Las calles de Bilbao han visto pasear a dinosaurios, vikingos y bucaneros, pero los ciudadanos no se han alarmado porque cerca estaban Spiderman, Los Increíbles o Elsa de Frozen para que la paz reinara. A ritmo de tambores y música los bilbainos han podido disfrutar del primer sábado de Carnaval después de la pandemia. La música, las risas, la ilusión y la alegría han inundado las calles de Bilbao. Lejos han quedado las caras tristes tapadas con mascarillas, ahora, son las máscaras las protagonistas.

Tras dos años sin poder sacar del armario las peluca, las capas y las caretas, la capital vizcaina ha acogido la vuelta de esta fiesta desenfada con muchas ganas.

La kalejira ha comenzado por la mañana con fanfarrias y gigantes en Ibañez de Bilbao y siguió su recorrido llenando de color el Ensanche, Colón de Larreátegui, Astarloa y Gran Vía.

En la Plaza Circular se ha podido disfrutar de un taller de swing que tantos meses ha estado sin bailar por las calles de Bilbao.

El Arenal ha acogido bajo la gran carpa blanca que tantas ganas había de volver a ver danzas para pequeños y mayores. Los más txikis

Karolino ha sido el protagonista del mercado que se organizó en Albia. Las familias y amigos que por ahí pasaron no pudieron resistirse a llevarse este pastel tan bilbaino. "Tiene hasta ojos, el Karolino también disfruta del Carnaval", aseguraban divertido los allí presentes.

El sol ha sido un gran aliado en la vuelta de la fiesta a Bilbao. "Recuerdo unos carnavales que tuve que salir con guantes y todo", señalaba Ane Aguirre, haciendo memoria. A su vez, agradecía poder dar la bienvenida al desfile de Carnaval, dos años después, disfrazados y con "este solazo".

El buen tiempo ha acompañado durante toda la jornada, y el desfile y el concurso de disfraces pudo disfrutarse con buena temperatura y sobre todo, muy buen humor. Las cuadrillas y familias se fueron acercando a Diputación para inscribirse en el concurso de disfraces o para, simplemente, sentir el ambiente festivo.

"PARECÍA QUE NOS QUEDÁBAMOS SIN ELLOS"

Bilboko Konpartsak ha estado tuvo presente animando con música, y con un sinfín de disfraces originales que daban a Bilbao el toque festivo que tanto se echaba de menos. Nerea, de la konpartsa Zaratas, aseguraba que, "es una gozada volver a disfrutar después de dos años". Según contaba, la villa necesitaba volver a vivir una fiesta como el Carnaval y aunque se ha temido por su cancelación pendientes de la situación sanitaria, finalmente se ha podido disfrutar de él. "Parecía que costaba, que igual se cortaba y nos quedábamos sin ellos (los carnavales) pero es una gozada. Volver a ver a la gente disfrazada por la calle, volver a hacer una fiesta participativa con todo el mundo era algo que hacía falta", relataba.

Junto a varios compañeros de konpartsa, han paseado el carro que crearon para la ocasión con altavoces con música para que todos los allí presentes bailaran y lo pasaran en grande.

"Me encanta que haya música; que se vuelva a sentir esta alegría por las calles es una verdadera maravilla que ojalá no volvamos a perder nunca", señalaba deseosa Marisol Marías, vecina de Abando que disfrutaba del ambiente festivo.

Quienes no dudaron en mover el esqueleto en todo momento fueron las integrantes de la Asociación Azahara, que nació con un objetivo que ayer, cumplieron sin atisbo de duda: bailar al ritmo de la música. Además, no solo lo hicieron ellas, sino que contagiaron su ritmo a todo el que pasaba por su lado. Disfrazadas de 'Fantasía Marina', de sirenas y Neptuno, aseguraban que "es una gozada poder volver a salir, y sin mascarilla mucho mejor".

ESPÍRITU CARNAVALERO

A pesar de que ser el primer sábado de Carnavales oficial después de la llegada del coronavirus, hay quien aseguraba que el espíritu carnavalero lo ha tenido siempre intacto. Es el caso de Xandra Ares, que confesaba ser una apasionada de esta fiesta desenfadada. El coronavirus le quitó, como a tantos otros, la posibilidad de hacer una gran cantidad de cosas, pero lo que no consiguió esta pandemia fue quitarle su ilusión por disfrazarse. Ilusión que ha contagiado a toda su familia. "Estos años, aunque no había carnavales oficiales, nosotros nos paseábamos disfrazados por el barrio, el espíritu siempre ha estado ahí. Se echa mucho de menos, tanto carnavales, como fiestas", relataba.

Todavía con dos días más de Carnaval por delante, esta fiesta desenfadada ha despertado de nuevo el apetito bilbaino de celebrar la vida en sus calles, y ya se comienza a hablar y a pensar en la tan ansiada Aste Nagusia.