OMIENCE esta lectura con el inicio de la memoria que redactó un grupo de arquitectos. "Sobre el solar de la llamada casa de Barandiarán fue surgiendo, poco a poco, el edificio Bakunión que bautiza este trabajo. La plaza de España -rural, ferroviaria, hostelera y mercantil en sucesivas etapas- apunta hoy propósitos bancarios desde sus ángulos más distinguidos (...)". Ese edificio de la plaza circular será el protagonista de esta historia con algunas de sus singularidades pero pemítanme que echemos un vistazo previo a sus alrededores.

El 17 de octubre de 2014 fue presentada la reordenación de la céntrica plaza, que siguió siendo circular. Las obras comenzaron el 12 de noviembre y fueron finalizadas a principios de abril. Con ello la plaza Circular de Bilbao ganó un 50 % más de espacio peatonal, y además, la estatua de Don Diego López de Haro que está ubicada en el centro de la plaza fue restaurada para mejorar su estado de conservación. Así mismo, en otoño de 2015 se inició la restauración íntegra de las tres fachadas del edificio de la estación de Abando, finalizándose el 31 de octubre de 2018 tras tres años de obras y problemas judiciales.

No se detiene ahí la panorámica. El 20 de octubre de 2016, el BBVA inició las obras en el que por entonces era su edificio para segregar sus usos con la multinacional irlandesa Primark, la cual no sería inaugurada hasta el 20 de mayo de 2021. La plaza y la fuente colindantes que presiden el edificio no sufrieron modificaciones aunque desaparecieron del paisaje urbano durante un tiempo.

Gradualmente la plaza se vio inmersa en un proceso de cambio. A la futura estación soterrada de la Estación de Abando, con su consecuente edificación proyectada de viviendas, así como al desembarco de Primark en la remodelada torre Bizkaia, con su centralizado uso empresarial por parte de la Diputación, se sumaron proyectos como una tienda de Thermomix y un hotel en donde antaño se ubicaba el mítico café La Granja, una hamburguesería, una cadena de cafeterías y perfumerías, así como el hotel Gran Vía 4 Bilbao, un local de cinco estrellas ubicado en el antiguo edificio del Banco Santander que operará la cadena internacional Radisson. Ese es, más o menos, el paisaje actual.

Originalidades y un mascarón de proa

La idea era dar en la tecla llamando la atención. Para ello Bankunión convocó el oportuno concurso de ideas entre arquitectos al objeto de -así lo decía el anuncio- "conseguir una construcción que contribuya a embellecer esta importante zona de Bilbao". El hecho de que confluyeran en el solar, por aquel entonces la plaza de España, y el remate de dos calles muy personalizadas como las calles de Buenos Aires y del músico Ledesma exigía tratamientos singulares.

Un equipo de jóvenes profesionales de la arquitectura -Ricardo del Campo Lagaron, José Luis Ortega Carnicero, Mariano Ortega Carnicero, y Juan Manuel Pazos León- programaron necesidades y servicios, manejaron volúmenes y estructuras, modularon perspectivas visuales y dieron con la solución estética idónea para la sede social bancaria.

Nos hemos acostumbrado a verlo ahí, como el caballero negro de la plaza, pero su aparición fue todo un hito. Los arquitectos proyectaron un edificio singular -el tercero de Europa en la modalidad especular- cuyos volúmenes, además de responder a la estructura interna del edificio, se integran dentro de la plaza Circular, de la que son reflejo y expansión, espejo y luminaria. Si los arquitectos se decidieron por el vidrio reflectante para el citado tratamiento especular del edificio, fue debido a un propósito evidente de agrandar las perspectivas urbanas que dan personalidad a la plaza, al mismo tiempo que conseguir un efecto estético de texturas variables durante las diferentes horas del día o en las distintas condiciones de luminosidad y clima. Un edificio que iba poniéndose al día a cada hora. Un prodigio que hoy ya se da por aprendido. Ahí sigue, no obstante, el caballero negro. Vigilando, vigilándonos.

El edificio cambia del día a la noche: con las luces del crepúsculo la superficie acristalada externa cesa de reflejar la realidad circundante para lograr transparencias, revelando, mediante la luz artificial, la composición interior del edificio.

Hay en este rincón un cruce entre el diseño industrial y el arte indígena, habida cuenta que aquel banco joven convocó a Nestor Basterretxea, uno de los grandes artistas de la época, para que le diese un toque diferente, humanizado. Aparece entonces la magia de la luz sobre la pantalla-fuente que Nestor realizó en alabastro y cristal para el patio de operaciones y el gran mascarón de proa del citado escultor vasco que se abre al tráfico de la plaza circular a sobre un ángulo del terreno que Bankunión cedió al pueblo de Bilbao. He ahí las raíces vascas hundidas en una secular industria la naval, tan desarrollada durante algún tiempo en las inmediaciones de esta plaza. Un lema la acompaña escrito a su lado. "El cliente, el hombre, tiene que moverse cómodamente sobre un entorno sin sabores oficinescos, donde su propia subjetividad encuentre, además de las realidades económicas que busca, otras realidades anímicas concretas. Por eso el diseño industrial y el arte indígena no podían escapar a la dimensión vitalista de un banco joven, pensado para una zona abundante de historia". Hoy CaixaBank asienta allí sus reales y el edificio se mantiene igual de orgulloso.