César lo que es de César. No les hablo, en este caso, del legendario emperador romano que tanto nombre obtuvo sino de César Estornés, con quien he contraido una deuda en los últimos tiempos, un descubierto que me deja en números rojos. Hace referencia a las reseñas sobre Alfredo Lozano y Elías Segovia, dos hosteleros legendarios de aquel Bilbao del siglo XX sobre los que César ha investigado con profusión y rigor de historiador. Sobre ellos les traje noticia hace no mucho. Y he de confesar que en ninguno de ambos casos cité al hombre que les ha resucitado de las tinieblas del olvido. César es un hombre que bucea en las raíces y en los citados artículos fue la fuente principal de la que beber. He ahí un gesto descortés por mi parte y que pretendo corregir, en la medida de lo posible, con este mea culpa que espero restañe la mala práctica de no haberle citado ni una sola vez, cuando los propios artículos incluían frases literales del investigador. Es un peaje a pagar por las urgencias del oficio y de la vida con el que espero deshacer el entuerto.

César, les decía, sabe bien cómo moverse en las raíces del pueblo. Ha venido a mi cabeza esta metáfora habida cuenta que, teniendo entre los propósitos más cercanos recordarles la figura de Jose Mari Arizmendiarrieta, un sacerdote con alma de líder y espíritu de empresario, ideólogo y pensador, ejemplo de un personaje genial y único que fue considerado el padre del cooperativismo vasco.

En la búsqueda de la documentación apareció en el horizonte Gontzal Mendibil, quien ultima ya los últimos acordes de Hazia musikala, un espectáculo singular que se estrenará en septiembre en Mondragón y tocará el cielo con los dedos el próximo 1 de octubre en el teatro Arriaga. Gontzal anuncia que ha diseñado una recapitulación de la vida y obra de Jose María Arizmendiarrieta y sus válidas enseñanzas para el presente y futuro. Comienza el espectáculo musical con la semilla como brote y sentido que le dio nombre al hombre.

El musical es una presentación artística del que fuera el inspirador e impulsor del modelo cooperativo de Mondragón. Desde el desgarro humano de la guerra del 36 y su devenir angustioso, hasta el resurgimiento empresarial y su proyección universal a su llegada a Arrasate-Mondragón, en 1941. El espectáculo está basado en hechos y situaciones reales de su historia, con la puesta en escena artística musical recreada con coreográficas e ilustraciones de imágenes que tuvieron una relación directa con su vida, y acciones que marcaron el desarrollo del pueblo vasco.

“¡Para, para!”, pide Gontzal. “¿Por qué no esperas un tiempo y hablas de José Mari cuando se acerque la ocasión?” Como moneda de cambio ofrece otro nombre: el de Aingeru Berguices. Gontzal ofrece una semblanza del músico que se fue hace apenas unas semanas. Oigámoslas. Aingeru fue músico e historiador, miembro de Oskorri y colaborador del propio Gontzal Mendibil en su lucha por la música de esta tierra. El folklore vasco corría por sus venas.

El son de Aingeru se apagó el pasado mes de mayo y su ausencia ha dejado un vacío irreparable. No en vano, el músico tocaba con habilidad la trikitixa y el acordeón y exploró, con alma aventurera, otros géneros como el swing. Además, realizó una tesis doctoral en la UPV/EHU sobre Organología y música popular. En algunas de sus investigaciones profundizó en una historia singular: cómo las mujeres pandereteras saltaron la norma e hicieron una brecha en el patriarcado de la sociedad franquista, siendo capaces de dirigir al público, algo mal visto en aquella sociedad oscura. La música vasca aún le llora. Le añorará toda la vida.

Se acerca el espectáculo ‘Hazia musikala’ y en la espera llega la noticia del adiós del músico Aingeru Berguices

Fue un virtuoso de la txalaparta y el acordeón y un investigador del folklore vasco al que prestó sus conocimentos