calificado como un "precioso regalo". José Ramón López, presidente de la Asociación Artística Vizcaina, ha sido el encargado de abrir el recital con algunos poemas de Blás de Otero y posteriormente se han sumado al acto diferentes amantes de la poesía recitando palabras llenas de cariño para una persona que se convirtió en parte de la artería principal de la villa. "Bilbaina de blanco, bella mujer convertida en estatua", han comentado.

Recital poético en homenaje a la mimo de la Gran Vía de Bilbao

Recital poético en homenaje a la mimo de la Gran Vía de Bilbao Sandra Atutxa

Las rosas rojas no han faltado en el acto, un elemento que formaba parte del atuendo de la mimo de la Gran Vía. Ha habido incluso quien se ha pintado la cara de blanco tal y como lo hacía la artista en una esquina del edificio de BBVA donde solía colocarse sobre un altillo. Manuel, la pareja sentimental de Lucía ha recordado los 29 años que ha pasado al lado de la artista, a la que le encantaba el mundo de los mimos. "Empezamos hace muchos años en Barcelona, yo con la guitarra y ella interpretando, pero a ella lo que le gustaba era el mundo de los mimos, por eso se decantó por este arte", ha comentado.

Partida en silencio

Vivían en una pensión en el Casco Viejo de Bilbao, desde donde Lucía, a diariio, solía partir hasta su escenario de cemento gris en la Gran Vía. Lo hacía con una bolsa en la mano en la que llevaba su traje blanco, sus pinturas y la rosa roja. Pero el día 12 de octubre Lucía se puso mala y la tuvieron que ingresar. "Pasó unos días hospitalizada y le dieron el alta, pero poco después volvió a recaer". Sus últimos días los pasó ingresada en Santa Marina. "Todo ha sido en poco tiempo". Lucía se fue en silencio tal y como acostumbraba a pasar largas horas a la espera de unas monedas caritativas. "Ella era feliz en Bilbao. Solía repetir muchas veces que la gente de Bilbao es muy respetuosa y por eso le gustaba trabajar aquí", han explicado en el acto de este domingo.

En su pequeño rincón, en los bajos del abajo del edificio de BBVA, un improvisado altar con velas y flores recuerdan a la mujer de rostro melancólico y mirada triste que ha dejado es hueco vacío en Bilbao